El Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (MMA) presenta una sobria pequeña exposición dedicada a las fotografías de calles de Nueva York que el fotógrafo alemán Thomas Struth tomó en los años 1977 y 1978 cuando, formado en la fotografía archivística en Düsseldorf, obtuvo una beca para trabajar en la ciudad americana.
La muestra obvia en gran parte los tardíos grandes formatos a color de este fotógrafo, que carecen de la intensidad de esta serie cuyas imágenes son, comparativamente, de pequeñas dimensiones.
Calles en blanco y negro, en los que el alquitrán o la nieve sucia constituyen el soporte de paredes igualmente grises y sucias, retratadas en vistas frontales, tomadas desde el centro de la calzada, de madrugada, vacío de paseantes, y con apenas algún vehículo aparcado, que ordenan el espacio pero no esconden el desorden imperante de carteles -enteros y raídos-, basuras, edificios destartalados, estructuras oxidadas y, a lo lejos, desvanecidos en la neblina, la adusta figura de las Torres Gemelas. Un ciudad fantasma y cenicienta, de barrios desiertos y desertizados: el anverso de la imagen de Nueva York.
Una exposición admirable por su contención.
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