martes, 7 de junio de 2016

LA ARQUITECTURA (CONSTRUCCIÓN Y RESTAURACIÓN) SEGÚN DESCARTES (1596-1650)

"Estaba por entonces en Alemania, adonde la ocasión de unas guerras aún no acabadas me había llamado; y volviendo de la coronación del emperador hacia el ejército, el comienzo del invierno me detuvo en un lugar donde, no encontrando ninguna conversación que me distrajese, y no teniendo por otra parte, afortunadamente, ninguna preocupación ni pasión que me turbaran, permanecía todo el día encerrado y solo en una habitación con estufa, donde disponía de todo el tiempo libre para cultivarme con mis pensamientos. Entre los cuales, uno de los primeros fue caer en la cuenta que a menudo no hay tanta perfección en las obras compuestas de varias piezas y realizadas por la mano de distintos hombres como en aquellas en que uno solo ha trabajado. Así se ve que los edificios que un solo arquitecto ha empezado y acabado son habitualmente más bellos y están mejor dispuestos que aquellos otros que varios han tratado de componer, utilizando viejos muros que ha­bían sido levantados para otros fines. Así esas antiguas ciudades, que no habiendo sido al principio sino aldeas han llegado a ser, con el paso del tiempo, urbes, están ordinariamente tan mal trazadas, comparadas con esas plazas regulares que un in­geniero traza según su fantasía en una llanura, que aunque al considerar sus edificios cada uno por su parte se encuentra a menudo tanto o más arte que en aquellas otras dibujadas por un ingeniero, sin embargo, al ver como están dispuestos, aquí uno grande, allí uno pequeño, y como hacen las calles curvas y desiguales, se diría que es más bien la fortuna, que no la voluntad de algunos hombres usando la razón, quien así la ha dispuesto. Y si se tiene en cuenta que, a pesar de ello, ha habido siempre unos oficiales encargados del cuidado de los edificios de los particulares para hacerlos servir al ornato público, se reconocerá que es dificultoso, trabajando sobre lo hecho por otro, hacer cosas perfectas. Así, me imaginaba que esos pueblos, habiendo sido antaño medio salvajes y no habiéndose civilizado sino poco a poco, que no han hecho sus leyes sino a medida que la incomodidad de los crímenes y las disputas les iban apremiando, no pueden tener costumbres tan acomodadas como los que, desde el comienzo en que se juntaron, han observado las constituciones de algún prudente legislador". 

(René Descartes: El discurso del método, parte segunda) 

Hoy, los arquitectos buscan las huellas del pasado para proyectar y construir, manteniendo estas marcas desvaídas, construyendo como desvela el arqueólogo, pero hubo un tiempo, aun no lejano, en que se prefería hacer tabula rasa para elevar ciudades y monumentos necesariamente perfectos que no estuvieran condicionados, limitados, constreñidos por obras anteriores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario