Dircurso de Pericles a los atenienses ante la pandemia que asola la ciudad-estado de Atenas:
"En cuanto a lo que al
bien público toca, pienso que es mucho mejor para los ciudadanos que toda la
república esté en buen estado, que no que a cada cual en particular le vaya
bien y que toda la ciudad se pierda. Porque si la patria es destruida, el que
tiene bienes en particular también queda destruido con ella como los otros. Por
el contrario, si a alguno le va mal privadamente, se salva cuando la patria en
común está próspera y bien afortunada. Por tanto, si la república puede sufrir y
tolerar las adversidades propias de los particulares, y cada cual en particular
no es bastante para sufrir las de la república, más razón es que por todos
juntos sea ayudada que desamparada por falta de ánimo y poco sufrimiento de
las adversidades particulares, como hacéis vosotros ahora, culpándome
porque os di consejo para emprender esta guerra, y a vosotros porque lo
tomasteis (...)
Las cosas que vienen de súbito y no
pensadas quebrantan los corazones, como ha ocurrido en nuestras
adversidades, mayormente en la de la pasada epidemia. Pero, teniendo tan
grande y tan noble ciudad como tenemos, y siendo criados y enseñados en tan
buenas doctrinas y costumbres, no nos debe faltar el ánimo por adversidades
que nos sucedan y grandes que sean, ni perder punto de nuestra autoridad y
reputación.
»Que así como los hombres aborrecen y odian a quien por ambición
procura adquirir la honra y gloria que no le pertenece, así también vituperan y
culpan al que por falta de ánimo pierde la gloria y honra que tenía. Por tanto,
varones atenienses, olvidando los dolores y pasiones particulares, debemos
amparar y defender la libertad común."
(Tucídides: Historia de la Guerra del Peloponeso, II, 9)
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