sábado, 9 de abril de 2022

Mudanza

La separación de la ciudad, paradójicamente, mide y expresa cuanto estamos atado a ella, la íntima unión que nos define. El cambio de casa y de ciudad requiere una mudanza. Mudar, en latín (mutare), significa cambiar (e intercambiar). La mudanza conlleva el abandono de un lugar en beneficio de otro, en el que emprenderemos una nueva vida, un desplazamiento (mutare es también desplazar), un cambio de plaza (plaza, plateia, en griego, significa anchura; una plaza, en verdad es una avenida, un canal de comunicación, gracias al cual volvemos a establecer contactos, contactamos de nuevo con el entorno y con los demás, volvemos a la vida, pues, tras el periodo de desconexión, que implica no estar en ningún sitio y, por tanto, no existir, habiendo desaparecido, durante la mudanza, podemos insertarnos en la comunidad, el “tejido social” que da “sentido” a nuestro estar en el mundo). La relación con el espacio personal se percibe bien en el verbo francés déménager, que se traduce por mudarse. Un déménagement, literalmente, es el abandono de un ménage -que se podría traducir por hogar (literalmente, morada), si la palabra española evocara no solo la estructura arquitectónica, y la calidad, sino también la gestión y el cuidado del lugar- en favor de otro. Una mudanza es un tránsito, de una muda -una piel-a otra. La piel nos envuelve, pero no nos esconde; antes bien, es lo que nos expone a los demás. Se trata de la superficie que mostramos, y que reacciona con el contacto con los demás. La piel es un sensor que registra nuestra interacción con el entorno. El despellejamiento deja la carne al rojo vivo, expuesta a todos los males; se trata de una tortura particularmente cruel, un modo de ensañarse con un condenado a muerte, una ejecución horrísona. Sin piel, no podemos vivir, no somos nada -o nadie. La muda nos abre a la vida, aunque el cambio puede ser doloroso. Durante la mudanza no existimos. No tenemos un sitio fijo; estamos en tránsito; hasta la llegada a la casa o la ciudad nueva, nadie nos puede contactar. Solo con una muda nueva, renacemos. Somos (como) nuevos seres. Estamos y existimos donde antes no éramos.  Hemos abandonado un lugar, como si hubiéramos muerto para éste, y reaparecemos donde antes entonces nadie nos esperaba, como unos recién nacidos. Nos demoramos, nos asentamos, sabemos de nuevo dónde estamos, quiénes somos. 

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