Es usted un célebre arquitecto y docente en una escuela de arquitectura. Ésta dispone de una bolsa de trabajo regulada. Los estudiantes de arquitectura pueden encontrar ofertas de trabajo de los estudios que se han inscrito en dicha bolsa . La institución vela por la contratación; fija el precio por hora (entre ocho y veinte euros) y el número de horas.
Usted contrata al estudiante por unas horas al día. Nada le impide exigirle entonces el cumplimiento del doble de horas, por el mismo precio.
Puede también obtener un estudiante becario, pagado por la administración, para la realización de trabajos unas horas fijadas a la semana. Una vez en el estudio, puede contratar a dos estudiantes más, pagando a los tres con el dinero asignado a uno solo.
De estos modos podrá obtener trabajadores de último curso de carrera en su estudio, por ejemplo, que cobren entre un y cuatro euros a la hora.
Pero quizá no le vaya bien pagar, pese al trabajo que tiene. En este caso, lo mejor es contratar a un estudiante por el precio y las horas fijadas por la administración pública y, ya en el estudio, pedirle, cada mes, que le devuelva lo que le ha pagado.
Podría enfrentarse a una pequeña dificultad: la universidad le pedirá que abone un tanto por ciento de lo que tiene que pagar al estudiante, mas, con cumplir con este modesto impuesto y afirmar que respecta las condiciones fijadas en el contrato, ya no se le acusará de nada, aunque obviamente no vaya a pagar nada al estudiante.
Ningún estudiante denunciará a un estudio de arquitectura prestigiosa, y la administración no podrá tomar ninguna medida ante la falta de una denuncia y de pruebas.
Y así….
Arquitectito que vienes al mundo te guarde Dios.
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