jueves, 21 de abril de 2011

Ciudad en las alturas

 





Las maravillas del mundo no fueron siempre siete. Tampoco fueron todas obras existentes.
Según algunos autores tardo-antiguos hubo una octava maravilla; y ésta solo existió en la imaginación del arquitecto, que es dónde mejor se proyecta -o solo se puede proyectar.

Alejandro estaba a punto de conquistar el mundo. Cortesanos,  creadores y ensoñadores esperaban que el emperador les recibiera, cuando entró en la sala del trono un desconocido y apolíneo constructor macedónico, cubierto, como Heracles, con una piel de león, que portaba una maqueta: consistía en una gigantesca estatua de Alejandro desnudo, cómodamente aposentado en una de las laderas del monte Athos, con una ciudad en una mano, y una copa, de la que manaba agua sin cesar en la otra.

Dinócrates -tal es el nombre del arquitecto o constructor, muerto en 278 aC-, que llevaba semanas esperando ser recibido gracias a unas cartas de recomendación que le habían entregado, se posternó ante un sorprendido y curioso Alejandro y le mostró la maqueta: una ciudad fortificada en las alturas, portada por la mano del soberano. Alejandro observó complacido, cuenta Vitrubio. La obra le complació. Estaba dispuesto a construirla. Pero inquirió ante el necesario abastecimiento regular de la ciudad: ¿poseía acaso pastos y tierras de cultivo cercanos? Al parecer, Dinócrates solo se había preocupado de la obra -como suele ocurrir-, no de su mantenimiento. Ante este hecho, y la imposibilidad de hallar tierras adecuadas en las escarpadas laderas rocosas del monte Athos, Alejandro declinó la oferta u ofrenda. Pero pidió a Dinócrates que se sumara a la expedición que iba a partir a la conquista de Egipto. Bien hizo Dinócrates en aceptar la propuesta: fue el arquitecto de Alejandría, una vez que el emplazamiento hubiera sido escogido, tras un sueño divino, por Alejandro, y la ciudad fundada con un perímetro a imagen de su capa extendida en el suelo.
Siendo así que la imagen sorprendía por el tamaño, nunca hasta entonces concebido, de la propuesta: una estatua descomunal, tallada directamente en una montaña, con una urbe amurallada en la mano, la iconografía no era original. Reproducía la imagen habitual de los portadores de maquetas asirios en relieves dedicados a cantar la grandeza imperial, que simbolizaban la entrega efectiva de una ciudad enemiga o extranjera a un monarca victorioso. Ésta se ponía a los pies del emperador.

Dicha iconografía tendrá amplia repercusión en el cristianismo. Todos los fundadores de ciudades, monasterios y catedrales se representaban con la maqueta de su fundación en la mano. La imagen más habitual de santa Bárbara, una de las patronas de los constructores (y no solo de los artilleros), la muestra sosteniendo la maqueta de la torre en la que su padre la encerró transformada, de cárcel en celda, de tumba en santuario, por la santa. Los retratos clásicos de los arquitectos se reconocen a la legua por los atributos que los rodean: compases, planos y maquetas: la manifestación o exteriorización de las imágenes mentales que poseían.

La historia contada por Vitrubio revela que Alejandro, y no Dinócrates, era el creador de la ciudad: así deseaba Dinócrates que Alejandro se sintiera. En este sentido, tampoco innovaba. Tradicionalmente, hasta hoy en día incluso, son los gobernantes, profanos o religiosos (desde reyes a papas) quienes son considerados como los responsables de las obras que mandan construir o cuya construcción aprueban. El arquitecto queda siempre relegado a un discreto segundo lugar. Ni siquiera puede siempre asistir a la ceremonia de colocación de la primera piedra de la obra que el gobernante inaugura y preside.

Pero la historia, fantasiosa o verídica, de Dinócrates sí innova en un punto decisivo. En todas las imágenes, antiguas y modernas, antes comentadas, los poderosos aparecen retratados con la maqueta de la obra en la mano. En el caso de Alejandro, Dinócrates coloca en su siniestra -la diestra sostiene un cuenco de agua- no una maqueta de ciudad, sino la misma ciudad. Maqueta o modelo y realidad se confunden. La ciudad es mostrada como si fuera una maqueta, o ésta  una realidad plena. La ciudad es su propio modelo. Alejandro era tan hábil construyendo que su obra no se distinguía del modelo; la materialización de la idea (idea, en el sentido griego del término: forma ideal) no desfiguraba ésta: su fuerza era tal que la materia se amoldaba perfectamente a aquélla. En este sentido, Alejandro ya se apartaba de Platón. Las ideas portentosas iluminaban la oscura y ciega materia. Entre el modelo y la imagen, o entre la imagen y la realidad, era imposible que existiera diferencia alguna. La creación de Alejandro era de orden mágico o demiúrgico, divino. Mandaba que la obra se hiciera, y ésta se hacía sin que se apartara lo más mínimo de las indicaciones del preciado modelo. Alejandro lograba el sueño de todo creador: que la obra respondiera a su ideación. Por lo que Dinócrates deificaba Alejandro ante quien se arrodillaba.

Dinócrates no erró; sabía que la ciudad que había proyectado era insostenible: se había dado cuenta de la inexistencia de tierras cultivables, y de agua -pese al cuenco inextinguible-, así como de la imposibilidad de hallarlas. Semejante grosero error no podía haber sido cometido por Dinócrates. La que pretendía era que Alejandro lo corrigiera: que brillara hallando fallos en la obra. Fallos que solo un creador puede discernir. Fallos que Alejandro no hubiera cometido. Al exponerlos, Alejandro ponía en evidencia a Dinócrates, presentado como un aprendiz al servicio de un maestro, Alejandro.  

La historia de Alejandro y Dinócrates ilustra bien sobre el mito del genio creador, capaz de emprender obras imposibles, que solo fracasan por el abismo entre el creador divino y la impericia humana.

miércoles, 20 de abril de 2011

Jan Balej (1958): Jedné noci v jednom městě (Una noche en una ciudad) (2007)








Sobre esta conocida película de animación, véase esta página web.

Jan Balej se licenció en la Academia de Arte, Arquitectura y Diseño, de Praga (Chequia), en 1988.
Véase el curriculum del director en esta página web.

martes, 19 de abril de 2011

Antonio Vega (1957-2009): El sitio de mi recreo (1992)

El hogar, según el pintor Guillermo Kuitca (Buenos Aires, 1961)





Esquina infantil, 1994
Sin título, 1987
Volviendo a casa, 1990 (la casa como una pista de aterrizaje -con todos los focos encendidos, esperando la próxima venida, incitándola-, dónde llegar, y volver a partir)

Véase la página web del artista, y una entrevista sobre su dedicación a temas de arquitectura

Arquitectito español, 2...............

Esta misma semana (solo es martes y son vacaciones) ya llevo dos.

Entre las tareas del profesor universitario, se impone una nueva, casi inexistente hasta hace apenas dos años: la redacción en cadena de cartas de recomendación de estudiantes y de jóvenes arquitectos que buscan obtener une beca para proseguir estudios de tercer ciclo (máster, doctorado) en el extranjero.

Recuerdo que hasta hace poco, muchas becas se dejaban vacantes por falta de candidatos. En septiembre, la búsqueda de alumnos para convencerles que optaran a una ayuda, era desesperante. Un año, casi obligué, a última hora, a una brillante estudiante a que se presentara. Tuvo apenas una hora para decidir un tema de investigación. Obtuvo la beca. No tenía rivales.

Casi nadie quería seguir estudiando, ligados a una universidad. Se habían formado para ser arquitectos; deseaban lógicamente montar su estudio, proyectar, construir; para eso se habían prreparado durante seis o siete años; no para seguir encerrados en clases y bibliotecas. Solo los que teníamos miedo de construir o sabíamos que solo seríamos capaces de construir mediocridades optábamos por la enseñanza y el estudio profesionales.
La bolsa de trabajo de la universidad no daba abasto. Los estudios perseguían a los estudiantes a quienes les llovían las ofertas (con condiciones, empero, casi esclavistas). Tenían, eso sí, dónde escoger.

Hoy, la empresa pública Gisa lanza concurso de arquitectura que sabe que no se llevarán a cabo, ni se pagarán.

Profesores jubilados insisten en trabajar hasta gratis en la universidad -ocupando plazas que, de todos modos, no se podrían cubrir con jóvenes profesores por falta de presupuesto; aunque por lo que se les paga...

Y los mejores profesores huyen para no ver lo que acontece.

Ya solo queda a los estudiantes y jóvenes licenciados estudiar, reflexionar sobre el devastado territorio que los arquitectos, junto con promotores, constructores, inversores, especuladores, políticos y funcionarios, les hemos dejado en herencia. Y maldecirnos. Como mínimo.

lunes, 18 de abril de 2011

Bruce Brubaker: Hope Street Tunnel Blues III (composición del pianista y compositor Alvin Curran) (2007)

Morton Feldman (1926-1987): Something´s Wild in the City (1960)



Música de la película Something Wild (1961) de Jack Garfein, no aceptada por el director por su aura celestial incompatible, al parecer, con el tono de la película.

Sobre el inmenso Morton Feldman, véase esta página web

Sidi Larbi Cherkaoui, Damien Jalet & Anthony Gormley : Babel (2011)





La historia de la torre de Babel acontece tras el diluvio. Éste fue provocado como castigo por la maldad del hombre: Yavhé se arrepintió de haber creado a todos los seres vivientes. El diluvio purificó la tierra. El que los humanos hubieran sido moldeados con barro aseguró su desaparición -con la excepción de Noé, escogido por dios para regenerar, en todos los sentidos del verbo, a la humanidad.

Este castigo no era el primero que los mortales sufrían. Tras el fratricidio cometido por Caín, éste fue condenado a errar de por vida, fuera del Paraiso -de donde sus padres, Adán y Eva, ya habían sido expulsados, aunque no hubieran sido condenar a vagar para siempre-. Finalmente, Caín fue autorizado a construir la primera ciudad, al este del Edén y a morar en ella.

El tercer castigo ocurrió cuando la torre que los sucesores de Noé (superviviente del diluvio) construían alcanzó las nubes. Hasta entonces, los mortales, pese a la existencia de ciudades, seguían siendo unos errantes; pero al llegar a Shinear (tierra que, según el Génesis, incluía a Babel -Babilonia-, Erek -quizá la ciudad-estado sumeria de Eridú, considerada por los propios sumerios como la ciudad más antigua- y Akkad -tierra del imperio acadio-), se asentaron.

No bien la torre (de Babel) hubo sido construida (El Génesis indica que la torre y la ciudad de Babel llegaron a ser concluidas, si bien, más adelante, parece que solo la torre fue enteramente edificada; el castigo por esta obra consistió, entre otros, en la interrupción de la construcción de la urbe de Babel), Yavhé volvió a condenar a la humanidad. Ésta, nuevamente, fue obligada a dispersarse (y a cada habitante de la tierra le fue otorgada una lengua, de modo que la comunicación y el acuerdo fueran inalcanzables).

El destierro y el vagabundeo  caen tres veces sobre la humanidad; la maldición bíblica consiste en la imposibilidad de asentarse. La falta de arraigo, la no posesión de la tierra son los medios con los que Yavhé condena a los "habitantes" (que no pueden habitar) de la tierra.

Éste es precisamente el tema que Sidi Larbi Cherkaoui aborda en el ballet Babel, considerado con razón como uno de las mejores obras de danza contemporánea.

¿El decorado? Unas gigantescas estructuras metálicas en forma de cubos y paralelepípedos de diversos tamaños. Los bailarines las mueves sin cesar; las montan y las desmontan; las encajan, las superponen y las separan; las fijan y las arrastran. Quienes danzan no son tanto los bailarines sino las estructuras que arrastran, empujan, acarrean,obvios símbolos de construcciones: bases, pisos, casas; cuando se montan, durante unos instantes llegan hasta el cielo.

Los humanos no logran instalarse en ningún lugar. Cargan con su casa a cuestas. Ésta no es un refugio, sino una pesada carga. El castigo divino consiste en llevar el peso del hogar para siempre; hogar que no es un hogar ya que el hombre no puede habitarlo. Lo desplaza sin lograr hallarle una plaza. Aplaza eternamente su emplazamiento. Desplazarse con la casa en la espalda ha sido siempre un martirio. La casa es un peso que oprime cuando no se sabe donde dejarla (en cualquier sitio, pues cualquier lugar puede convertirse en un espacio habitable, contrariamente a lo que piensan que defienden que existe una unidad trascendental entre un pueblo y un lugar determinado).
Si logra entrar en ella, ésta lo encierra; la casa se convierte en una cárcel; el peso de la morada inservible recae con toda su fuerza; el hombre no puede liberarse.

Mas, sin embargo, si el hombre logra crear una comunidad, establecer vínculos, el castigo no cesa. Los ligamenes lo atan de pies y manos. Cualquier movimiento mueve a toda la colectividad. Sigue cargando con la culpa: son los demás quienes le culpan: todos se culpan entre sí. Tratan de moverse y están encadenados; son seres errantes incapaces de moverse, condenados a un desplazamiento eterno que no puede desplazarse, ni articularse: nadie se entiende. El enfrentamiento verbal y físico es inevitable: los lazos son demasiados fuertes; aprietan como sogas.

Babel: la vida humana (a cuyo deambular solo la muerte pone fin, pues entonces cuando el hombre se fija en la tierra para siempre) hecha danza.
Las luces no se habían encendido aún, que el público se levantó al unísono, y aún aplaudimos.

domingo, 17 de abril de 2011

Steve Reich: City Life (1995)












Sobre la obra, véase esta página y la página web del compositor

sábado, 16 de abril de 2011

jueves, 14 de abril de 2011

Matthew K.: Tourist (2008)


Tourist from matthew k on Vimeo.

Arquitectito español....


 (Foto: véase este blog)


Miguel Orellana (26 años), premio de bachillerato, número uno de su promoción en arquitectura, obtiene una beca de la Caixa para partir a Vancouver durante varios años, y espera no volver, tras trabajar dos años en París con una beca Leonardo; Lourdes Gaspart (26 años), premio de bachillerato, sobresaliente en arquitectura, máster en arquitectura, obtiene una beca de la Caixa para partir varios años a Londres, sin fecha de vuelta; Anita Heredia (23 años), parte a Japón durante un año y encuentra trabajo en el estudio de arquitectura de Sanaa; tras el desastre, emigra a la Universidad de Harvard; Albert Imperial (30 años), máster en arquitectura, que empieza una tesis doctoral, profesor asociado de arquitectura (sueldo: una vergüenza) posiblemente parta a Suiza; Lledó Gas (25 años), cansada de trabajos irrelevantes, se prepara para irse a los Países Nórdicos; Laura  Martínez (26 años), hace ya dos años que se fue a La Paz para no volver, harta de trabajos ínfimos en arquitectura; David Capellas (29 años), uno de los pocos arquitectos jóvenes con un trabajo digno, sueña con irse a Japón; Jorge Rovira (25 años), arquitecto y músico, con uno de los mejores currículums de España, emigra definitivamente a Chicago donde obtiene trabajo y un sueldo digno en SOM; Isaac Prats (29 años) hace un año que vive y trabaja en un estudio en Londres, y no piensa regresar; a Paola Tirados (28 años), arquitecta y campeona olímpica, se pelean por ofrecerle trabajo en los Estados Unidos; tras haber ganado en un mes trabajando en un proyecto en Vietnam lo suficiente para vivir un año en Barcelona, Marc Marín (23 años), multibecado en España y Alemania, brillante activo promotor de actividades culturales en la escuela de arquitectura de Barcelona, seleccionado para la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2010, sabe que, no bien acabados los estudios, no pasará una hora sin que compre un billete de ida a Berlín; ¿dónde trabaja Montse Domínguez (33 años), premio de arquitectura en 2003 (con un nueve y medio sobre diez de promedio), Premio Europan de Arquitectura, becada como Personal Investigador Universitario durante cuatro años, y propuesta como profesora en la Escuela Politécnica de Zurich?: en Tirana (Albania); Victoria Garriga (40 años), la mejor arquitecta española, lamenta el error de su vida: no haberse quedado para siempre en Dinamarca; hace ya años que Urtzi Grau (34 años), la primera matrícula de honor en arquitectura, emigró a los Estados Unidos: hoy, es un reputado profesor en las Universidades de Princeton y de Nueva York -Columbia University-; ¿seguimos?

MBM, cuyos responsables tienen unos ochenta y cinco años de edad, construye más que nunca encargos y obras públicas en Barcelona.

La edad media de los profesores de arquitectura en Barcelona supera los sesenta años; a cinco de la jubilación (al menos, hasta hace unos meses); los recortes presupuestarios obligan a despedir a un gran número de profesores asociados, es decir, menores de treinta años.

A este paso, la crisis en arquitectura se va a solucionar rápido en España: no quedará nadie, ni en el mercado laboral ni en la universidad.
Solo se cavarán tumbas.

Jean-François Rauzkier: Dédalos





El publicista y fotógrafo francés Jean-François Rauzier (o Rozier), es autor de una obra dedicada al género del capricho arquitectónico, muy -demasiado- efectista; pero algunas fotografías recientes, como éstas dedicadas al mítico constructor griego Dédalo (dédalo, ya como nombre común, significa también laberinto, ya que laberintos, y no solo el laberinto de Creta en el que se encerró al Minotauro, fueron todas sus construcciones), son más inquietantes que fáciles.

Más información en la web del fotógrafo.

István Orosz: Labirintusok (Laberintos) (2008)

martes, 12 de abril de 2011

Konstantin Bronzit (1965): Ubornaya istoriya - lyubovnaya istoriyia (Mingitorios - una historia de amor (2007)



Seleccionado para los Oscar de 2007

Pascale Marthine (Camerún, 1967): The Umbrella City (2010)


Abrigos: techos y defensas; frágiles. Una ciudad ofrece un paraguas para todos sus habitantes (o casi todos): se despliega como un gigantesco paraguas; o así debería hacerlo.; paraguas, objetos que se portan, se transportan; ciudad móvil; se hace y se deshace a voluntad. Cada paraguas abriga a un habitante -o a una pareja. Los paraguas son también los habitantes que los cogen y se protegen. Y los cierran -y los dejan o los pierden- cuando escampa.
Ciudad o campanento; refugio. La ciudad de los paraguas que son, casi todos, sombrillas evoca un colectivo bajo las inclemencias pero también al sol; que se mueve, se junta, se recoge, y descansa. Los paraguas evocan el pulso vital de la ciudad, a merced de un golpe de viento. 

Pascale Marthine web

Mouth of the Architect: In Your Eyes (2010)



Curioso nombre de grupo. Curioso que arquitecto sea una palabra que forma parte  del nombre de varios grupos particularmente "rocosos".

¿Bocazas?

domingo, 10 de abril de 2011

La frontera de lo invisible (maquetas de arquitectura Mezcala)


Maquetas arquitectónicas existen en todas las culturas antiguas. Parecen maquetas de arquitectura, semejantes a las que los arquitectos realizan, pero no suelen ser tales: No son representaciones en miniatura de edificios, sino arquitecturas en miniaturas: verdaderas construcciones adaptadas a los peculiares usuarios que las habitan: las almas de los difuntos (los muertos, los antepasados).
Estas supuestas maquetas, en efecto, provienen siempre de contextos funerarios, religiosos o rituales. Están hechas a imagen de la casa de los vivos, pero no son imágenes sino moradas diminutas en las que se cobijan espíritus. Se las suele llamar casas de alma o de los espíritus, y algunas culturas tradicionales aún las emplean. El cuerpo yace en la tumba,  la estatua funeraria reemplaza al cuerpo, sostén del espíritu, cuando desaparece, y la casa abriga a éste.

La muy poco conocida cultura precolombina Mezcala, de hace unos dos mil trescientos años, en el estado de Guerrero en la costa oeste de México, posee unas maquetas arquitectónicas insólitas, empero. Éstas son, posiblemente, templos más que viviendas. Son de piedra dura, y suelen tener unos veinte centímetros de ancho por unos diez o quince de alto. Piezas pequeñas, e imperecederas. Lo curioso es que se comoinen de un solo plano. Maquetas -objetos tridimensionales no son-; mas bien parecen imágenes bidimensionales de maquetas. Imágenes de edificios en miniatura. Se componen de una fachada, casi siempre porticada, sobre un alto podio, precedido por una escalera (no queda claro si ésta se sitúa ante el podio o dentro de éste). Ante la escalinata, asomándose por entre la columnata (o es así como se suele interpretar la imagen), una estatua (o una presencia antropomórfica). Estatuas de culto, o habitante espectral del templo o de la morada. Morada que, sin duda, es o reproduce un santuario mas que un edificio doméstico.

Este objeto es plano; es un plano: una frontera. Traza o visualiza una frontera. El objeto, por tanto, no se halla en el espacio, sino en el límite de éste, es decir en la frontera entre dos espacios; el espacio terrenal o visible, y otro espacio, en el que moran seres sobrenaturales (deidades o difuntos) que se asoman a nuestro mundo desde este plano liminar. Tales "maquetas" permiten, entonces, el contacto con el otro mundo. Nos abocan a las puertas mismas del ultra mundo; abren una puerta a través de la cual, vivos y muertos, mortales e inmortales comunican.  Un santuario es siempre una porción de espacio sobrenatural encarnado en la tierra; constituye un territorio extraño. Las "maquetas" Mezcala, sin embargo, no traen el espacio sobrenatural a la tierra, sino que permiten que ésta se aboca a aquél. El contacto entre los mortales y los inmorales se produce así, no en un recinto especial (el santuario, imagen o doble del espacio sobrenatural) sino en la misma tierra; en los confines de la tierra, confines que la "maqueta" evoca. De este modo, la "maqueta" Mezcala translada a los vivientes a los límites del mundo; los conduce al límite; los pone en contacto con lo que les rebasa, lo que les lleva hasta los límites de sus posibilidades, permitiéndoles una experiencia sobrenatural, un contacto con éste desde el propio ámbito humano.
La arquitectura, es este caso, transporta al ser humano. Le invita, le facilita un !transporte". Se trata de un vehículo gracias al cual el ser humano experimenta los, sus límites. Le ayuda conocer sus límites, asumir, por tanto, su mortandad, su condición humana, mortal. La arquitectura Mezcala hace humano al humano, le permite tomar consciencia de su condición mortal, pues le traza los límites de su mundo, del espacio que habita, ocupa. Le marca la frontera que no puede transpasar.

La arquitectura suele ofrecer un techo, un abrigo. Encierra, por tanto. Recluye al ser humano en una celda, dentro de la que se guarece o se acurruca. Las maquetas Mezcala, sin embargo, abren el mundo de los hombres, permitiéndoles saber cual es su lugar, dónde se sitúan, y cual es el umbral que no pueden franquear. Transforma, por tanto, el espacio en un espacio propiamente humano -pero pone a éste en contacto con el otro mundo. Es más, el espacio de los humanos solo se concibe, y se estructura en relación con el otro mundo, y puesto que ésta en relación con éste, relación o contacto que la maqueta facilita y visualiza.

La arquitectura Mezcala hace al humano humano, no porque lo recluya sino porque le hace comprender que es mortal, y asumir su condición. Nunca la arquitectura había sido más necesario como medio para humanizarnos, es decir, para mostrarnos cuales son los límites de nuestro mundo.

Malcolm Le Grice: Berlin Horse (1970)



Obra maestra del arte de la imagen en movimiento, que busca crear o suscitar en la mente del espectador estructuras mentales que organicen la percepción y comprensión de la imagen, como si ésta fuera ordenada no por el artista sino por el receptor.

Música de Brian Eno.

viernes, 8 de abril de 2011

Ladislav Starewicz (1882-1965): Le rat des villes et le rat des champs (el ratón de ciudad y el ratón de campo) (1926)



Starevich, franco-ruso, fue uno de los maestros -o el maestro- de la técnica cinematográfica del "stop motion", y utilizaba a menudo animales (insectos sobre todo), vivos o muertos, junto a muñecos, en sus películas, habitualmente basadas en fábulas populares.

jueves, 7 de abril de 2011

They Might Be Giants: Istanbul (not Constantinople) ( 1990, versión de un tema de 1953, basado en una conocida melodía de Irvin Berlin, de 1929))


They Might Be Giants - Istanbul (Not Constantinople) from They Might Be Giants on Vimeo.

Rin Tarô (Hayashi Shigeyuki, 1941): Metoroporisu (Metrópolis) (2001)


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Alfred Tennyson (1809-1892): The Palace of Arts (1832)

Dante Gabriel Rossetti, The Palace of the Arts, 1857



I built my soul a lordly pleasure-house, // Wherein at ease for aye to dwell. // I said, "O Soul, make merry and carouse,// Dear soul, for all is well."



A huge crag-platform, smooth as burnish'd brass, // I chose. The ranged ramparts bright // From level meadow-bases of deep grass// Suddenly scaled the light.



Thereon I built it firm. Of ledge or shelf // The rock rose clear, or winding stair. // My soul would live alone unto herself// In her high palace there.



And "while the world runs round and round," I said, // "Reign thou apart, a quiet king, // Still as, while Saturn whirls his stedfast shade // Sleeps on his luminous ring."



To which my soul made answer readily: // "Trust me, in bliss I shall abide // In this great mansion, that is built for me, // So royal-rich and wide."



Four courts I made, East, West and South and North, // In each a squared lawn, wherefrom // The golden gorge of dragons spouted forth// A flood of fountain-foam.



And round the cool green courts there ran a row // Of cloisters, branch'd like mighty woods, // Echoing all night to that sonorous flow // Of spouted fountain-floods.



And round the roofs a gilded gallery // That lent broad verge to distant lands, // Far as the wild swan wings, to where the sky // Dipt down to sea and sands.



From those four jets four currents in one swell // Across the mountain stream'd below // In misty folds, that floating as they fell // Lit up a torrent-bow.



And high on every peak a statue seem'd // To hang on tiptoe, tossing up // A cloud of incense of all odour steam'd // From out a golden cup.



So that she thought, "And who shall gaze upon // My palace with unblinded eyes, // While this great bow will waver in the sun, // And that sweet incense rise?"



For that sweet incense rose and never fail'd, // And, while day sank or mounted higher, // The light aerial gallery, golden-rail'd, // Burnt like a fringe of fire.



Likewise the deep-set windows, stain'd and traced, // Would seem slow-flaming crimson fires // From shadow'd grots of arches interlaced, // And tipt with frost-like spires.



Full of long-sounding corridors it was, // over-vaulted grateful gloom, // Thro' which the livelong day my soul did pass,// Well-pleased, from room to room.



Full of great rooms and small the palace stood, // All various, each a perfect whole // From living Nature, fit for every mood // And change of my still soul.



For some were hung with arras green and blue, // Showing a gaudy summer-morn, // Where with puff'd cheek the belted hunter blew // His wreathed bugle-horn.



One seem'd all dark and red — a tract of sand, // And some one pacing there alone, // Who paced for ever in a glimmering land, // Lit with a low large moon.



One show'd an iron coast and angry waves // You seem'd to hear them climb and fall // And roar rock-thwarted under bellowing caves, // Beneath the windy wall.



And one, a full-fed river winding slow // By herds upon an endless plain, // The ragged rims of thunder brooding low, // With shadow-streaks of rain.



And one, the reapers at their sultry toil. // In front they bound the sheaves. Behind // Were realms of upland, prodigal in oil, // And hoary to the wind.



And one a foreground black with stones and slags, // beyond, a line of heights, and higher // All barr'd with long white cloud the scornful crags, // And highest, snow and fire.



And one, an English home — gray twilight pour'd // On dewy pastures, dewy trees, // Softer than sleep — all things in order stored, // A haunt of ancient Peace.



Nor these alone, but every landscape fair, // As fit for every mood of mind, // Or gay, or grave, or sweet, or stern, was there, // Not less than truth design'd.



Or the maid-mother by a crucifix. // In tracts of pasture sunny-warm. // Beneath branch-work of costly sardonyx // Sat smiling, babe in arm.



Or in a clear-wall'd city on the sea, // Near gilded organ-pipes, her hair // with white roses, slept Saint Cecily;// An angel look'd at her.



Or thronging all one porch of Paradise // A group of Houris bow'd to see // The dying Islamite, with hands and eyes // That said, We wait for thee.



Or mythic Uther's deeply-wounded son // In some fair space of sloping greens // Lay, dozing in the vale of Avalon, // And watch'd by weeping queens.



Or hollowing one hand against his ear, // To list a foot-fall, ere he saw // The wood-nymph, stay'd the Ausonian king to hear // Of wisdom and of law.




Or over hills with peaky tops engrail'd, // And many a tract of palm and rice, // The throne of Indian Cama slowly sail'd // A summer fann'd with spice.



Or sweet Europa's mantle blew unclasp'd, // From off her shoulder backward borne: // From one hand droop'd a crocus: one hand grasp'd // The mild bull's golden horn.



Or else flush'd Ganymede, his rosy thigh // Half-buried in the Eagle's down, // Sole as a flying star shot thro' the sky // Above the pillar'd town.


Nor these alone: but every legend fair // Which the supreme Caucasian mind // Carved out of Nature for itself was there' // Not less than life design'd.



Then in the towers I placed great bells that swung, // Moved of themselves, with silver sound; // And with choice paintings of wise men I hung // The royal dais round.



For there was Milton like a seraph strong, // Beside him Shakespeare bland and mild; // And there the world-worn Dante grasp'd his song, // And somewhat grimly smiled.



And there the Ionian father of the rest; // A million wrinkles carved his skin; // A hundred winters snow'd upon his breast, // From cheek and throat and chin.



Above, the fair hall-ceiling stately-set // Many an arch high- up did lift, // And angels rising and descending met // With interchange of gift.



Below was all mosaic choicely plann'd // With cycles of the human tale // Of this wide world, the times of every land // So wrought they will not fail.



The people here, a beast of burden slow, // Toil'd onward, prick'd with goads and stings; // Here play'd, a tiger, rolling to and fro // The heads and crowns of kings;



Here rose, an athlete, strong to break or bind // All force in bonds that might endure, // And here once more like some sick man declined, // And trusted any cure.



But over these she trod: and those great bells // Began to chime. She took her throne: // She sat betwixt the shining Oriels. // To sing her songs alone.



And thro' the topmost Oriels, coloured flame // Two godlike faces gazed below; // Plato the wise, and large-brow'd Verulam, // The first of those who know.



And all those names that in their motion were // Full-welling fountain-heads of change, // Betwixt the slender shafts were blazon'd fair // In diverse raiment strange:



Thro' which the lights' rose, amber, emerald, blue // Flush'd in her temples and her eyes, // And from her lips, as morn from Memnon, drew // Rivers of melodies.



No nightingale delighteth to prolong // Her low preamble all alone, // More than my soul to hear her echo'd song // Throb thro' the ribbed stone;



Singing and murmuring in her feastful mirth, // Joying to feel herself alive, // Lord over Nature, Lord of the visible earth, // Lord of the senses five;



Communing with herself: "All these are mine, // And let the world have peace or wars, //'T is one to me." She — when young night divine // Crown'd dying day with stars,



Making sweet close of his delicious toils — // Lit light in wreaths and anadems, // And pure quintessences of precious oils // In hollow'd moons of gems,



To mimic heaven; and clapt her hands and cried, // I marvel if my still delight //In this great house so  // royal-rich, and wide,


Be flatter'd to the height. // "O all things fair to sate my various eyes! // O shapes and hues that please me well! // O silent faces of the Great and Wise,


My Gods, with whom I dwell! // "O God-like isolation which art mine, // I can but count thee perfect gain, // What time I watch the darkening droves of swine


That range on yonder plain.// "In filthy sloughs they roll a prurient skin, // They graze and wallow, breed and sleep; // And oft some brainless devil enters in,


And drives them to the deep." // Then of the moral instinct would she prate // And of the rising from the dead, // As hers by right of full-accomplish'd Fate;


And at the last she said: // "I take possession of man's mind and deed. // I care not what the sects may brawl. // I sit as God holding no form of creed,


But contemplating all." // Full oft the riddle of the painful earth // Flash'd thro' her as she sat alone, //Yet not the less held she her solemn mirth,


And intellectual throne. // And so she throve and prosper'd: so three years // She prosper'd; on the fourth she fell, // Like Herod, when the shout was in his ears,


Struck thro' with pangs of hell. // Lest she should fail and perish utterly, // God, before whom ever lie bare // The abysmal deeps of Personality,


Plagued her with sore despair. // When she would think, where'er she turn'd her sight // The airy hand confusion wrought, // Wrote, "Mene, mene," and divided quite


The kingdom of her thought. // Deep dread and loathing of her solitude // Fell on her, from which mood was born // Scorn of herself; again, from out that mood


Laughter at her self-scorn. //  "What! is not this my place of strength," she said, // "My spacious mansion built for me, // Whereof the strong foundation-stones were laid


Since my first memory." // But in dark corners of her palace stood // uncertain shapes; and unawares // On white-eyed phantasms weeping tears of blood,


And horrible nightmares, // And hollow shades enclosing hearts of flame, // And, with dim fretted foreheads all, // On corpses three-months-old at noon she came,


That stood against the wall. // A spot of dull stagnation, without light // Or power of movement, seem'd my soul, // 'Mid onward-sloping motions infinite


Making for one sure goal. //  A still salt pool, lock'd in with bars of sand, // Left on the shore; that hears all night // The plunging seas draw backward from the land


Their moon-led waters white. //  A star that with the choral starry dance // Join'd not, but stood, and standing saw // The hollow orb of moving Circumstance


Roll'd round by one fix'd law. // Back on herself her serpent pride had curl'd // "No voice," she shriek'd in that lone hall, // "No voice breaks thro' the stillness of this world:


One deep, deep silence all!" // She, mouldering with the dull earth's mouldering sod, //Inwrapt tenfold in slothful shame, // Lay there exiled from eternal God,


Lost to her place and name; // And death and life she hated equally, // And nothing saw, for her despair, // But dreadful time, dreadful eternity,


No comfort anywhere; // Remaining utterly confused with fears, // And ever worse with growing time, // And ever unrelieved by dismal tears,


And all alone in crime:// Shut up as in a crumbling tomb, girt round // With blackness as a solid wall, // Far off she seem'd to hear the dully sound


Of human footsteps fall. // As in strange lands a traveller walking slow, // In doubt and great perplexity, // A little before moon-rise hears the low


Moan of an unknown sea;// And knows not if it be thunder, or a sound // Of rocks thrown down, or one deep cry // Of great wild beasts; then thinketh, "I have found


A new land, but I die." // She howl'd aloud, "I am on fire within. // There comes no murmur of reply. // What is it that will take away my sin,


And save me lest I die?" //  So when four years were wholly finished,// She threw her royal robes away. // "Make me a cottage in the vale," she said,


"Where I may mourn and pray.// "Yet pull not down my palace towers, that are // So lightly, beautifully built. //
Perchance I may return with others there //
 When I have purged my guilt." //

Casas

La monarquía tiene ventajas. Se mantienen nombres célebres, a los que solo cabe cambiar una cifra (Luis XIII, XIV, XV, XVI, en Francia), y se supone que el saber se transmite. La transición es menos costosa y dolorosa. No implica ni siquiera un cambio de domicilio. En algunos casos, la monarquía no es hereditaria, como n el Imperio Romano (Augusto insistió en nombrar al mejor gobernante y no necesariamente a un descendiente suyo), pero, en general, la sucesión se simplifica si se estipula que es el hijo mayor es más capaz de ejercer las tareas para las que se le ha intentado preparar.


Este interesante sistema se ha extendido a gobiernos republicanos. Se conocen monarquías presidenciales (Siria, Corea del Norte, por ejemplo), en las que los hijos han sido designados por el padre, y no elegidos (como en los Estados Unidos), con resultados curiosos.

En el mundo de las artes plásticas y arquitectónicas, la delegación del taller en un hijo es o era moneda común desde la antigüedad. La existencia y exigencias del secreto profesional (aplicado a fórmulas de fabricación de tintes, pinturas, etc., utilizados en talleres de tallistas, pintores, etc.) conllevaba la prudencia. El hijo, formado por o en contacto con el padre, era el mejor preparado, el que estaba en posesión de todos los trucos y secretos requeridos, para que el taller siguiera funcionando. Éste podía o no cambiar de estilo o de temas. Habitualmente la línea se mantenía. Los clientes quedaban satisfechos. Los temas de más éxito se seguían tratando. Se crearon verdaderas sagas, que implicaban no solo a hijos, sino a nietos, hermanos, cuñados, suegros, etc.) Toda la familia vivía del taller, transmitido de generación en generación. De algo había que comer. El talento, empero, no necesariamente se transmitía. Hoy, no cuesta demasiado, pese a la pervivencia de unos mismos temas y de un modo de pintar muy parecido, distinguir entre las obras de El Greco padre e hijo (Doménico, y Jorge), como tampoco entre las de Zurbarán padre e hijo (Francisco, Juan), o entre las de "los Goya (Francisco, Javier), por no mencionar las diferencias entre las pinturas de Velázquez y de su suegro Pacheco. Pero, si no uno no presta demasiada atención, lo importante es el apellido, y museos y exposiciones -ocurre hoy en Barcelona- pueden lucir a "un" Zurbarán -aunque, de cerca, sin leer la cartela, se descubre que se trata de un Zurbarán diríamos que menor: su hijo ya lo intentaba, pero...

En arquitectura, el nuevo edificio de la facultad de arquitectura de Barcelona, construido hace unos veinticinco años, es un ejemplo modélico: se encargó a un prestigioso arquitecto ya mayor, fallecido antes de que el proyecto y las obras se llevaran a cabo. Pero éstas se construyeron. El edifico consta como la última obra del arquitecto. La Escuela puede contar un origen prestigioso. Obtuvo incluso un premio.

Desconozco si este trabajo familiar ha ocurrido en las artes literarias, aunque se sabe de hijos o familiares que han concluido obras inacabadas del padre. Nadie puede dejar pasar alguna buena ocasión.

Desde hace unos pocos años, ha aparecido una nueva e interesante modalidad de saga familiar: la monarquía profesoral. Así, en algunos departamentos universitarios, los hijos -incluso sus parejas- son contratados como profesores junto a, o en sustitución de, sus padres. Los beneficios son enormes. Si una escuela es conocida por el prestigio de determinados apelllidos, éstos perviven. Hay que ser ruin para leer la letra pequeña o fijarse en el nombre y no solo en el apellido. Por otra parte, ¿quién está mejor dispuesto para seguir las brillantes enseñanzas del padre que un hijo? Los alumnos no se despistan. Conocen los mejores apellidos. Inspiran confianza, seguridad, constancia. Aquéllos pueden confiar en las enseñanzas que se les van a impartir.  Finalmente, dichos nombramientos son un ejemplo: en un momento en que los jóvenes tienen tantas dificultades para entrar en la Universidad como enseñantes - lo que cortaría de inmediato la inevitable fosilización y "gerontocratización" del cuerpo de profesores-, admira que los hijos consigan que se abran las puertas: no todo está perdido. Y a confiar en los nietos 

miércoles, 6 de abril de 2011

martes, 5 de abril de 2011

Lykke Li: I Know Places (2011)



¿La canción del año?
Del álbum Wounded Rhymes

El mejor libro de arquitectura del año (.........aunque trate de la obra de Enric Miralles)




David Bestué es un artista que trabaja principalmente con fotografías y videos. Suele trabajar con Marc Vives. Pero también solo.
Sus obras en solitario suelen tratar temas arquitectónicos.
Pero también actúa de teórico. Ha escrito un voluminoso ensayo sobre la obra de Enric Miralles, ilustrado con numerosas fotografías del estado actual de las obras. David Bestué no es arquitecto. Se trata del mejor ensayo de arquitectura en muchos años.

Enric Miralles a izquierda y derecha (también sin gafas) -un título que alude al de la tesis doctoral del arquitecto-(edición bilingüe, Tenov, Barcelona, 2011)  recorre toda la obra, incluso la que no se ha construido o concluido, de Enric Miralles. David Bestué ha visitado, recorrido, explorado toda y cada una de las obras.

El libro refleja lo que las obras son ahora: edificios ocupados, vividos, a veces modificados, casi siempre degradados. Pero edificios vivos, vitales.
Los textos de David Bestué reflejan sus impresiones y descubrimientos: se fija en detalles, a veces obviados o imperceptibles. La descripción de cada edificio es precisa. David Bestué actúa casi como un etnógrafo, o un detective. Anota cuanto descubre.Se centra en las opiniones de los que habitan o trabajan en las obras; opiniones positivas y negativas; opiniones que reflejan como los usuarios se han adaptado al edificio -a menudo poco funcional o no concebido para la función que cumple-, y lo han adaptado a las necesidades de los usuarios. El edificio cambia a veces no solo de función, sino de forma, como si se disfrazara, y decidiera ser otra edificio; posibilidad que el edificio favorece y permite, como si quisiera tener otra vida. "Como si": una expresión que David Bestué utiliza a menudo. Se diría que los edificios son imágenes poéticas proyectadas por el arquitecto, e imágenes en tránsito elaboradas por los usuarios, imágenes que brotan del encuentro entre la visión del arquitecto y las esperanzas y decepciones del habitante. Los edificios no son estáticos -una paradoja, hablando del arte más estable y perenne que quepa imaginar: reflejan el cúmulo de imágenes, a veces contradictorias que Enric Miralles manejaba, imágenes a veces incompletas o inconclusas, imágenes dispuestas para ser manipuladas y transformadas por los usuarios. Imágenes en mutación. Fragmentos de vida, siempre a punto de mutar, o de caer. Edificios que viven y, por tanto, decaen. Los edificios son organismos vivos. En ocasiones parecen no gustarse y se diría que escapan de sí mismos, buscando o apelando a las transformaciones que quienes los ocupan, o los sufren, practican.

sábado, 2 de abril de 2011

Theo Tagholm: Drift (2009)

Hermes, explorador espacial


Como un ave de centelleante plumaje de fuego, como el brillante ojo de Horus, desde el horizonte, se alza, cuando el alba despunta apenas: Hermes, el benjamín, el hijo predilecto de Zeus, surca el empíreo desde el amanecer hasta que la luz declina.
Su despuntar anuncia el día. Hermes es el mensajero de los dioses, su portavoz. Las decisiones divinas, y el fruto de las acciones del cielo -activando, por ejemplo, la rueda del tiempo- llegan a los seres humanos gracias a la mediación de Hermes. No existe frontera que se interponga en su veloz desplazamiento; ni siquiera la falla entre el mundo de los vivos y el abismo de los muertos, ante la que todos los dioses, ya provengan de lo alto, ya asciendan de los infiernos, se detienen inexorablemente. Hermes franquea los límites del mundo sin detenerse ni perderse.
Su sentido de la orientación es prodigioso. El alba que arrastra ilumina su camino. Serpentea en las tinieblas. Las alas de su calzado y las que despuntan del casco le ayudan a surcar los espacios vacíos. La oscuridad ni los misterios no le frenan, porque sabe hallar el camino hasta lo más hondo del mundo infernal, y encontrar la senda de vuelta hacia la luz. Por eso, las almas de los difuntos le siguen presurosas a fin de no perderse en su descenso hacia el Hades, su nueva y postrera morada.

Los caminos que unen las ciudades y organizan el territorio están punteados por unos mojones de piedra coronados por el busto del dios, llamados precisamente hermai. Pautan el espacio, impidiendo que los viajeros (comerciantes, ladrones, viajantes) se pierdan o no sepan qué dirección tomar. Con la protección de Hermes la senda es segura.

Siendo así que Hermes está familiarizado con lo ignoto, una segunda barrera, quizá incluso más infranqueable, que separa el mundo real del mundo de la ficción -barrera que un espejo dibuja-, salta al paso de Hermes. Detrás de él, los hermeneutas (los intérpretes del arte) se adentran en las profundidades del texto o de la imagen. Ésta aparece como un mapa que Hermes recorre en profundidad. Circula por la carta de las imágenes ayudándose de las mismas. Son las imágenes quienes lo orientan, ya que es capaz de percibir señales, que le indican el camino hacia los mensajes más inexpugnables, con la ayuda sola de su luz. Desde la superficie de la imagen, se adentra en los incontables significados de la obra de arte. Ésta constituye un espacio arquitectónico, compuesto de una infinidad de estancias, cada más oscuras puesto que cada vez más alejadas de la luz que reverbera en la superficie del espejo, la apariencia, imagen o forma de la obra de arte. Todos los cerrojos que el creador ha dispuesto saltan. Hermes prosigue su camino. La luz que trae ilumina las más recónditas esquinas. La imagen adquiere profundidad. Los sentidos, que habitan en la obra,  fluyen a la superficie. Hermes en un arqueólogo del sentido, un explorador de la cara oculta de la imagen -por eso mismo, Hermes ayuda a cifrar los mensajes que no se quieren divulgar gracias a una apariencia o imagen engañosa. Sin duda, Hermes aún se ríe de las cadenas que dispuso en las Meninas de Velázquez.
Toda imagen es un mapa de un mundo, interno o externo. Mapa que se tiene que leer. Los signos que lo pueblas, las líneas que lo recorren son indescifrables a primera vista. Como Beatriz -guiando a Dante por los enrevesados caminos que atraviesan el cielo y los infiernos-, Hermes es la única divinidad capaz de ayudar a explorar los múltiples niveles del sentido de la obra de arte, las capas sucesivas de mensajes, las distintas grafías, el sin número de pliegues que se interponen al avance del intérprete -protegiendo aquellos sentidfos que no pueden ser desvelados impunemente, y que solo la luz de Hermes desgarra o disipa. Hermes ve en la imagen un mundo estructurado -pero inexpugnable- allí donde solo percibimos superficies vanas o planas. Gracias a Hermes, el mundo del arte se dota de sentido, de espesor. Se configura como un universo complejo cuyos secretos no podrán ser desvelados nunca.
Porque Hermes es también un dios burlón. Así como engañó a Apolo (el dios de la poesía y la arquitectura, dios que levanta los mundos que poesía y arquitectura definen), haciéndole creer que iba en una dirección cuando caminada -de espaldas- en dirección contraria, así puede llevarnos hacia el abismo, dejándonos que nos abisbamos en las profundidades, oquedades u oscuridades de un texto o una imagen, y ya no sepamos hallar el camino de vuelta hacia ese lado del espejo. Por eso, las sendas que Hermes traza no son siempre seguras. Llevan a la verdad -o a su negación. La misma verdad de la obra puede ser tan luminosa que nos ciegue. Con hermes quizá acabemos confundiendo la realidad y la ficción; mas sin él, el mundo se amputa de la ficción, en la que el mundo se transfigura. Y la vida, entonces, deja de ser esperanzada. Hermes construye espacios dotados de sentido. Mas que pueden dejarnos sin sentido. Las obras de arte´y, más precisamente, las de arquitectura, han sido siempre castillos encantados. Habitados por hadas. Y ogros.

Luis Bagué: De construcción (2011)


De Construcción

Cuando la arquitectura de los sueños
ha producido monstruos de hormigón,
es preciso mudarse de metáfora
(ya que no de paisaje)
y recorrer los tópicos
que intuye la experiencia
y que el amor confirma:
cimentar las ideas, amueblar
las palabras
y empezar a vivir por el tejado.
Quisiéremos también
edificar la historia,
ladrillo tras ladrillo,
y levantar la casa de la edad.

Habitarla
apenas cuesta nada.
Un solo verso
o, como mucho,dos:
construir un monumento
que no destruya el tiempo ni el cemento.

Luis Bagué Quílez: Página en construcción, XXV Premio Unicaja de Poesía, Visor, Madrid, 2011, ps. 52-53.

Luis Bagué (Palafrugell, 1978), premio Hiperíón de Poesía en 2007, es profesor de Filología Hispánica en la Universidad de Alicante.
Junto con David Leo García, quien también obtuvo el Premio Hiperión de Poesía en 2006, el mejor poeta español. Sus temas rondan a menudo el espacio habitable. Co-dirige la revista de poesía Ex libris, fundamental.
Agradezco el envío de su último y hermoso poemario.

Véase su blog.

Thomas Hardy (1840-1928): Heiress and Architect (La heredera y el arquitecto) (1867)




Heiress and Architect


SHE sought the Studios, beckoning to her side
An arch-designer, for she planned to build.
He was of wise contrivance, deeply skilled
In every intervolve of high and wide—
Well fit to be her guide.

“Whatever it be,”
Responded he,
With cold, clear voice, and cold, clear view,
“In true accord with prudent fashionings
For such vicissitudes as living brings,
And thwarting not the law of stable things,
That will I do.”

“Shape me,” she said, “high walls with tracery
And open ogive-work, that scent and hue
Of buds, and travelling bees, may come in through,
The note of birds, and singings of the sea,
For these are much to me.”

“An idle whim!”
Broke forth from him
Whom nought could warm to gallantries:
“Cede all these buds and birds, the zephyr’s call,
And scents, and hues, and things that falter all,
And choose as best the close and surly wall,
For winter’s freeze.”

“Then frame,” she cried, “wide fronts of crystal glass,
That I may show my laughter and my light—
Light like the sun’s by day, the stars’ by night—
Till rival heart-queens, envying, wail, ‘Alas,
Her glory!’ as they pass.”

“O maid misled!”
He sternly said,
Whose facile foresight pierced her dire;
“Where shall abide the soul when, sick of glee,
It shrinks, and hides, and prays no eye may see?
Those house them best who house for secrecy,
For you will tire.”

“A little chamber, then, with swan and dove
Ranged thickly, and engrailed with rare device
Of reds and purples, for a Paradise
Wherein my Love may greet me, I my Love,
When he shall know thereof?”

“This, too, is ill,”
He answered still,
The man who swayed her like a shade.
“An hour will come when sight of such sweet nook
Would bring a bitterness too sharp to brook,
When brighter eyes have won away his look;
For you will fade.”

Then said she faintly: “O, contrive some way—
Some narrow winding turret, quite mine own,
To reach a loft where I may grieve alone!
It is a slight thing; hence do not, I pray,
This last dear fancy slay!”

“Such winding ways
Fit not your days,”
Said he, the man of measuring eye;
“I must even fashion as my rule declares,
To wit: Give space (since life ends unawares)
To hale a coffined corpse adown the stairs;
For you will die.”


Thomas Hardy (conocido por su novela Tess de Uberville), arquitecto y escritor inglés, hijo de un constructor.
Dos visiones de la arquitectura: la construcción (o la reconstrucción) del paraíso (un jardín clausurado, cerrado a la vida real), en el que se podría soñar con una vida eterna, y la edificación de solidas e inimaginativas paredes de piedra, con aperturas de anchura suficiente para que pase el ataúd.

(Espacio doméstico) Fred Stuhr & Adam Jones: Sober (1993)

jueves, 31 de marzo de 2011

Jan Balej (1958): Una noche en la ciudad (Jedné Noci V Jednom Meste) (2007)







Sobre esta película deanimación, véase el siguiente enlace

Sobre el autor, enlace útil.

martes, 29 de marzo de 2011

Pigs in the City (Angry Birds) (2011)



... o lo más importante que ha ocurrido en la arquitectura desde que Gehry diseñó el sombrero de Lady Gaga. La arquitectura contemporánea es lo que tiene.

Stephen and Timothy Quay: Nocturna Artificialia (1979)



Pilar del cielo

En los inicios, las aguas matriciales que luego alimentarían al Nilo se removieron. Estas aguas, llamadas Noun, podían alzarse, como cuando el viento o el hálito sopla sobre las aguas, y convertirse en una divinidad en forma humana, alzada sobre la agitada superficie acuosa. En este caso, las aguas adoptaban el nombre de Ptah: se trataba del gran dios creador egipcio -del Egipto faraónico-, al menos según los antiguos teólogos de Memfis.
Ptah era el engendrador del cosmos. Con su actividad dio origen a  todos los entes que configuraron y poblaron el cosmos. En Menfis se contaba que Ptah había hecho surgir de las aguas la primera tierra habitable; en la ciudad de Hermópolis, sin embargo, se pensaba que Ptah había dado a luz a cuatro parejas de divinidades muy peculiares: Noun, las aguas de los tiempos primeros (siendo Ptah las aguas, había alumbrado a un hijo o a una hija con la misma naturaleza acuosa, fecundante, cargada de limo fértil, de éste ), Heh -el Espacio infinito-, Kek -las tinieblas- y Atun -lo Oculto, lo Ignoto-, y sus respectivas esposas divinas; una última obra de Ptah -o un´hijo tardío- fue Niaou -el vacío-. Las características, inciertas y oscuras, indeterminadas e informes, del espacio de los inicios, estaban planteadas: de algún modo, Ptah, que preexistía a la creación, había engendrado el espacio antes de ser poblado: vacío, carente de vida, de luz.

Según los teólogos de Heliópolis, de las Aguas de los inicios (de Nun), surgieron el Aire (Shu) y la Humedad (Tefnut). El aire (o Aire, siendo así que Aire y Humedad, al igual que las Aguas, eran divinidades primordiales) pobló el espacio y lo constituyó. El cielo se llenó de aire, se hinchó como un globo, y se separó de la tierra; entre ésta y el cielo, la atmósfera se instaló.

Del mismo modo, Heh (el Espacio infinito) que Ptah engendró se expandió y ocupó la totalidad del cielo. Heh también era una divinidad de los inicios. Se alzó, levantó el vuelo, con los brazos levantados, a fin de extender la bóveda celestial.

Los brazos en cruz y los antebrazos levantados de Heh, al alzarse, formaban un ángulo recto. Esta forma geométrica era idéntica a las piedras de ángulo que los constructores depositaban en la tierra para plantar y extender los edificios (templos, tumbas y palacios). Las piedras angulares marcaban los límites de toda construcción.

Éste era también la forma que los brazos de Ptah adoptaban. Si Ptah logró crear el universo fue porque se alzó. Se puso de pie, y levantó los brazos. De este modo, logró extender la fina lámina de tela o metálica que constituía el límite de la bóveda celestial. Con su gesto, el cielo, como una tela arrugada, caída sobre las aguas temblorosas, o la tierra, se tendía como una tienda de campaña. El cielo se convertía en un techo protector y constituía un espacio habitable. Dicha tienda se sostenía gracias al pilar, el eje o el mástil que el cuerpo erguido de Ptah formaba o constituía: Ptah era el sustento del universo; se comportaba como un elemento arquitectónico: un pilar. Al mismo tiempo, sus brazos, como jácenas, permitían que el cielo se extendiera por todo el orbe y se mantuviera firme.

Ptah era, por tanto, arquitecto y arquitectura: era el creador o constructor del mundo, pero también era los elementos constructivos. Creador y portador del cielo: como un atlante sostenía el mundo que había engendrado. Éste no hubiera podía existir o ser en tanto que cielo sin el gesto y la voluntad de Ptah. De algún modo, Ptah lo había animado; lo había dotado de vida, alisándolo, devolviéndole su prestancia.

Los brazos alzados y en ángulo eran también la imagen del ka: este extraño concepto egipcio, y que se suele traducir por alma o espíritu, corresponde más o menos al hálito o la fuerza vital. Ptah era, entonces, el alma del mundo: En tanto que creador daba vida, animaba su creación -que era él mismo. Es decir, como se cantaba, Ptah se edificó. Su obra era él mismo. Se formó: y el cosmos era él mismo. Habitaba en el espacio, lo ocupaba; era el espacio habitable y habitado. Por tanto, mientras estuviera de cuerpo presente, el mundo era acogedor, lleno, pletórico de vida: un espacio o un lugar prometedor. Un lugar donde la vida podía prender.
Ptah se presentaba como un prototipo. La verticalidad, la articulación de los ejes, las cuatro direcciones del espacio partían de él. Era, por tanto, el centro, el eje del universo. Toda la creación irradiaba a partir de su cuerpo.
Ptah era el hogar: creador, guardián, protector del espacio habitable. Espacio que era él mismo. Bajo o en su presencia, la vida se manifestaba. Egipto significaba el Templo del ka de Ptah. Ptah era el corazón de Egipto -su centro vital y engendrador. Ptah, el Gran Arquitecto, era un mundo.

Mucho antes que Cristo -quien se presentaba como arquitecto y como iglesia-, Ptah descubrió que la verdadera creación es siempre la de uno mismo. Creamos, no para los demás, sino para nosotros mismos. Somos el fruto de nuestros actos.

domingo, 27 de marzo de 2011

Habitar

"El ser humano habita como un poeta": esta tan citada frase del poeta alemán romántico  Holderlin que ha dado título a un célebre texto de un filósofo alemán del siglo XX (Heidegger) sobre la arquitectura suena cursi o es incomprensible; queda bien, es misteriosa, pero no queda claro si para vivir hace falta ir vestido de Dante, o hablar en endecasílabos. Normal, no parece.

El enigma o el absurdo se resuelve si pensamos que Heidegger utiliza "poesía" en el sentido literal griego; en efecto, poiesis significa hecho u obra (hecha), y el verbo poieo, hacer; el vulgar o simple verbo hacer. Poiesis es una obra (de arte).

¿Por qué se aclara el sentido de la frase, y qué dice?
El hombre habita como un artista o un hacedor. Si no se comporta como un creador, no habita; solo yace en un sitio -con el que no comparte nada-. No está "instalado", porque no se ha hecho al lugar. Está como un extraño. La tierra lo rechaza: es un errante. No puede asentarse.
Habitar consiste en hacerse un lugar, es decir, convertir un espacio en un lugar apto para la vida; significa transformar un espacio indiferenciado en un lugar dotado de valores o significados, en el que nos reconocemos;
Este cambio no requiere necesariamente grandes obras. Solo necesita estar a la escucha de lo que el lugar dice, nos sugiere; Podemos, entonces establecernos solo allí donde establecemos un contacto con el lugar. Lograr que un espacio se vuelva un lugar conlleva más prestar atención que incidir físicamente en el sitio. Es muy posible que se tenga que intervenir, ciertamente, pero solo después de haber interpretado las imágenes que el lugar nos evoca. Se habita en un espacio evocador; lugar en el que la memoria se asentará; un lugar que nos dejará un recuerdo imperecedero, vital, como si siempre hubiéramos estado ahí, y solo hubiéramos podido estar  en ese preciso lugar.

Del mismo modo que las obras de arte no las crea solo o tanto el artista, sino el espectador cuando entra en contacto con la obra y la dota de sentido, convirtiéndola, precisamente porque le presta atención, en un objeto significativo, digno de ser escuchado o mirado, la arquitectura no es (solo) el fruto del trabajo del arquitecto ni del constructor, sino del habitante (el usuario). La arquitectura es el resultado de una instalación, una instauración: quien instala y se instala es el habitante; éste se ha hecho un hueco: le parece que vivirá siempre allí -es decir, morirá allí-, o que podría siempre vivir allí.  El espacio, hasta entonces inerte, se anima; se convierte en un espacio protector, un techo.

Si uno habita es porque ha entendido el lugar, le ha prestado atención, o le ha dotado de sentido. La tierra, entonces, acoge al habitante; para siempre, en esta y la "otra" vida; en la tierra y sepultado.

Stephen y Timothy Quay (1947): La seducción de Enkidu, de El poema de Gilgamesh (1985)




Brothers Quay -1985- The Epic of Gilgamesh por petitlolotechre

Sobre los míticos hermanos gemelos Quay y su contribución al arte de la animación véase la entrada de Wikipedia, y la página web siguiente

Sobre esta extraña, casi incomprensible lectura de uno de las tablillas de la Épica de Gilgamesh -que cuenta cómo una prostituta humaniza a Enkidu, quien sería, desde entonces, el "escudero", el alma gemela de Gilgamesh, el espejo en el que éste se miraría-, se ha escrito::

"This was originally conceived as a pilot for a series, which never materialized due to lack of funding. Alternative title: Little Songs of the Chief Officer of Hunar Louse (Being a Largely Disguised Reduction of the Epic of Gilgamesh), Tableau II, "in which Gilgamesh sends a prostitute to seduce the wild man of the forest, Enkidu". The Gilgamesh figure is a sort of grotesque fascist hydrocephalic child despot on a tricycle, ruthless patrolling his sandbox kingdom. Enkidu, made from a bird skull adorned with an exotic headdress of feathers and shells, brings to mind Max Ernst's renowned collage series Une Semaine de Bonté. The wicked child sets a devilish trap for the creature - a gobbet of raw flesh to lure him, and then a mechanical trapdoor in the shape of a vulva...it is strong stuff, a waking nightmare of paranoia and sexual violence. The camerawork is frenetic, yet the effect is precisely that convergence of the dreamlike and the mythic, the bizarre and the inevitable that all their work aspires to." -J.D. McClatchy.

La cita procede de la página web siguiente

Otra descripción o interpretación en esta otra página de Wikipedia.

Daan Verbiest: City of Lights (2007)


City of Lights from Daan Verbiest on Vimeo.

George Kuchar: Wild Night in El Reno (1977)

viernes, 25 de marzo de 2011

Marguerite Duras: Mains inversées (manos invertidas) (1978)


Marguerite Duras - Les mains négatives por Iconographe

Documental que filma la ciudad de Paris, casi desierta, al alba, como si fuera un largo túnel subterráneo. Se perciben algunas huellas o sombras humanas -como trazas de manos prehistóricas-, signos que podrían -como las manos de los tiempos remotos- pedir ayuda, o contacto.
La ciudad de piedra -mineral-, compuesta por inmutables muros rocosos, vacíada, fantasmagórica, como el arte del remoto pasado, que trata de evocar o de invocar a los humanos de los orígenes, para que lleguen a nosotros a través de los corredores que son las hondas galerías o las desérticas avenidas.

Una obra que apela, que llama a los ausentes (seres del pasado, de otro tiempo, como seres una vez amados -y desaparecidos), en la que la ciudad, como las galerías subterréneas, canaliza el grito o el deseo -hacia no se sabe bien si la nada, el vacío, o sueños de figuras del pasado.

La exploración, sistemática y obsesiva, de las arterias del corazón de París, busca a un ausente deseado, y toda la película se convierte en una imploración: unas manos invertidas como las que se unen a las paredes de las cavernas prehistóricas, que nos separan para siempre de los que ya no están ni son.

Debo el conocimiento de esta obra a la exposición 1979 en el Palacio de la Virreina, de Barcelona, actualmente en cartel.

Véase este enlace

jueves, 24 de marzo de 2011

Mason Shefa: Rêverie (2009)



Mason Shefa, multipremiado, es afgano y tiene diecisiete años.

Ken Jacobs: Window (Ventana) (1964)


Window, ken jacobs. por zohilof

martes, 22 de marzo de 2011

Ernie Gehr: Serene Velocity (1970) -película sin sonido-



"If Giotto had been an action painter his name would be Ernie Gehr." – J. Hoberman
(citado en la página web siguiente: http://hcl.harvard.edu/hfa/films/2008janfeb/gehr.html

Véase también: http://visionary-film.blogspot.com/2007/08/ernie-gehr-tate-modern-program.html

Una obra maestra del cortometraje. Considerada patrimonio nacional norteamericano.

Wolf Koenig & Colin Low : City of Gold (1958)

¿Arquitectos?

Un interesante artículo, publicado en El País del domingo 20 de marzo de 2011, da cuenta de una cena privada acaecida la noche anterior en la todos los comensales eran arquitectos -salvo el narrador.
No se sabe si la historia relatada es una ficción, un hecho realmente acontecido, o una mezcla de ficción y realidad -ya que todos los personajes citados de los que se habló en esta cena son "reales"-. Pero, sea cual sea el género al que se adscribe el texto, la lección que se desprende es aleccionadora.
Los comensales debatieron sobre el futuro de la arquitectura; sobre todo de la arquitectura municipal, y del responsable o próximo responsable de las obras públicas en la ciudad, tras las próximas elecciones municipales y el más que probable cambio de gobierno.
La suerte de la arquitectura  -de una manera de hacer arquitectura, se cuenta en el texto- estaba en juego. Cabe preguntarse si este tema tiene aún sentido: ¿acaso existen aún arquitectos? o, mejor dicho, ¿existirán en un futuro próximo?
Se construye -o se ha construido mucho; ¿arquitectura? Hacer arquitectura es muy fácil; construir, por el contrario, dificilísimo; pero, ¿es la construcción arquitectura? Arquitectura es el arte de dar sentido a un espacio; transformar un espacio en un lugar; transformación que se logra no con el recurso de la técnica -cada vez más compleja- sino con la capacidad de percibir las necesidades del lugar o, mejor dicho, de aunar las necesidades o los deseos de los próximos lugareños con las capacidades del lugar. No se tiene que "hacer" nada, sino registrar, observar, escuchar lo que el sitio sugiere. El clima, las vegetación, el cielo son los elementos que determinan que un espacio sea o se convierta en un lugar habitable. Arquitectura es la conversión de un páramo en un hábitat; la arquitectura es una cosa mental: un arte que genera una sensación de bienestar, que genera sensaciones o impresiones -íntimas, interiores; es el arte gracias al cual un espacio inhóspito deviene hospitalario. La percepción de lo hospitalario se refleja en cuantas artes (y obras de arte) interpretan la capacidad del espacio de acoger al ser humano:  poemas, novelas, películas, fotografías, espectáculos da danza, composiciones musicales, video-instalaciones, etc. La arquitectura -la capacidad de un espacio de acoger habitantes- se halla, se muestra en las imágenes de estos mismos espacio transfigurados que las obras de arte producen o reflejan.
"Ser" arquitecto no es ser constructor. No hacen falta el conocimiento de la técnica sino la capacidad de percibir un espacio, y de imaginar cómo los deseos de los habitantes convertirían dicho espacio es un lugar habitado, habitable. Mas, ¿habrán arquitectos en un futuro muy próximo? Los planes de estudio insisten en las enseñanzas técnicas; los ejercicios de proyectos se plantean como simulaciones de situaciones reales -con la diferencia que no se responde a ningún deseo (no hay nadie a quien atender)-. O sí: al deseo del creador.
Desde que el arquitecto puedo dar rienda a su voluntad creativa, y quiso ser -o tuvo que ser- original, escuchándose -y no escuchando al lugar y a los habitantes-, la arquitectura dejó de existir. Hoy, seguramente, ya no somos arquitectos, ni cabe pensar que existan más. Somos todos perfectos o imperfectos técnicos. Producimos o producíamos un ingente número de despliegues ingeniosos, de obras de ingeniería. En las que nadie puede vivir, pues solo están producidas para acoger a nuestra voluntad de originalidad.
El arquitecto daba paso al lugar y a los habitantes. Se convertía en portavoces suyos. Era la mano puesta al servicio del lugar. Las voces del lugar hablaban a través del arquitecto. Lugar que dialogaba con el habitante gracias a la mediación del arquitecto. Arquitecto que se callaba. Escuchaba y, como un director de orquesta, daba entrada a las distintas voces emanadas del lugar o asentadas en él, que convergían en él, como si de una caja de resonancia se tratara.  La voz del arquitecto no se imponía. No tenía nada que decir -salvo el decir que el lugar y los habitantes podían dialogar.
El arquitecto quedo: una imagen muy lejana de la escena espléndidamente descrita en el artículo antes citado.