En un breve texto reciente se comentaba las similitudes y las diferencias entre las palabras moda y modo, comunes en el vocabulario de la teoría de arte. Ambos derivan del latín modus, qué significa manera o modo, pero que ha dado lugar a dos palabras con significados distintos. La moda es la manera de aparecer, sin que esta apariencia tenga necesariamente qué ver con la esencia, a la que puede exponer u ocultar, mientras que modo designa la manera cómo la esencia se “encarna” (el vocabulario teológico cristico o cristiano, derivado del neoplatonismo, es útil en la teoría del arte, porque trata de mediar entre la esencia y la apariencia, la idea y la forma material, revelando las complejas relaciones entre ambos mundos, visible e invisible). El modo no esconde o altera a la esencia, sino que designa cómo la esencia decide mostrarse.
La palabra modelo es un diminutivo itálico del latín modus. Palabra compleja, con múltiples significados, todos ellos relacionados, que nos dicen de la riqueza de la imagen.
Un modelo (un modello, en italiano) es un prototipo. En arquitectura, modelo es un sinónimo de maqueta. Ésta es una versión reducida, a escala, de una obra, que se construye para “hacer ver” la futura obra, y que ésta pueda apreciarse. Ofrece una imagen interpretable. Al mismo tiempo, un modelo es una guía que el constructor utiliza en la obra o en la puesta en obra. En la Grecia antigua, donde no se trazaban planos arquitectónicos, los modelos servían para saber cómo construir y qué medidas otorgar a la obra en ciernes o en construcción. Un modelo mediaba entre la idea y la realización material. Enteramente definido (idea, en griego, se traduce por forma), pero apenas materializado, el modelo podía permitir tomar las medidas de la realidad y anticiparse a ésta, sin los obstáculos que la materia causa a la plasmación o “expresión” de la idea.
Un modelo no se retrotrae ni es intangible. Invita a la creación, al modelado de seres y entes, es decir, a poner las manos en la masa , dotarlos de la forma que les corresponde y a animarlos, siguiendo las pautas de un modelo. Los modelos que no dan lugar a entes que son un reflejo suyo son estériles. Un modelo siempre está abierto o dispuesto a engendrar copias, válidas siempre que se refieren a un modelo.
Un modelo pertenece al mundo de la estética, ya que posee las cualidades sensibles que en la obra son más difíciles de percibir -o que la obra no logra acoger. Pero un modelo tiene un componente ético. Un modelo es un ente o una actitud, una acción digna de seguirse. El modelo señala el camino que se tiene que emprender. Nos indica cómo comportarnos, actuar y hacer. Nos ofrece una pautas perfectas pero asumibles.
Esta noción de guía educativa finalmente la asumen los modelos humanos, desde los mitos hasta la moda, ya que un modelo ofrece una imagen mejorada de nosotros, manteniendo cierto carácter inalcanzable sin ser invisible. El modelo vive en su espacio, desmarcado del espacio común, pero abierto a éste , a fin de alentarlo, guiarlo y brindar pautas que alientan la vida, maneras de ser y de aparecer que invitan a la emulación.
La vida sin modelos o referentes es una vida a oscuras.
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