Como si fuera fácil, posible o incluso deseable. Debemos (es un deber, un imperativo que cumplir, sin esperar beneficio o recompensa algunos) esforzarnos -y el esfuerzo ya es un signo de la anormalidad de la situación- en juzgar obras de arte sin tener prejuicios, acercándonos a la obra sin orejeras, o dejando que la obra se acerque a nosotros sin que levantemos barreras.
Un dibujo de arquitectura a tinta. El trazo nervioso, a mano. Habilidad en la utilización de la línea y la mancha para evocar volúmenes: un juego de luces y sombras, de vacíos y llenos, de planos y de volúmenes. Destreza en la representación sintética de una columnata, en el fondo, con los fustes iluminados, pero desmaterializados, destacando de la penumbra densa, casi material o palpable. Inteligencia en el recurso de un amplio vacío ante un volumen retrotraído hacia el último plano..Perspectiva vertiginosa. Disimetría, que no desequilibrio. Evocación lograda de la Roma imperial, hubiera o no existido. Recreación de lo que pudo haber sido , o de un sueño.
Un apunte diestro de un artista con conocimientos de arquitectura, o de un arquitecto hábil en el dibujo; desde luego, con conocimientos de la arquitectura romana, y con capacidad de evocarla con escuetos -sintéticos- recursos. Un dibujo que evoca la majestuosidad, el carácter inquietante, casi inhumano de dicha arquitectura: la masa negra del pórtico o de la Estoa que “avanza” o se interpone a la derecha, evitando la “fuga” visual, y obliga a una mirada ladeada sin olvidar la centralidad de la composición, así lo revela.
Mas, ¿qué diríamos si supiéramos el nombre del autor del dibujo -y de lo que representa, aunque tan solo el nombre…? ¿”Debemos” saberlo?
Agradecimientos al arquitecto e investigador David Mesa (escuelas de arquitectura de Barcelona y de Karlsruhe) por la comunicación de este dibujo y por las preguntas incómodas suscitadas
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