Gaceta de Madrid, sábado 27 de enero de 1855, número 756
La Gaceta de Madrid fue el precedente del BOE.
Nos sorprende, seguramente, que podamos aprender de los primeros planes de estudios de la primera escuela de arquitectura española, fundada en 1844 en el seno de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en una sociedad y bajo un gobierno poco caracterizados por su apertura de miras.
Ya contamos que la primera escuela se creó para separar los estudios de arquitectura, que exigían conocimientos técnicos, de los propiamente artísticos, que compartía con las enseñanzas de las demás bellas artes, la pintura, la escultura y, quizá sorprendentemente, la música.
Este plan de estudios, para una carrera de siete años, con tres preparatorios y cuatro específicos, y que exigían destreza en el dibujo que se debía adquirir en la academia o en escuelas reconocidas (cuyo aprendizaje requería un examen antes de poder acceder a los estudios específicos), se modificó once años más tarde, en 1855, para contrarrestar el talante excesivamente técnico que formaba “más a constructores que a artistas” mediante la ampliación de cursos de teoría e historia de la arquitectura. El arquitecto no era ni debía ser un ingeniero, pese a que los tres años preparatorios eran comunes (aunque dicha formación común se canceló a finales de siglo debido a su ineficacia).
Los refuerzos para dotar de un mayor contenido teórico y artístico los estudios de arquitectura ofrecían una singular amplitud de miras. La historia del arte pretendía ir “más allá” de las convenciones clásicas imperantes. Se buscaba una formación más ecléctica y más libre, “sin buscar únicamente en el mundo romano las formas y el ornato, sin mostrarse intolerante ni sacrificar el vigor y la lozanía del genio a un clasicismo inexorable” y poder hoy “recibir un precio más subido de la filosofía y la historia”. Era necesario “salir de los dominios de los Cesares (…) para poder consultar con fruto los grandiosos monumentos (…) que fueron producidos por el genio oriental” animados “por el movimiento y la vida de los pueblos recientemente emancipados de la dominación feudal”. El eco de la revolución liberal y de la más lejana constitución de Cádiz posiblemente impregnase este ideario.
Curiosamente, el plan de estudios de arquitectura no incluyó asignaturas de proyectos hasta 1875. Grandes arquitectos como Rafel Guastavino y Luis Domenech Muntaner, formado en la escuela de arquitectura de Madrid, no tuvieron enseñanzas de Proyectos. Si fueron grandes arquitectos gracias o pese a esta ausencia queda al libre albedrío de cada lector.
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