lunes, 20 de enero de 2025

Grimorio







Grimorio, del francés grimoire, significa texto confuso , galimatías. La teoría y la crítica del arte y la arquitectura contemporáneas reciben a menudo este calificativo.

Mas, la palabra grimorio deriva de la palabra gramática, que designa el arte o las normas de la escritura correcta, es decir comprensible. Las gramáticas, con las que se regulaba el aprendizaje del latín y de los textos latinos, en la edad media, parecían, para los iletrados, fórmulas incomprensibles, es decir, conjuros, sin duda maléficos.

Grimorio devino, ya en la edad media, una palabra que designaba un libro voluntariamente oscuro: un texto con encantamientos y fórmulas mágicas, necesariamente maléficas, contrarios a los breviarios que comprendían oraciones. Un libro que no se podía abrir so pena….

Un grimorio era pues un libro de magia negra. Algunos eran traducciones de textos esotéricos árabes. Entre los más conocidos se halla el libro de San Cipriano, supuestamente escrito en el año mil, y muy utilizado en los valles pirenaicos.

Los efectos destructivos o mortales de los conjuros contenidos en este libro se podrían contrarrestar, sin embargo, con la erección de un pilaret.

Se trata de un monolito, muy común en la sociedad agraria española, especialmente pirenaica. Quizá derive de las piedras sagradas hincadas en la edad de bronce (los menhires, invocaciones a icónicas de potencias sobrenaturales).

Los pilarets se presentaban como pequeñas torres, algunas de varios metros de alto, empero, coronadas por una hornacina dedicada a un santo. 

San Sebastián, protector contra la peste, que los conjuros maléficos activaban -un santo particularmente activo en Barcelona, incluso en el siglo XIX cuendo los primeros baños de mar públicos se acogieron bajo su protección- era casi el santo de los pilarets-. En algunos casos, dos hornacinas permitían compartir la invocación a dos figuras sobrenaturales. 

Los pilarets se erigían en cruces de caminos, para evitar la desorientación y la pérdida que el mal causa. En ocasiones su implantación en el territorio atendía a la presencia de hitos naturales destacados, como picos montañosos. Hitos en el paisaje guiaban y protegían a los viajeros. La planificación del territorio requería la presencia de dichos monolitos que conjuraban las nefandas invocaciones que buscaban la perdición del viajero o de toda una comunidad.

Muchos pilarets fueron destruidos durante la Guerra civil. Quizá por eso, la postguerra estuvo tan alentada por el Libro de San Cipriano.


Debo esas oscuras luces a la hermosa tesis doctoral que el arquitecto Gerard Romeu -con una beca de investigación- prepara con mucho cuidado.


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