Sin embargo, el actor y pintor francés Georges Malkine, el primer pintor aceptado por Breton en su inicial listado de creadores surrealistas hasta entonces compuesto solo por poetas, pintó una serie de moradas pensadas como retratos de sus moradores, artistas surrealistas, en su mayoría, aunque también compuso casas para compositores como Bach o Ravel.
Si la casa es el espejo del alma del mirador, las casas de Malkine -interesantes no estéticamente, sino por el retrato simbólico de los artistas retratados que las moradas constituyen- son construcciones imposibles, sueños de volúmenes, visiblemente antropomórficos a veces, que pueden evocar descripciones de castillos fantasmagóricos en novelas góticas, con voladizos, arcadas, bóvedas, representados desde un punto de vista muy bajo, ubicados a veces en lo alto de riscos; construcciones pétreas, masivas, sin puertas ni ventanas, hechas de un solo bloque esculpidos, como si fueran casas ancestrales, cerradas sobre sí mismas, que solo mostraran un perfil impenetrable y enigmático.
https://www.melusine-surrealisme.fr/auteurs/georges-malkine
En las librerías francesas se puede contemplar la auténtica avalancha de novedades editoriales para celebrar el centenario del surrealismo; igualmente destaca la relevante atención expositiva, más allá de la del Pompi. Contrasta con nuestra pobreza a todos los niveles, sin novedades editoriales originales o relevantes en un país tan protagonista del movimiento como nuestro vecino. Menudo descenso a la mediocridad más anodina. Qué envidian dan los fraceses cuando aman y valoran, en bloque y sin fisuras, lo que consideran suyo o "cuasi" (Picasso).
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