Tumbas de Al-Aybn
Fotos : Tochoocho, enero de 2025
La pista discurre en un árido altiplano de piedras, rodeado de altas y desnudas montañas de riscos afilados, posadas sobre la planicie como en un jardín japonés para gigantes.
Tras cruzar un “wadi” -el cauce de un río seco-, la senda asciende sobre una gruesa capa de guijarros en la que las ruedas de los vehículos todo terreno se hunde, giran en el vacío y apenas avanzan entre sacudidas.
El camino, ya a pie, asciende a unos mil metros de altura hasta una carena montañosa a través de una fuerte pendiente pedregosa mientras que al otro lado, una pared vertical cae sobre otro lecho seco de un afluente.
En apenas unos pocos metros, a lo largo del filo horizontal de la carena, delante del telón de finde de una montaña imponente, de paredes verticales, seguramente inaccesible, dotada con múltiples picos, unas quince extrañas construcciones de piedra seca rojiza coronan la montaña.
Construidas a lo largo del tercer milenio aC, estas tumbas revelan la prosperidad de la región que vivía del comercio del cobre con Mesopotamia. Las tumbas tronco-cónicas, de unos cuatro metros de diámetro, envuelven interiormente una falsa bóveda a la que se accede por una estrecha apertura triangular orientadas a sur-oeste. La mayoría están en buen estado de conservación. Se desconocen qué visión del más allá ofrecen, pero su ubicación, de difícil acceso, inaccesibles desde una vertiente debido a la verticalidad de la pared rocosa, dominando desde lo alto, mirando al sol poniente, puede sugerir el deseo de los vivos que los muertos estén lejos y cerca del cielo.
Las tumbas de Al-Ayn contrastan con las de Bat. Son de la misma época, pero estas últimas forma parte de una extensa necrópolis cabe una ciudad hoy perdida del quinto milenio, dedicada al comercio del cobre.
Las tumbas de Bat son de mayor tamaño: unos seis metros de diámetro. La falsa bóveda interior se apoya en una pilastra de planta cuadrada levantada en el centro de la tumba. Aunque algunas tumbas se disponen en el altiplano, la mayoría, un centenar ascienden por una carena pedregosa de fuerte pendiente. Las más alejadas del llano se diluyen en la neblina que cubre las cumbres.
Todas estas construcciones, anteriores a las tumbas micénicas y a las construcciones de piedra -santuarios, torres de vigía o de defensa y tumbas- de las islas del Mediterráneo occidental, levantadas con una técnica notable, muchas en buen estado, ubicadas en parajes áridos y yermos -pero salpicados de oasis-, y lejos de la costa, a más de mil metros de altura, denotan la capacidad comercial de Magan, el territorio más rico en metales de Euroasia, capaz de organizar la extracción, el transporte y la venta o el intercambio de sus riquezas, hasta la China, el sur de África y el Mediterráneo.
Fotos muy buenas con planos de profundidad hechos de piedra y cielo. Las fechas de estas construcciones pasman y retocan la lente con la que estudiamos la historia de la arquitectura. Saludos desde Bogotá. Jorge Raedó.
ResponderEliminarMuchas gracias! El contraste entre los afilados cantos de las piedras y la consistencia -inconsistencia- de las nubes -que parecían emanar de las tumbas- era fascinante. Si, es cierto, la cultura de Magan es una nota a pie de página en los libros de historia y, sin embargo, Mesopotamia, carente de materias primas duraderas, no habría ser lo que fue, sin los bienes exportados de y por Magan. Quizá por eso, los monarcas mesopotámicos quisieron a la vez dominar y respetar a los reyes de Magan, reducirlos sin dejar de honrarlos
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