Varios arquitectos e historiadores de la arquitectura se han preguntado por la fealdad de la arquitectura moderna española, por las aberrantes construcciones por centenares y por las planificaciones de urbanizaciones en lugares imposibles, aun hoy, pero sobre todo en los fastos años noventa, los años grunge.
La respuesta es relativamente sencilla, y quizá la solución sea aún de recibo.
Usted es un vendedor de parcelas. Ha comprado un terreno de cierta importancia y lo divide. Las parcelas tienen que tener una medidas mínimas para que se pueda construir en ellas. Imaginemos que pueda obtener diez solares. Así lo comunica a la administración. Mas, en el momento de delimitar sobre el terreno, empieza por la primera y la última parcelas, y las concede algo menos de anchura -respetando la anchura minina legal. Luego se ocupa de la segunda y penúltima parcelas, y las delimita del mismo modo, reduciendo algo la anchura anunciada. De este modo, obtendrá no diez sino once parcelas. La onceava, más estrecha, tan estrecha que quizá no sea edificable. Pero esta parcela no existe legalmente ni en plano alguno. No informa del procedimiento al propietario del conjunto o, si usted ha adquirido el terreno, no informa a la administración. Por tanto, puede vender dicho solar y cobrarlo enteramente -sin pagar impuesto alguno. Usted solo paga impuestos y contribuciones por la venta de diez, no de once parcelas. Lo que obtenga de la venta de esta última es neto.
La persona que haya adquirido la onceava parcela fantasma se encontrará quizá que no es edificable porque es demasiado estrecha. Pero no podrá quejarse ante la administración ni la justicia porque ha adquirido una parcela que legalmente no existe. No ha comprado nada.
Sigamos. Los solares horizontales, planos, valen más que los que están en pendiente. La construcción en un terreno inclinado obliga a movimiento de tierras, a construir terrazas.
Usted es el vendedor. El solar o los solares que pone en venta no son planos. Los planos topográficos así lo corroboran. Están recorridos por curvas de nivel. El comprador del solar tiene ante los ojos de la evidencia de la pendiente del solar; un solar que compra sobre plano, sin verlo.
¿Y si entonces borra alguna curva del nivel? El procedimiento recibe incluso un nombre: alisamiento de curvas de nivel. A menos curvas, menos pendiente. El terreno adquiere valor.
El propietario, feliz por haber adquirido un solar tan favorable a la edificación, se encontrará en la realidad con una pendiente que le ocasionará un gasto considerable antes de poder construir el chalet de sus sueños. Mas, ¿a quién recurrir? El arquitecto municipal no ha controlado el procedimiento y posiblemente no conozca el solar.
¿Y si el solar es una hondonada dónde es imposible construir? Todo tiene remedio. Nivele con tierra y cascotes. No es necesario compactarla. Puede así ahorrar varias cubas de tierra. Venda, al precio correspondiente, el terreno como si fuera plano. Si el comprador no puede construir porque la tierra no aguanta y debería hincar pilotes hasta alcanzar la roca, el problema es del propietario. El solar, en fotos, era horizontal: un terreno de primer nivel.
Y así, con esos sencillos consejos, podrá cubrirse las espaldas y los bolsillos hasta el final de sus días. Si no hace dinero es que no quiere.
Agradecimientos a G. A. por sus sabios consejos
Un mundo de tretas, engaños, estafas y ¿delitos?
ResponderEliminarEntre vivales y chorizos
ResponderEliminarAl hilo de "planificaciones de urbanizaciones en lugares imposibles", de inmediato me viene el recuerdo de la pobre Torre Placia (Alicante), víctima de la planificación urbana caníbal con incursiones en el surrealismo y en la ciencia ficción de los sesenta (por lo de desintegración-integración). Esta en mi top five por ese punto de ingenuidad animal que tiene muy expresivo del ambiente de barra libre de finales de noventa. El drama se puede seguir bien en internet. Gracias por el blog.
ResponderEliminar¡Muchos gracias! Anoto la referencia y se la comunico a la investigadora y autoría del libro Arquitecturas del lucro, la arquitecta Julia Schulz. Si este horror es solo el número cinco de la lista, cómo debe ser el número uno
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