miércoles, 25 de marzo de 2015

MOUNIR FATMI (1970): SAVE MANHATTAN (2007)



Extraordinaria y muy divulgada instalación -con el vídeo documental complementario- del artista marroquí Mounir Fatmi
Si solamente su lema "no necesito raíces, solo necesito memoria" pudiera ser escuchado...

8 comentarios:

  1. ¿Acaso no es lo mismo?
    No necesito escaleras, sólo necesito subir.
    Sin experiencia no hay memoria. Un marciano tiene la memoria de Marte, y de los planetas que visite, o en los que se haya quedado.

    Un saludo.

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    1. Muy cierto, pero la memoria puede referirse al lugar en el que uno se encuentra o que ha escogido, no en el que ha nacido, atado a la tierra.
      La memoria ilumina, permite analizar lo que ha ocurrido, ofrece perspectiva. Las raíces, por el contrario, atan, bloquean, me parece

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  2. Lo que yo creo, en cambio, Sr. Azara, es que de lo que se trata es de asumir esas, que muchos llaman y usted parece que también, “ataduras” y convertirlas en lo que deben realmente ser, los cimientos del edificio. Valga la expresión “cimientos” y la expresión “edificio” en un blog como el suyo dedicado a la arquitectura y a las ciudades. Si no se hace así, normalmente, los edificios se derrumban y las ciudades las borra el polvo del desierto, ¿no es verdad?

    Además, no hay otro remedio porque ya lo dejó muy claro Constantino Kavafis en su famoso poema “La ciudad”, poema que debería estar, sin ánimo de dar consejos que usted no necesita recibir, en el frontispicio o servir de lema a su extraordinario blog. Y cuando no hay otro remedio lo mejor, sin duda, es hacer como en el judo, aprovechar la fuerza contraria en beneficio propio.

    Poema de Kavafis, que, desgraciadamente, se olvida muy a menudo, por ello lo transcribo a continuación. Lo leí por primera vez de jovencito, con apenas 18 años, y siempre me ha servido de guía y gracias a él he comprendido muchas cosas. Para mí, no es broma, aunque es solamente mi opinión, es uno de los 10 mejores poemas del siglo XX.

    LA CIUDAD

    Dices: "Iré a otra tierra, hacia otro mar
    y una ciudad mejor con certeza hallaré.
    Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
    Y muere mi corazón
    lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
    Donde vuelvo los ojos sólo veo
    las oscuras ruinas de mi vida
    y los muchos años que aquí pasé o destruí".

    No hallarás otra tierra ni otro mar.
    La ciudad irá en ti siempre. Volverás
    a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
    en la misma casa encanecerás.
    Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
    ni caminos ni barco para ti.
    La vida que aquí perdiste
    la has destruido en toda la tierra.

    Constantino Kavafis

    Saludos.


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    1. Muchas gracias por el poema que ¡no conocía!
      Ahora, treinta y tres años más tarde, entiendo de dónde procedía la frase de Xavier Rubert de Ventós que tanto nos fascinaba a los estudiantes cuando sostenía que la casa natal, el espacio propio, es el que uno abandona de joven para descubrir el mundo hasta que llega, ya anciano, a la misma casa en el que se descansa para siempre. La casa natal no es dónde se nace sino donde se llega.

      Voltaire decía que se tenía que cultivar su jardín, el jardín que uno se construye libremente.

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    2. Nadie es perfecto, y ni usted ni yo lo somos, pero me sorprende mucho que no conociera el poema y que ahora encuentre sentido a las frases de XR de V. ¿Un especialista como usted no ha leído la Odisea?, ¿qué es sino esta obra de Homero que un regreso a casa, entre otras cosas?, ¿ni de joven escuchó tampoco a Llach cantando otro de los poemas de Kavafis, el “Viaje a Itaca”? Esa extraña ignorancia, creo, confirma más que desmiente, el poema “La ciudad”. Es indudable que su ciudad, la de usted, lo acompañará siempre, quiera o no quiera. Esos jardines de los que habla Voltaire y que usted cita sólo se plantan encima de las ruinas, de las propias, naturalmente.

      Saludos

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    3. A medida que leía su mensaje iba recordando. en efecto, Xavier Rubert partía de la vida de Odiseo. No sé si hizo referencia al poema de Kavafis, maltrecho por la melaza de Llach -que creo que XRV no apreciaba mucho como también detestaba o detesta el melodrama y la pompa-, pero creo que debía tener en mente el poema que cita. No recuerdo que lo mencionara, pero hace ya mucho tiempo, Yo, desde luego, no lo conocía, y se lo agradezco.
      El huerto de Voltaire descansa sobre las ilusiones rotas, pero al menos, se cultiva voluntariamente.

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  3. Perdone que disienta, pero creo que entra en contradicción.

    Difícilmente uno puede escoger libremente un lugar para vivir diferente al de su origen si no tiene memoria previa. La memoria de origen es la más importante, la que nos define y afirma mejor como individuos. Eso no quiere decir que no obtengamos a través de los años y lugares otras memorias.

    Se puede renegar, pero una persona que acepta y asume sus raíces es más libre que una persona desarraigada voluntariamente. Un ser libre es un ser responsable de sus actos, pero una persona que renuncia a su primera memoria comete un acto irresponsable y deshonesto consigo misma y con los demás.

    Es cierto, un cuchillo bien afilado nos puede degollar, pero también ayudar a rebanar bien el pan.

    Un saludo.

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    1. Es muy cierto. Expresa, en el fondo, que recuerdos y raíces son cosas distintas, creo. Sin recuerdos no podemos vivir, somos vegetales -algunas enfermedades mentales así lo prueban trágicamente-.
      Pero los recuerdos pueden ser de sueños, anhelos, deseos, esperanzas: pueden pertenecer al mundo de los sueños, no necesariamente a un lugar determinado e, incluso en este caso, puede ser un lugar escogido por nosotros y no impuesto por el destino.
      La casa natal no siempre es un espacio añorado. Nuestro lugar es el que nos damos, nos construimos, no el que se nos da.
      Muchas gracias por la larga reflexión.

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