La que sea posiblemente última obra del artista grego-italiano Kounellis, fallecido ayer, es un pabellón -caja y contenido, continente que es al mismo tiempo contenido-, realizado conjuntamente con el arquitecto portugués Soto de Moura.
El pabellón se inspira de los embalajes de obras de arte, pero es al mismo tiempo la propia obra que transporta, una invitación a una ascensión imposible en un espacio transfigurado por la luz del sol, en lo alto del cual se asoma una ventana traslúcida, posiblemente una versión de la caverna platónica; con una diferencia: desde lo alto -un lugar inalcanzable- se divisa -o se divisaría- el mundo en el que nos encontramos, de modo que podríamos asumirlo con el mundo perfecto, o el único mundo al que podemos aspirar.
Una reflexión quizá inspirada por una muerte sentida como cercana.
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