Utilizó el color, que trataba en su propio laboratorio, para componer fotografías casi neo-plasticistas o abstractas. Colores fuertes, densos, saturados. Retrató la población negra con dignidad, y con sarcasmo la población blanca afortunada.
Imágenes densamente pobladas de elementos arquitectónicos y urbanos encajonados, fotografías de detalles, que parten -y realzan- elementos fragmentados. Resaltó los anuncios callejeros jugando a veces con las palabras y frases que los componen.
Sus fotografías no fueron nunca instantáneas, sino compasiones meditadas, escenografiadas, en las que las figuras posaban estudiadamente, figuras, sin embargo, muy alejadas de los modelos que posan aristocratamente en las fotografías de estudio convencionales enmarcadas.
Evelyn Hofer supo retratar un Nueva York sin monumentos, monumentalizando el detalle y las figuras anónimas.
Una exposición en la Bretaña francesa , hoy nos recuerda a esta “no olvidada” fotógrafa -sí reconocida- porque nunca fue conocida:
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