viernes, 19 de agosto de 2022

¿Estética o Teoría de las artes?

 La palabra estética y la expresión teoría del arte (o de las artes) son sinónimas; pero no se refieren exactamente a un mismo tema.

Ambas, ciertamente aluden a la relación que un ser humano (espectador o creador) establece con una creación -divina, en la relación que la palabra estética designa, humana, en la relación apuntada por la expresión teoría del arte.

Mas, ambas, estética y teoría, no enfocan la relación del mismo modo, no se centran en la misma manera como se establece la relación.

Ésta podría compararse con la que los mortales y los inmortales mantienen. En cultos politeístas, tales como el griego y el Romano (salvo en el bajo Imperio oriental), el culto, que establece la relación, solo se centra en los deseos de la divinidad, a la que es necesario alimentar, vestir y cuidar a través de la imagen de culto. Todos los esfuerzos están dedicados a contentar a la divinidad, de manera que no se revuelva contra los ceremoniantes.

En los cultos monoteístas ( y en cultos politeístas tardíos como el mitraismo), los desvelos se dirigen hacia el mortal. Éste es quien merece los cuidados, al menos su alma o psique es el objeto de las atenciones. El culto no pretende atender a la divinidad sino al ánimo  del fiel, siempre a merced del derrumbe.

Esta tan distinta mirada es la que también prevalece en la estética y en la teoría. La estética se centra en el espectador: cuáles son sus necesidades, sus conocimientos y sus deseos que la obra de arte podría atender, esclarecer, alimentar o satisfacer. La relación es beneficiosa para el mortal. La estética estudia cómo  debe prepararse el espectador para enjuiciar la obra de arte y qué beneficios estéticos y éticos puede esperar del encuentro.

La teoría, en cambio, se vuelca en la obra de arte: en las características o cualidades que debe poseer para poder ser considerada una obra de arte (digna de este nombre), qué misterios o contenidos encierra, cómo los comunica, qué pretende, cómo se relaciona con el mundo.

En la estética, la obra no es minusvalorada, pero la buena relación entre el espectador y la obra depende exclusivamente de cómo se dispone el espectador. En la teoría, en cambio, la relación será plena si la obra posee una serie de poderes ante los que cualquier espectador caerá rendido. La obra es la que manda en la relación, y por mucho que el espectador esté bien preparado, la relación solo será capaz de ser reveladora si la obra se dispone de un determinado modo, casi siempre de modo enigmático, poco evidente.

La estética se dio sobre todo en el siglo XVIII europeo, mientras que la palabra teoría se impuso a partir del siglo XIX, porque lo problemático en la relación ya no fue la capacidad perceptiva e interpretativa del espectador, sino la capacidad fabuladora de la obra, siempre presentada de modo a suscitar interés, fascinación o desazón, como un enigma nunca enteramente resuelto.



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