Barcelona va a contar con un nuevo museo. Las obras están a punto de empezar. Se trata del museo del diseño, llamado -el nombre existe antes que la cosa- HUB. El arquitecto es Oriol Bohigas. El encargo es fruto de un encargo o un concurso -no recuerdo bien; ¿acaso hay mucha diferencia?-.
El edificio se ubica tan cerca del anillo elevado de las Glorias que una parte de él se dispone en voladizo sobre la calzada. La ubicación es insólita. En los alrededores se encuentran solares vacíos separados de la autopista urbana suspendida. Y, sin duda, Barcelona dispone más espacios donde edificar un museo. De hecho, las autoridades barajaron varias posibilidades. Pero la que se escogió está empotrada contra la calzada.
El volumen del museo está condicionado por la ubicación tan peculiar. Se asemeja a una L invertida. La forma resultante es tan poco adecuada a las necesidades del museo que, discretamente, el proyecto fue confiado a un segundo equipo de arquitectos para que trataran de sugerir mejoras. No lo consiguieron. El proyecto es imposible. ¿Cuál es, entonces, su razón de ser?
Entre los proyectos más controvertidos de la era olímpica se halla el anillo vial de las Glorias. Pese a los intentos de "humanizarlo" por un lado, plantando un jardín en el espacio interior circundado por las calzadas elevadas, e "integrarlo" por otro, dándole una forma de Coliseo, se trata de una obra denostada e ineficiente. Pero defendida a capa y espada -al menos hasta hace poco, cuando la dirección del viento cambió- por las autoridades, sobre todo por el arquitecto público responsable.
El volumen del museo, su perfil, está marcado por la presencia intrusiva del anillo circulatorio. Éste, de pronto, adquiere una razón de ser. Tiene una influencia, incide en el entorno. Un museo se doblega ante su presencia. Por tanto, tanto la situación cuanto la forma de aquél responden quizá a la necesidad de dar un sentido a lo que se ha considerado que no tiene, el falso Coliseo.
Sin embargo, ésta ha caído en desgracia. Ya no tiene razón de ser. Va a ser derribado, sustituido por carriles subterráneos. Lo que se elevaba, desciende, se entierra. Por el contrario, el museo no se reubica; ni su volumen se modifica. Cuando esté construído presentará un saliente considerable suspendido en el vacío, como el inexplicable edificio de Catalana de Gas de Enric Miralles.
¿Qué razón sigue imperando para que no se altere el proyecto del museo? Posiblemente ninguna. El diseño, industrial sobre todo, a menudo es gratuito. Se trata de variaciones sin sentido de una forma consolidada, casi arquetípica. Nada ni nadie requieren una nueva versión. Tan sólo es un juego. ¿Qué mejor envoltorio para lo que no tiener razón de ser que un edificuio sin sentido? En este sentido, el HUB, al igual que el programa de sus exposiciones, es perfecto. Un capricho al servicio de nada. La nave va...
miércoles, 15 de abril de 2009
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