jueves, 23 de agosto de 2012
Alepo (Siria), según Ibn Jubayr (540/1145 -614/1217)
Foto 1: barrio cristiano
Fotos 2-4: alrededores del barrio armenio
Fotos 6-7: zoco
Fotos 2-7: Miguel Orellana (misión arqueológica de Tell Masaïkh, noviembre de 2009)
Ibn Jubayr fue un geógrafo y poeta del Califato de Córdoba, nacido en Valencia en el siglo XII. Con motivo del peregrinaje a La Meca, recorrió la parte oriental del imperio árabe, llegó, desde Arabia, a Bagdad la capital cultural del mundo occidental y del Próximo Oriente, y subió hacia Alepo, recorriendo las tierras de la olvidada cultura mesopotámica (asiria, principalmente), algunas de cuyas ruinas, entre éstas, Nínive, reconoció y describió brevemente. Su texto, hermosamente escrito, constituye una de las primeras descripciones de ruinas mesopotámicas, anterior a la de los primeros viajeros cristianos. El texto fue impreso en el siglo XIX, y traducido al inglés. Existen dos ediciones españolas actuales.
Ibn Jubayr visitó Alepo, entre otras ciudades vitales (posteriormente transcribiré sus imágenes de Bagdad y de Damasco):
"Una ciudad cuya importancia es considerable, cuyo renombre en todo tiempo ha volado (alto). Muchos reyes la han pretendido; su lugar está marcado en las almas ¡Cuántas luchas ha suscitado y (cuántas) blancas hojas han sido desenvainadas contra ella! Posee una alcazaba célebre por las defensas, de extraordinaria altura, sin igual ni pareja entre las fortalezas. Se libera por su inexpugnabilidad de que se la desee o se la domine.
Sus grandes cimientos son como una mesa circular de tierra; los flancos son de piedra tallada; el emplazamiento está de acuerdo con la proporción y el equilibrio. ¡Alabado sea Aquel que ha predestinado su posibilidad y su realización y que ha materializado, como quiso, su forma y su redondez! Antigua desde remotos tiempos, nueva, aunque sin dejar (de existir), ha rivalizado en duración con los días y los años, y ha suscitado el ardor de los notables y del vulgo.
¡Éstas son sus mansiones y sus casas! ¿Pero dónde están los que antiguamente las habitaron y residieron en ellas? Ésta es la sede y el atrio de su reino. ¿Pero dónde están sus emires los hamdaníes y sus poetas? Ciertamente, todos han desaparecido, mas a ella todavía no le ha llegado su fin. ¡Oh! ¡Qué maravilla!, la ciudad subsiste mientras que sus soberanos han desaparecido, han perecido, sin que su ruina haya sido decidida. Después de ellos ha sido prendida (por otros); su posesión no era difícil; se la deseaba, y lograrla fue la cosa (más) fácil del mundo. ¡Ésta es Alepo! ¡A cuántos de sus reyes puso como predicado de(l verbo) "fue", y ha reemplazado el complemento del tiempo por el del lugar (la ciudad ha permanecido tras la desaparición de soberanos y dinastías). Su nombre es femenino y se ha adornado con las galas de las seductoras ¡Ha sido mala, valiéndose de la traición con quienes fueron desleales y se ha mostrado sin velos, como una desposada, tras (la corte de ilustres hombres de elevada cultura, como poetas y el filósifo al-Farabi).
(...) Entre los méritos de esta ciudadela, se cuenta que ella fue antiguamente, al principio de los tiempos, una colina en la que se acogió Abraham, el Amigo (de Dios) -sobre él y sobre nuestro Profeta sean la bendición y la salvación-, con unas pocas ovejas suyas que ordenaba allí y cuya leche daba en limosna: por este motivo se le dio el nombre de Halab ("leche, Alepo), pero Dios lo sabe mejor..."
(Ibn Yubayr: A través de Oriente (Rihla), estudio, traducción, notas e índices de Felipe Maíllo Salgado, Alianza, Madrid, 2007, ps. 386-388).
El texto fue escrito hace casi mil años.
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