martes, 2 de julio de 2019

Te entrego mi casa: Maquetas arquitectónicas mesopotámicas (neo-asirias) (Museo Nacional de Iraq, Bagdad)






Relieves con una escena de entrega de ofrendas en la base de la plataforma del trono del rey neo-asirio Shalmaneser III, s. IX aC







Detalle de dos porteadores de maquetas arquitectónicas




Porteador de una maqueta arquitectónica en los grandes relieves del palacio de Dur Sharrukin (Khorsabad) del rey neo-asirio Sargon II.

Fotos: Tocho, Museo Nacional de Iraq, junio de 2019 , salvo la imagen siguiente:



El largo cortejo de representantes de ciudades, reinos e imperios sometidos por el gran rey neo-asirio -o por un emperador persa-, portando toda clase de ofrendas (alimentos, plantas, animales, sirvientes, objetos suntuarios, etc.), constituye un motivo iconográfico típico del arte mesopotámico. Así, las paredes de la sala del trono y sus accesos en los palacios imperiales neo-asirios y persas, se solían cubrir con gruesas y altísimas lastras de piedra esculpidas con efigies de divinidades y genios protectores, y símbolos de prosperidad y fertilidad (el árbol de la vida) al lado del rey, también representado, junto con escenas de la vida en el imperio y de las gestas, siempre victoriosas, del emperador, y de la sumisión de los pueblos vencidos cuyos representantes desfilaban ante el monarca portando una ofrenda que simbolizaba la entrega del reino y de sus bienes sometido. La detallada representación en relieve de las ofrendas, y su variedad, permite hacerse una idea del lujo y el gusto de los emperadores asirios.
Además de los conocidos relieves del palacio imperial que Sargon II mandó construir en una capital nuevamente fundada, Dur Sharrukin (Khorsabad), hoy en el norte de Iraq -vaciada de sus bienes por las primeras misiones arqueológicas francesas, y muy dañada recientemente por el Estado Islámico y los saqueadores-, que hoy los museos de París, Chicago y Bagdad albergan-, el Museo Nacional de Iraq expone la gran base pétrea esculpida del trono del rey neo-asirio Shalmaneser III, del s. IX aC, cuyo canto está recorrido por un pequeño pero muy detallado relieve con escenas de porteadores de ofrendas, entre los que se reconocen a dos que portan lo que parecen son maquetas de arquitectura. Éstas, que representan edificios -torres, palacios-, simbolizan sin duda ciudades sometidas que aceptan, qué remedio, ponerse bajo el mandato del rey neo-asirio.
No son maquetas realistas, documentales, maquetas que un "arquitecto" o constructor antiguo hubiera elaborado y utilizado, aunque reproducen los rasgos principales de la arquitectura militar y suntuaria mesopotámica, sino que son maquetas votivas, que "representan" y sustituyen a las ciudades vencidas, que se someten efectivamente en cuanto la maqueta es depositada a los pies del monarca.
Estas maquetas esculpidas en relieve son esenciales para el conocimiento de la arquitectura mesopotámica ya que, en tanto que construcciones de adobe, apenas nada queda salvo los cimientos y las bases de los muros. Se puede adivinar el volumen de los edificios gracias a estas imágenes -que, paradójicamente, simbolizan a ciudades y edificios saqueados o destruidos.




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