jueves, 19 de diciembre de 2019

Arte y censura: la crueldad de Aquiles

La tan detallada descripción de las heridas mortales que los héroes se infligen, la falta de compasión, los ataques a traición, por la espalda y, sobre todo, la ciega y despiadada violencia con la que Aquiles aniquila sus rivales, hundiendo la espada en la cara a quien, de rodillas, implora por su vida, decapitando a quien ha abandonado la batalla, y actuando como ni siquiera actúa un león hambriento, en medio de un baño de sangre -los carros, las armas, las armaduras están todas salpicadas de sangre que empapa el campo de batalla- han llevado recientemente a dudar de la idoneidad de La Ilíada de Homero.
La violencia casi hipnótica, la descripción de actos sangrientos que se repiten casi como un mantra, puede sorprender -y desde luego fascinar en la gradación del horror que no cesa.
Mas, ¿Aquiles es un asesino, una figura condenable, cuyas gesta no deberían contarse?

Bien es cierto que si se reprueba, condena o prohibe la explícita descripción de la violencia, pocas tragedias, clásicas o de Shakespeare se podrían representar, y novelas como Moby Dick o Cuando agonizo deberían censurarse. O casi todo el Antiguo Testamento (La crueldad de Yahvé no es inferior a la de Zeus). Quizá toda la literatura debiere prohibirse -la sutil perversidad de un Charlus, en A la búsqueda del tiempo perdido, de Marcel Proust, o el despiadado oportunismo de un Julien Sorel, en El Rojo y el Negro, de Stendhal, no son menos dolorosos y en apariencia injustificables que las mutilaciones de Aquiles, que pronto acaban con la vida de los héroes que apenas tienen tiempo de agonizar, incluso cuando tratan de recoger sus vísceras que se desparraman por la ancha herida mortal, mientras caen sobre la tierra, ahogados por el polvo.

Es posible que la crueldad casi incomprensible de Aquiles supere otras descripciones.
Pero Aquiles no era un personaje de ficción. Nosotros no creemos en su existencia, ni en la guerra de Troya tal como se narra, con la activa participación de dioses y héroes. Pero para un griego antiguo, lo que la Ilíada -y otros textos, perdidos- contaban acerca de esta guerra era cierto. Y, por tanto, se pensaba que Aquiles existió. La Ilíada, para un griego, no hacía más que contar lo que realmente aconteció.
Aún así, la Ilíada ¿es la historia verídica de un asesino, o de un sádico?
Aunque es cierto que , al menos en una ocasión, el destino se tuerce durante unos momentos, y parece que finalmente, los héroes se impondrán pese a lo que el destino ha decidido, Aquiles, como todos los héroes, no actúa voluntariamente. Es un juguete -una marioneta, diría Platón- en manos, no de los dioses -que es bien es cierto que toman partido por uno u otro bando y, por tanto, ayudan, o abandonan, a los héroes cuando éstos están en peligro de muerte o cuando van a triunfar (de las decisiones del destino)-, sino de las diosas del destino que se imponen incluso a los propios dioses olímpicos.
Son estas diosas que han decidido acerca del nacimiento, la "personalidad" y los actos de todos los héroes, entre los que destaca Aquiles. Aquiles no mata por voluntad propia, sino porque las dioses del destino han decidido que mate. ¿Por qué? Porque los dioses dirimen sus diferencias -sus ansias de poder, sus pasiones- a través de los mortales. Por eso, los dioses son tan humanos: no porque actúan "humanamente", sino porque manifiestan y justifican las pasiones humanas -que hacen padecer. Los héroes, como los humanos, no pueden oponerse a aquellas decisiones divinas, no pueden condenarlas o justificarlas, ni tienen porque hacerlo. El hado es ciego e incomprensible. Los hilos que maneja son invisibles. ¿A qué responden, qué persiguen? No se sabe. Los héroes, como todos los seres vivos, solo saben que tienen que morir, pero no saben cuándo. Les embargan las pasiones, que les iluminan o les ciegan, sin que pueden frenarlas. Son conscientes de que actúan movidos exclusivamente por fuerzas superiores. Asumen sus gestos y sus gestas, se vanaglorian de sus éxitos, pero bien saben que sin la ayuda del destino nada lograrían y que, en cualquier momento, el destino puede torcerse, puede decidir en contra del héroe victorioso, siempre a merced de que la negra muerte le cubra.
Aquiles es, así, el emblema del ser humano, a merced de la suerte pese a todas sus tentativas por oponerse al tiempo. El único consuelo que le queda -o le quedaba en la antigüedad-, es que los dioses no tienen mejor suerte. Las diosas del destino también hacían lo que querían con ellos.

No, la Ilíada no tiene que prohibirse (tiene que explicarse, hasta donde sea posible -la Grecia arcaica nos es muy lejana- sin menoscabo del placer que produce su lectura). Antes bien, debería ser de lectura recomendable, para saber, y asumir, lo que nos aguarda: que no es más que un pozo negro, más o menos cercano, que no podremos evitar. 







2 comentarios:

  1. Es que lo que a nosotros nos parece atroz para los griegos y los pueblos de la antigüedad en general era el pan nuestro de cada día.
    Un héroe en la batalla tenía que ser así.
    El episodio final de la Odisea es como una película Gore.De repente Ulises y su hijo adolescente Telémaco se convierten en fieras sanguinarias capaces de ahorcar a las exclavas infieles de la manera más cruel
    .A nosotros no nos gusta verles así pero los guerreros griegos de época arcaica y de antes se preparaban para eso.
    Aunque por un lado se insiste en presentar a Ulises,por ejemplo , como un hombre justo y civilizado por otro aparecen en los que se entrevé a los héroes de Troya como los piratas saqueadores que quizá fueron.
    la Iliada preparaba a los aristócratas para su muerte.
    Aquiles es el guerrero que sabe que vá a morir joven y se rebela contra ello.
    Se comporta de un modo brutal,pero el episodio en el que Príamo le pide que le devuelva el cuerpo de su hijo es una reflexión sobre lo que s la guerra de verdad.Es casi como un canto pacifista que contradice toda la épica anterior.
    Seguramente es más ejemplar leer la Iliada que ver muchas de las series y películas que se hacen ahora
    Creo que en la antigüedad los críticos con la obra de Homero ,(fuera quien o quienes fuese Homero) le achacaban contar la realidad como era,no cómo debería de ser.
    Yo creo que el arte no tiene que ser moralizante ,sino capaz de entender o de mostrar todos los aspectos de la realidad con la mayor profundidad y rigor posibles .

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    1. Muchísimas gracias por estas tan pertinentes observaciones.
      No, el arte no tiene que ser moralizante. Sino, deberíamos considerar que las estampas de primera comunión son obras de arte, mientras que las pinturas y esculturas con escenas de la Crucifixión no lo son. Es obvio, que todas no lo son, pero si hay una imagen que sí lo es es la desgarradora representación, casi imposible de contemplar, de la crucifixión por Grünewald.

      La violencia en la Ilíada es extrema. No sé si sabemos si Homero describe lo que aconteció o acontecía en su tiempo, o si inventa. En todo caso, la precisa, casi intolerable descripción de los daños físicos que los héroes se infligen, es fruto de la capacidad literaria de Homero, de la selección de motivos y de su plasmación, estilizada pese al realismo, muy alejada de lo que debía ser una batalla cuerpo a cuerpo. Homero compone, crea, ordena, no transcribe "periodística" o judicialmente lo que ve; lo que ve está en su imaginación, no ante sus ojos.

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