Pandemia es una palabra de la Grecia antigua, pero cuyo significado ha cambiado.
O quizá no.
Pandemos, pan-demos, significa todo el pueblo. Una palabra común en la Grecia antigua. Pero que no designaba a ninguna enfermedad infecciosa.
¿O sí?
Aunque la palabra pandemia empezó a utilizarse en la Edad Media para referirse al mal de la peste, existía, en Grecia, la diosa Afrodita Pandemos. En Grecia, como en cualquier cultura antigua, los nombres de los dioses contaban menos que los epítetos. Éstos daban fe de los poderes de la divinidad en un lugar dado. El epíteto casi sustituía al nombre de la divinidad.
Afrodita Pandemos designaba a una fuerza de la diosa Afrodita, casi personalizada, una cara o un aspecto de la diosa que la reemplazaba. La diosa era lo que este epíteto designaba.
Afrodita Pandemos se oponía a Afrodita Urania. Urano designaba el cielo.
Afrodita Urania era Afrodita celestial, la diosa del deseo y la belleza inmaterial, "ideal", incontaminada. Por el contrario, Afrodita Pandemos -y su hijo, Eros Pandemos- designaba los efectos de la diosa de la belleza en la tierra: unos efectos irresistibles, devastadores, que afectaban o infectaban a todo el pueblo. Nadie escapaba al embrujo mortal de la Afrodita Pendemos. Diosa carnal, cercana, que se inmiscuía en la comunidad, la deslumbraba y la turbaba. Como el flautista de Hamelín, Afrodita Pandemos arrastraba a toda la población hacia el desastre. Todos seguían ciegamente el hermoso y sensual cuerpo de Afrodita Pandemos, sin pensar en las consecuencias de la entrega, el abandono ante la diosa: una actitud enfermiza, una enfermedad de la que los humanos no podían -no pueden- escapar.
Las heridas que produce -físicas y anímicas- son incurables. Los afectados por Afrodita Pandemos, todos nosotros, quedan marcados para siempre.
La belleza material tiene una cara oculta que corroe el alma y lleva a la disolución -a la que nos vemos abocados por y con gusto, sin embargo. Sin poder retroceder.
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