domingo, 20 de marzo de 2022

ALGERNON NEWTON (1880-1968): LA BELLEZA DE LA CIUDAD QUE CARECE DE BELLEZA

 






















Frente a la importancia concedida al concepto o a la idea -que defendía Duchamp, si bien una de sus obras más celebrada, fue una pequeña maleta de madera con diminutas reproducciones de sus obras, que construyó minuciosamente a mano, con la ayuda de su segunda esposa-, el pintor inglés Newton, hoy olvidado en parte, aunque represento a Inglaterra en la bienal de arte de Venecia en un par de ocasiones, defendía la importancia de la visión, dos concepciones que, curiosamente, no se oponen, pues en ambos casos, lo obra no se halla en lo que se ve, lo que se muestra, sino en la cabeza del artista, en su mente. La obra se encuentra en lo que el artista ve o piensa.

En ambos casos, sin embargo, la obra -la materialización de la obra pensada o intuida- resulta ser un ente perfectamente elaborado, digno de verse, un perfecto reflejo de una idea o una visión, cómo se percibe en las vistas urbanas de Newton que buscó representar entornos grises, industriales, desolados, vacíos de gente, bajo una luz trémula o apagada, sin encanto alguno, para desvelar cualidades que no saltaban a la vista, ofreciendo una imagen transfigurada -atenta a lo que se mostraba- de la realidad, sin alterarla sino mostrando lo que el ojo es incapaz de percibir porque se encuentra en la mente del pintor y en la plasmación minuciosa de dicha visión.





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