El fotógrafo francés, de origen libanés, Mathieu Pernot, emprendió un duro viaje sentimental para documental la ciudad de sus abuelos, la devastada Beirut, por la guerra y la explosión en un depósito del bar que hizo saltar por los aires una gran parte de la ciudad, dejando un reguero no muy distinto de las bombardeadas y vandalizadas casas de Alepo, en Siria, y de Mosul, en el norte de Iraq, unas imágenes que rebotan hoy en las paredes de ciudades ucranianas: edificios eviscerados, estructuras dobladas por el golpe, muros ennegrecidos, estancias saqueadas, todo el siniestro vocabulario de la destrucción sistemática del hábitat se conjuga en estas ciudades.
Tras la obtención de un premio prestigioso, Pernot expone hoy en París
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