viernes, 5 de enero de 2018

LUIS ROSALES (1910-1992): LA CASA. ENCENDIDA (. FRAGMENTO, 1949)

Sí, he llegado a mi casa, he llegado,
desde luego, a mi casa,
y ahora es lo de siempre,
lo de nogal diario,
los cuadros que aún no he tenido tiempo de colgar
y están sobre la
mesa que vistió de volantes mi hermana,
la madera que duele,
y la pequeña luz deshabitando la habitación,
y la pequeña luz que es como un hueco en la penumbra,
y el vaso para nadie
y el puñado de sueño,
y las estanterías,
y estar sentado para siempre.
Sí, he vuelto de la calle; estoy sentado;
la nieve de empezar a ser bastante
sigue cayendo,
sigue cayendo todo, sigue haciéndose igual,
sigue haciéndose luego,
sigue cayendo,
sigue cayendo todo lo que era Europa, lo que era
mío y había llegado
a ser más importante que la vida,
lo que nació de todos y era como una grieta de luz
entre mi carne,
sigue cayendo,
sigue cayendo todo lo que era propio,
lo que ya estaba liberado,
lo que ya estaba descolorido por la vida,
sigue cayendo,
sigue cayendo todo lo que era humano, cierto y frágil
lo mismo que una niña de seis años que llorara
durmiendo,
sigue cayendo,
sigue cayendo todo,
como una araña a la que tú vieras caer,
a la que vieras tú cayendo siempre,
a la que vieras tú mismo,
tú, tristemente mismo,
a la que vieras tú cayendo hasta que te tocara en la pupila con sus patas velludas,
y allí la vieras toda,
toda solteramente siendo araña,
y después la sintieras penetrarte en el ojo,
y después la sintieras caminar hasta adentro,
hacia dentro de ti caminando y llenándote,
llenándote de araña,
y comprobaras que estabas siendo su camino
porque cegabas de ella,
y todavía después la sintieras igual,
igual que rota
y todavía…”

Feliz Año 2018

jueves, 4 de enero de 2018

Maqueta egipcia del patio de un tumba





Fotos: Tocho, enero de 2018

Las "maquetas" arquitectónicas antiguas siguen deparando sorpresas.

Esa mesa de ofrendas del Imperio Medio egipcio, hacia el 1750 aC, poco conocida, conservada en un estante bajo en el Departamento de Antigüedades Egipcias del Museo del Louvre de París (Francia), presenta un tipo insólito.

Se trata, por un lado, de una "casa del alma" de terracota convencional -un modesto objeto, depositado sobre un enterramiento de un cuerpo no momificado, aún más modesto, en las arenas del desierto,  y que servía como "piedra tumbal", al mismo tiempo que canalizaba las libaciones hacia el interior de la arena para aliviar la sed del difunto-, pero por otro, se estructura como un recipiente de fondo plano con un gran tubo de evacuación. El fondo representa un patio, dotado de un altar de ofrendas y diversos alimentos para la eternidad , modelados en barro, depositados en el suelo, ante la puerta de la tumba, a través de la cual se asoma el muerto.

miércoles, 3 de enero de 2018

Maqueta tardo-romana del santo Sepulcro: ¿maqueta o modelo?





Fotos: Tocho, enero de 2018

Las maquetas arquitectónicas antiguas son suficientemente escasas para que cada pieza poco conocida, incluida en una exposición de gran éxito, como Cristianos en Oriente, en el Instituto del Mundo Árabe en París, merezca ser citada; sobre todo, si se trata de una maqueta tan singular como la del Santo Sepulcro, de época tardo-romana.

Tallada en mármol en el siglo V dC, antes de la caída del imperio, por orden del obispo de la ciudad francesa de Narboma (en cuyo museo se conserva), seguramente a partir de planos del Santo Sepulcro  de Jerusalem (una construcción de planta circular, ordenada por el emperador Constantino a principios del s. IV dC, y destruida por los Persas tres siglos más tarde, aunque restaurada posteriormente, que debía ser un receptáculo vacío porque no contenía tumba alguna sino que señalaba el lugar dónde Cristo resucitó, por lo que el vacío que encapsulaba evocaba tanto la invisible, inmaterial naturaleza divina de Cristo -la única que resucitó-, como el sarcófago vacío, necesario signo de resurrección), esta maqueta, de unos ochenta centímetros de alto, cumplía una función religiosa.

No era verdaderamente una maqueta (tallada tras la construcción del edificio del que es una imagen) o una imagen, sino un doble o sustituto del Santo Sepulcro. Todos aquellos peregrinos de la Galia que no podían viajar, en una época tan difícil, cuando el desmoronamiento del imperio, a Jerusalem, podían circunvalar esta maqueta, como si emprendieran un camino más espiritual que físico.

Al mismo tiempo, la mezcla de aceite vegetal (en aquellos tiempos, siempre de oliva), y perfumes procedentes de plantas aromáticas, que producía el oloroso crisma -origen de la expresión "olor de santidad"- utilizado en la unción del bautismo, la comunión y la confirmación, solo se convertía en en una mezcla santificada, necesaria para los sacramentos, si se trabajaba en un lugar santo: en concreto allí donde fue enterrado y Cristo y desde dónde ascendió de entre los muertos, resucitado, envuelto en un perfume intenso. Dicha "maqueta" cumplía perfectamente esa función. El ungüento debía depositarse en el centro de la maqueta para que la espiritualización del aceite se produjera.

La maqueta no evocaba el Santo Sepulcro ni remitía a él: era el Santo Sepulcro, dotado de sus mismos poderes, puesto que el milagro del aceite de la vida tenía lugar en ella.

lunes, 1 de enero de 2018

La noche de San Silvestre

Hoy se abre la primera noche del año. Atrás quedó la noche de la San Silvestre. ¿Qué imagen del tiempo ofrece este santo?
Silvestre es el nombre de un papa del siglo IV que convirtió al emperador Constantino al cristianismo. Tal no es su aportación al imaginario del tiempo. Lo importante es que Silvestre se asocie al último día del año.

Silvestre, en latín, significa asilvestrado. Silvanis se traduce por salvaje. Deriva de silva, bosque -bosque denso, tupido, selva más bien. Se trata de un espacio aún no domesticado, civilizado, pesa todavía de las fieras. Espacio primigenio, aun no conformado: silva también significa materia. Los peligros que acechan la vida humana, su progreso, se hallan en la selva. Espacio de alimañas, monstruos y huraños, seres que no saben ni quieren vivir en comunidad, sino aislados, incapaces de tejer relaciones, de ayudarse. Seres ariscos, nada "humanizados".

Silvano era el dios latino de los bosques. Fuentes y árboles formaban parte de sus dominios. Silvano era un sátiro. Su presencia evocaba la cercana animalidad. Su figura se asemejaba a la de un fauno, con el que se confundía. Era un ser híbrido, que combinaba rasgos animales y humanos. La nítida frontera entre hombres y animales aun no había pasado por él. Era un dios de un orden, de un mundo anteriores, antes de que los humanos ordenaran el mundo. La selva, el espacio de Silvano, era un espacio indómito, en el que no se podía circular, ni estar. La luz no penetraba en el corazón de la selva. La ausencia de caminos llevaba a los humanos a perderse, a la perdición. Era imposible salir con vida del mundo de Silvano.
Sin embargo, Silvano se asociaba a Apolo. Apolo era el dios de la luz: guiaba, orientaba, delimitaba. Fue el primer arquitecto. Estableció el centro del mundo, el santuario de Delfos, desde donde se organizaba el espacio, desde donde parían los colonos para fundar nuevas ciudades. Pero esta capacidad organizativa de Apolo implicaba que era capaz de dominar la selva y sus monstruos. Su gesto apaciguaba -y derrotaba todo lo que evocaba el desorden primigenio.

La relación de Silvano con Apolo no es casual. Ambos dioses se orientaban con facilidad allí donde nadie podía hallar el camino. Estaban familiarizados con la oscuridad, las fieras, los monstruos. Pero los conocían tan bien que eran capaces de vencerlos o de aplacarlos.
Por eso, debido a su íntima relación con la selva, Silvano, un dios salvaje, también velaba sobre los cultivos y los rebaños. Los apartaba del peligro. Mas, en cualquier momento, cuando no se le rendía culto o el culto adecuado, podía soltar las fieras que acaban con el frágil orden humano, sobre el que, habitualmente velaba.

El día de Silvestre es el día en que la selva, la barbarie retorna. Acaba con el año, decrépito. Lo abate, en medio de una fiesta desmesurada. Silvestre -o Silvano- es necesario para liquidar lo que queda del año.
Pero también, tras la suelta de la furia destructiva, se requiere su presencia para calmar los elementos y abrir, así, un tiempo e paz y prosperidad, el año nuevo. Silvano o Silvestre destruyen y establecen las condiciones para el renacer de la vida. Pero también velan para que no nos apartemos del recto camino que nos trazan. La barbarie, en este caso, retornaría: abrirían las puertas a la selva.
¿Cómo sucederá el año 2018?  ¿Hacia dónde apuntamos?

Año Nuevo, Bonne Année, Happy New Year

La expresión inglesa New Year (Happy New Year) no deja lugar a dudas. Se desea un (feliz) nuevo año: un año que está a punto de iniciarse. El tiempo del año anterior ha concluido, pero la flecha del tiempo sigue avanzando y se dirige hacia un nuevo blanco: un año que se aproxima o hacia el que nos aproximamos.

Lo nuevo, ni la novedad, son características del "año nuevo" en Francia (y en Italia). Éste es presentado como un Buen Año (Bonne Année). Así es el objetivo del deseo, de las felicitaciones. Un buen año, es un año de bienes. Se desean, o se auguran, bienes para o durante el año que está a punto de llegar.
El deseo es ambiguo. Se puede desear que el año nuevo traiga bienes (que el año que concluye no ha traído) o se desea que el año nuevo traiga, al igual que el precedente -que los precedentes- los mismos bienes. En este caso, se renueva una plegaria, con la confianza que volverá a ser atendida.
La expresión Bonne Année, pues, no significa o simboliza lo que New Year. Así como en inglés, el tiempo avanza inexorablemente, y cada nuevo año, es un año distinto, que se suma a los precedentes, Bonne Année, puede implicar una concepción del tiempo cíclico, gracias al cual, cada año aporta los mismos bienes.

Año Nuevo, en español, finalmente, tiene dos lecturas. Parece combinar las distintas visiones del tiempo, inglesa y francesa. Un año nuevo, es un año inédito. Nunca, hasta ahora, había existido. Se trata de un año lleno de incógnitas. El año abre un panorama que deberá ser explorado sin saber qué vendrá. Año distinto de los anteriores, sin duda, a menos que creamos que la historia se repite.
Pero un año nuevo puede ser un año renovado. Se trata, entonces, del mismo año que le precedía: un año gastado por el tiempo, que vuelve al punto de partida. Un año que se inicia de nuevo. El tiempo es el mismo: transcurre, se gasta, se agota, y es enteramente renovado. Lo que se pide no es ir hacia adelante, sino una vuelta a los orígenes. La mirada es nostálgica. Aspira a retroceder hasta los inicios. Se anula el paso del tiempo. Éste se consume y renace. Más que un tiempo circular, es un tiempo que avanza y retrocede, se estira y se encoge.  Los deseos de un año nuevo implican el deseo de no progresar -ni cambiar, evolucionar y decaer. Feliz Año es el deseo de escapar de la cárcel del tiempo.
New Year deja atrás el Old Year. Año Nuevo no deja atrás nada, porque en nada se ha avanzado decisivamente o para siempre. El tiempo es una etapa, un viaje de ida y vuelta.
Los alemanes dan un salto: einen guten Rutsch ins neue Jahr. Se deslizan hacia un nuevo año. La imagen evoca la muda de la piel. Se deja atrás un año gastado y se reviste un año nuevo que arropa y protege. En Alemania, el pasado queda atrás. En España (quizá en los países latinos, frente a los celtas), en cambio, miramos hacia aquél. El pasado no es el tiempo pasado, el tiempo que ha pasado, sino el tiempo que no es tiempo, el tiempo que no pasa -o que aún no ha pasado. No es un presente, sino un tiempo fuera del tiempo, el tiempo del sueño, o de los buenos deseos. El tiempo irreal. Que nunca acontece.

 

Dos "maquetas arquitectónicas" romanas poco conocidas


(Museo de Jávea, España)


Museo Egipcio, Turín (Italia)

Fotos: Sergio Rubira / Bet Cantallops

La expresión "maqueta arquitectónica" para designar objetos de la antigüedad es seguramente un abuso o una metáfora.
Los constructores de la antigüedad posiblemente realizaran maquetas. Aunque las palabras latinas, griegas, sumerias, que se traducen por maqueta, tienen otros significados (todos relacionados con la representación arquitectónica, ciertamente), como plano, planta, o memoria descriptiva, amén de maqueta, y es difícil o imposible saber a qué tipo de objeto se refieren los textos antiguos, y aunque se sabe que los constructores griegos apenas trazaban planos -tan solo detalles ornamentales (una voluta, un fragmento de capitel, la base de una columna) a escala 1:1 dibujados sobre el propio bloque de piedra o de mármol en la obra- sino que realizaban maquetas y redactaban memorias, estos objetos, posiblemente de madera, que debían modificarse durante la construcción, no se han conservado. Se han hallado algunas pocas maquetas, seguramente de trabajo, de piedra, que debían servir de referencia durante la obra, sobre las que se anotaban los cambios a lo largo del proceso constructivo. Se han encontrado también maquetas votivas, ofrendadas por los constructores a los dioses, o depositadas en tumbas como signo del talento del arquitecto.

Pero, la mayoría de las llamadas maquetas arquitectónicas son objetos votivos en forma de edificio, toda vez que existe una relación entre la imagen y el uso del objeto. A menudo, esas maquetas eran incensarios o altares domésticos en forma de templo o de capilla, o eran protectores mágicos del hogar en forma de casa -un tipo de objeto o amuleto que aun hoy existe, como veremos en otra ocasión. 

Aquí mostramos dos maquetas" romanas, halladas en los museos de Jávea (Valencia) y de Turín (Museo Egipcio). La maqueta de un arco triunfal es posiblemente un ornamento arquitectónico, un remate en forma de arco a fin de atraer la benevolencia del cielo, mientras que la maqueta de un campamento romano flanqueado por torres de vigía, hallada en Egipto, es un objeto litúrgico conteniendo perfumes o plantas aromáticas utilizadas en el culto practicado, posiblemente, un un fuerte militar, o que servía para pedir, en un templo, la buena suerte para aquella instalación militar.
La maqueta, en esos casos, servía a modo de recordatorio, para que el edificio aludido pudiera preservarse. La maqueta y el edificio coincidían. Aquella sustituía al modelo representado, puesto así en contacto permanentemente con la divinidad.
De algún modo, ésta es siempre la función de una maqueta arquitectónica: anticiparse a la realidad, y preservar ésta de la incuria.

Agradecimientos a Sergio Rubira (sub-director del IVAM de Valencia) y a la arquitecta Bet Cantallops por esos hallazgos y la información gráfica y textual brindada.

domingo, 31 de diciembre de 2017

Barrio

¿Qué es un barrio?

Un barrio está constituido por un conjunto de casas y de calles. Pero no trata sólo de eso. Un barrio está también formado por quienes viven y comercian ahí. El barrio antecede a la ciudad. El propio origen, árabe, de la palabra (برّيّ ), que significa salvaje, lo denota: el barrio está cerca todavía de la naturaleza, del primer asentamiento, del primer refugio. El barrio media entre la naturaleza y el hombre. No se ha olvidado sus raíces terrenales. Un barrio está enraizado. Tiene un origen inmemorial. Nos retrotrae a los orígenes mismos de la vida humana en la tierra. Evoca nuestra llegada. Un barrio son hábitats y habitantes. No son, además, grupos y bloques cualesquiera. Constituyen nuestro entorno más cercano. Lo conocemos y lo apreciamos. No podemos perdernos en él. Ante bien, un barrio es un refugio. Formamos parte de él, forma parte de nuestra vida. No nos sentimos extraños en él. Un barrio, nuestro barrio no nos rechaza, ni nos es indiferente. Y en cuanto esos sentimientos o esos impulsos acontecen, el barrio deja de ser un barrio. Debemos entonces cambiar de barrio (a menudo, causando un desgarro, como si la pérdida fuera traumática, y para siempre, como si algo que forma parte de nosotros fuera arrancado, dejándonos incompletos, mutilados), hallar un lugar en el que nos sintamos acogidos. 
Pues un barrio es un lugar de acogida. Es el espacio que nos acoge y en donde podemos acoger a los demás. Apenas un invitado se instala por un tiempo en casa, le informamos de lo que podrá hallar en el barrio, de lo que éste le ofrece. Ofrece: como un regalo, o un don. Tratamos que se familiarice con el entorno, que sienta que ha entrado a formar parte de una familia –con todos los claro-oscuros que las familias poseen. El espíritu del barrio, las personas del barrio, son conocidas y apreciadas. Forman parte de nosotros. Las relaciones son amigables, estrechas –pero también pueden ser violentas: la violenta se alza casi siempre entre personas o grupos cercanos, que mucho comparten y que, por tanto, tienen mucho que perder. Un barrio es la prolongación de la casa. La puerta se abre al barrio. Todos se conocen. Ningún mal debe de esperarse del entorno (salvo si éste se vuelvo hostil, con la violencia que se genera en el seno de grupos conocidos, familiares o clánicos). 
Un barrio es el espacio en el que uno se encuentra a gusto; un espacio que nos representa; por el que circulamos sin sorpresas, conociendo todos los rincones, y las personas, como si formaran parte de nuestro entorno más cercano.