Práctica ritual común cerca del recinto del santuario chiíta de Khadimiya, en Bagdad: une mujer velada golpea la reja del pequeño mausoleo de un imán para estar cerca de él, tocarlo, despertarlo, invocarlo y rogarlo, deslizando entre la tupida trama de la reja papelitos enrollados con súplicas. Golpes, llamadas firmes y sostenidas, de confianza -y de rabia.
El monoteísmo (exacerbado y austero) es contrario a las prácticas religiosas que requieren a una multitud de seres inmortales próximos.
Tomás tenía razón. Sin la presencia de un cuerpo que tocar (carne, sangre, estatua, arquitectura) no hay contacto posible con lo trascendente.
Quizá es que el ser el-Uno del Monoteísmo, lo-Uno, contrastado al Resto, ya contenga, en cierta medida, implícitamente, el de una distancia insalvable entre lo uno y lo otro. Almenos, creo, de forma esencial.
ResponderEliminarEn lo que atañe al Politeísmo, sí; son Dioses, pero en múltiple pueden ser menos categóricamente lejanos como la distinción dual del monoteísmo... digo yo...!
Tomás was right. ¡Qué diferencia entre la visión táctil y fenomenológica -en cierta medida- de las divinidades egipcias, griegas, mesopotámicas, representadas o representables en cuerpos concretos, físicos, volumétricos, y la visión intangible e irrepresentable de ciertas divinidades monopresentadas!
Lo dicho, que es tarde y quiere llover... (cómo me gusta transliterar frases hechas para que pierdan sus sentidos...! jeje)
De Tocho a Ángel
ResponderEliminarA ver. ¿Qué hacen los niños y los adolescentes -sobre todo si los padres están separados? Saben que tienen que pedir unas cosas a papá y otras a mamá, y que lo que uno niega el otro lo concede.
Ningún niño, en ninguna cultura tiene un sólo progenitor (biológico o cultural). Tiene, al menos, dos, aunque no sean biológicos (pueden ser abuelas, tíos, ancianos, etc., según qué tribus).
Los dioses son padres y madres idealizados. Por tanto, el concepto de un Dios único, siempre masculino, no funciona. Es quizá un ideal, pero no despierta ningún sentimiento, ninguna empatía. Si ni siquiera tiene rostro. Solo es una voz, gruñona.
Las religiones politeistas son modélicas. Lo que un dios te niega te puede ser otorgado por algún otro.
Por eso, las religiones monoteístas solo existen en el papel. En la realidad se halla un sinnúmero de figuras celestiales (ángeles -el ángel de la guardia, sin ir más lejos-, arcángeles, querubines, tronos, etc.; santos, etc.) que apenas se distinguen de los verdaderos dioses o del "dios verdadero". ¿A quien se ruega? A la madre de dios -que no es una diosa, pero...-. El cristianismo hace equilibrios imposibles con la Trinidad.
Del mismo modo, tanto el judaismo como el islam son más rigoristas que el cristianismo, son menos "paganos". Pero tampoco logran ceñir lo celestial a una única figura. Los hombres santos, los imanes, en el islam -amén de todos los ángeles-, y una nube de seres angelicales en el judaismo, también sirven para otorgan la confianza y la protección que un dios invisible y retraído no inspira.
Por eso, la anciana ruega al imán, y no a Alá.
Platón fue quizá quien lo tuvo más claro. En su estructura ideal del universo, el Uno, que es el Bien y la Belleza, es la figura última, como en el Timeo. Pero en la vida diaria, reconocía y exigía el culto a las divinidades poliadas porque sabía que los humanos necesitamos el cariño de toda una gran familia celestial a los que se puede suplicar, implorar, seducir, comprar, camelar, como hacemos en la vida en la tierra.
Y es que sentirse acogido, sólo es viable sintiéndose próximo al ser que acoge, a algo más particular y personal (más cosa de panteones familiares) que no de algo, como dices, sobre papel (la figura del Dios-Uno). Lo que quería decir es que el Uno suena ya tan categórico y axiomáticamente superior (e insuperable) que se presenta inevitablemente lejos, con la distancia insalvable que acaban por suplir estas divinidades o figuras 'menores', próximas...
ResponderEliminarTengo pendiente el Timeo, Pedro, lo sé...! jeje Es que las desventuras de Raskólnikov (Crimen y Castigo) las tengo a medias, y deseo acabarlas...!
Tocho
ResponderEliminar"Crimen y castigo" mucho mejor. No pude dejarlo. Lo pasé mal leyéndolo. Me imaginaba que era el protagonista. Dostoïeski juega maravillosa -o perversamente- con el lector.
Y nunca se ha evocado tan bien la figura terrible del Lejano: el Ojo Inquisidor que Víctor Hugo describió tan bien en su poema épico sobre Caín. Es decir la sensación imborrable de culpa.