martes, 9 de junio de 2009

El umbral en Mesopotamia


Las partes más importantes de un edificio mesopotámico, un palacio y un templo, principalmente, eran los cimientos y los umbrales. Ambos elementos estaban enterrados; los cimientos eran incluso invisibles. Pero tenían que protegerse cuidadosamente con toda clase de encantamientos, ya que, cuando el edificio sufría un ataque, lo que perseguían los enemigos era desenterrar dichas partes ya que, así, la construcción se hallaba desprotegida del favor divino.

El umbral era uno de los escasos componentes de piedra en una construcción de prestigio. Dado que ésta escaseaba en la región del delta del Tigris y del Eúfrates, donde se asentaba la cultura sumeria, muros, incluso cimentaciones se levantaban con ladrillos secados al sol. Las estructuras, entonces, eran presas fáciles de los diluvios que anualmente asolaban, aunque de manera imprevisible, la zona. Se desmoronaban bajo el impacto del agua.

Los elementos que debían perdurar, si no se quería que el edificio cayera en manos del asaltante (o de los malos espíritus), tenían que tallarse en piedra. Pero eso no era suficiente. Era necesario que se inscribieran fórmulas que atestiguaran que el edificio había sido levantado por el rey bajo los auspicios de los dioses. Éstos tenían a bien protegerlo.

El umbral éra un punto delicado en toda construcción, y no solo en Mesopotamia. Aún hoy en día, se trata de un elemento que da lugar, en algunas culturas, a unos rituales (descalzarse, sacarse el sombrero, el abrigo, etc.) que atestiguan que los que vienen del espacio exterior, de la calle, se preparan para adentrarse en un espacio muy distinto donde rigen normas distintas de las del espacio público. El umbral delimita. Pero pone también en contacto el interior y el esterior, lo doméstico y lo urbano. El espacio recluido se abre así a lo que viene de fuera. El peligro es latente. En ocasiones, se manifiesta violentamente. Debe ser conjurado. En Sumer, las oraciones, y las maldiciones, inscritas en la piedra, tienen esta función: ahuyentar a quienes desean el mal.

Tal era la importancia del umbral que cuando, por las razones que fuera, se tenía que reconstruir un edificio en otro lugar, el rey se cuidaba que se recogieran las piedras o los ladrillos fundacionales (cocidos, en este caso, para asegurar que la humedad no los iba a dañar) y los umbrales del edificio en desuso, por pesados que fueran. De algún modo, las primeras piedras y los umbrales eran la "esencia" del edificio que se iba a reconstruir. Sin éstos, no habría podido sobrevivir. Hubiera sido pasto de cuantos habían deseado el mal de la construcción. A fin que el nuevo edificio pudiera sobrevivir y pudiera relacionarse con el anterior, como si no hubiera tenido que sufrir un desplazamiento, se volvían a disponer en la nueva construcción piedras fundacionales y umbrales antiguos que habían cumplido su función a la perfección, protegiendo la vida del palacio o del templo.

Con una piedra se hacía un edificio, se animaba. Un umbral tan solo, hincado en el suelo, ya calificaba el espacio, dividiéndolo en interior y exterior. Y esa frontera, que se debía cruzar con cuidabo, debía preservarse para siempre si no se quería que el caos retornara a la tierra, y lo doméstico y lo público volvieran a confundirse, como acontecía en los tiempos primeros, antes de la llegada del primer habitante, el ser humano.
Nota sobre la imagen:
Umbral hallado en Girsu (Irak), IV milenio aC, Museo de Bagdad.
El texto dice:
(...: incompleto) Entemena, rey de Lagash, favorito de la diosa Nanshe (diosa de la justicia y de los destinos), gran señor de Ningirsu (dios tutelar de la ciudad de Lagash), hijo de Gatumdul (diosa-madre de Lagash) (...: incompleto)
(traducción: Tocho)
En sumerio ( transliteración de la CDLI: Cuneiform Digital Library):
en-mete-na/ensí/lagash(ki)/shà pà-da/ensí gal/(d)nin-gír-sú-ka/dumu dú-da/(d)gá-tùm-du10...
Otra versión (trabajada por Jordi Abadal, a quien agradezco el envío):
dgá-tùm-du10 A Gatumdu Faltaria el dativo
en-mete-na de Entemena Entemena o Enmetena
énsi el gobernador a continuación titulaturas de Entemena
lagaški de Lagaš Faltaría el genitivo
šà pà-da el elegido es un verbo nominalizado
dnanše por Nanše
énsi gal el gran sacerdote
dnin-gír-sú-ka de Ningirsu aquí sí hay genitivo (sufijo ak)
dumu dú-da el hijo engendrado también se lee tu o tud, y tud es un verbo (nominalizado
con la a) que significa dar a luz
dgá-tùm-du10 por Gatumdu

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