viernes, 8 de febrero de 2013
VIERNES EN BAGDAD, 8 DE FEBRERO DE 2013
Guardias y convoy militar para nuestra visita por Bagdad
Calle Rasheed -inspirada en la calle de Rívoli de París, la más elegante de Bagdad hasta los años sesenta, y hoy devastada-, y mercado de pájaros
Zoco del s. XVII
Dependencias administrativas otomanas (ss. XVII-XIX), convertidas en el ayuntamiento durante el periodo colonial
Calle de Mutanabi, peatonal, con libreros de viejo y un mercado de libros viejos y antiguos los viernes
Calle de Rasheed
Calle de Mutanabi y café Shabander, el más antiguo de Bagdad. No fue destruido por el atentado que devastó la calle de los libreros -hoy reconstruida.
Vistas del frente del río Tigris del barrio suní de Adhimiya, desde el barrio chiita de Khadimiyya. En primer término, dunas creadas por el dragado del río de la arena del desierto llevada por las tormentas
Diez años después de la invasión, sigue siendo necesario, al menos según las autoridades iraqués, que los extranjeros se desplacen con dos vehículos militares o tanquetas y una veintena de soldados armados hasta los dientes, amén de pasillos entre soldados armados de la SWAT, un grupo formado por el ejército norteamericano, que lleva el mismo traje y armamento que éste, y que depende directamente del Primer Ministro.
Hoy, tras días de tranquilidad, una bandada de numerosos helicópteros volaba en dirección al norte de la ciudad. Mala señal, comentó una profesora iraquí.
En la embajada de España nupimos del ataque a un mercado chiita en la parte norte de Baghdad. Treinta y cinco muertos.
Y, sin embargo, todo y que todos los que nos acompañaban ya lo sabían, nadie dijo nada, y la vida seguía en la ciudad. Solo el despliegue militar podía hacer sospechar que algo había ocurrido -o iba a ocurrir: en el barrio suní de Adhimiyya (al que se nos vetó la entrada hoy), y al oeste de pais, se esperaban, como cada viernes, desde hace unos meses, manifestaciones en contra del primer ministro chiita. La carretera internacional entre Jordania e Iraq está tomada por los rebeldes sunitas.
La vista de las dunas de arena fina y parda, cabe el Tigris, frente al barrio de Khadimiyya dio, por un momento, la impresión que formaban parte de un espejismo tranquilo, lejos de la ciudad, de todo. Niños jugaban al baloncesto sobre la duna más alta.
En la terraza de un café que miraba a las dunas, al aire libre, sonaba, una y otra vez, El Concierto de Aranjuez, que casi cubría el bramido de los helicópteros.
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Unas fotos muy buenas de esta bella ciudad, sus gentes y de estas tierras desérticas tan llenas de vida. Muchas gracias por las crónicas, es un país fascinante aun la situación sea difícil.
ResponderEliminarRecuerdos y saludos des del Maresme. Aquí hace bastante frío por la nieve caída en el Pirineo estos días.
Que vaya muy bien,
Esther Castañeda
Saludos,
ResponderEliminardisfruta y haznos participes de ello,
gracias por la puntual información,
Juan Manuel Pasquina