Desde las guerras civiles de Iraq (desde 2004) y de Siria (desde 2011), las misiones arqueológicas internacionales se han refugiado en el Kurdistán iraquí, considerado una comunidad muy segura, casi sin atentados -aunque la región fue gaseada y bombardeada por Saddam Hussein cuando la primera guerra del golfo en 1991-, un territorio muy importante para la arqueología, pues acoge a la mayoría de las grandes capitales del imperio neo-asirio, de la primera mitad del primer milenio aC.
Ante este hecho, la Dirección General de Antigüedades empezó, cabe el Museo Arqueológico del Kurdistán, en Irbil (norte de Iraq), a construir un centro de estudio, con talleres y laboratorios, para el estudio y la restauración de obras y fragmentos hallados durante las campañas arqueológicas.
La crisis económica y la corrupción iraquíes no han permitido proseguir las obras en los últimos cuatro años.
Aún así, se trabaja, se investiga y se restaura el ingente material desenterrado en dichos locales. Con el paso de los años, algunas obras van incrementando la exposición permanente del museo -que un día se construirá de nuevo, a cargo del arquitecto Daniel Libeskind -escogido por las autoridades kurdo-iraquíes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario