Logos, en griego, significa palabra. Mythos también significa palabra. Ambos términos se refieren a palabras que cuentan la verdad: designan hechos ciertos. Mas, mientras que mythos se refiere a un hecho único no comprobable -lo que no significa que no hubiera tenido lugar, acontecía tan solo que no se podía verificar, sin que dicha ausencia implicase sospecha alguna sobre el acontecimiento narrado: era indemostrable porque había acaecido en un tiempo anterior al tiempo de los humanos-, logos, por el contrario, se refería a hechos ciertos, repetibles, comprobables. Los hechos designados por la palabra logos sí eran recientes, al menos, estaban al alcance de la humana comprensión.
Logos acabó por imponerse para designar hechos reales, mythos para fantasías. El logos pasaría al mundo de la ciencia, el mythos, se circunscribiría al de las artes.
El verbo legein, en tiempos de Homero, tenía tres significados; designaba tres acciones distintas aunque relacionada. Primeramente, se traduce por recoger. Nombra a una acción que acumula hechos o entres, indiscriminadamente: la acción se asemeja a la de la persona que, temiendo carencias, o habiéndolas sufrido, amontona bienes que considera le podrán ser útiles. Los graneros, las reservas, los tesoros se llenaban con bienes, cuya recolección bien podría designarse con el verbo legein.
Legein, a continuación, designaba la acción de escoger, y ya no tan solo de recoger. Quien llevaba a cabo dicha acción separaba la paja del grano. La acción, también era propia de una sociedad rural, agrícola, habituada a las labores del campo. Legein se refería a una acción que ordenaba bienes de un mismo tipo, aptos para una misma función. Bienes cercanos, útiles para la vida.
Pero legein no se limitaba a esta segunda tarea. Es entonces, cuando legein se refería también a la acción de enumerar. Cada elemento era separado del grupo y adquiría una "individualidad". Ya no formaba parte de un grupo indistinto, sino que se convertía en un motivo de observación y de estudio. Entraba en relación con el ser humano. Dialogaba -verbo compuesto por logos- con él.
Y así es cómo el hombre podía nombrar cada ente. Éste era "personalizado". Abandonaba el anonimato. Se enfrentaba al hombre. Movía su curiosidad. El hombre podía hablar de este ente. Y podía decir cosas ciertas, ya que lo tenían ante sí, sometido a escrutinio. Ningún detalle se le escapaba. Pocos errores podía cometer si era un buen observador. Y lo era porque se había fijado en este ente, que le había llamado la atención hasta ser llamado, designado, obteniendo un nombre que lo caracterizaba.
El logos cuenta hechos observados, fruto de la experiencia, de un encuentro. El logos cuenta hechos de los que se pueden dar cuenta. Hechos vividos. Palabras que narran encuentros . Propias del conocimiento empírico, lejos del mundo de las creencias, la fe. Los hechos lógicos no son más ciertos que los míticos. Son más cercanos, quizá más humanos. Son hechos sobre los que se puede hablar, discutir entre humanos. Los logoi fundan comunidades, puesto que invitan a intercambiar palabras, palabras que ya no pertenecen a nadie, que no son una propiedad privada, sino que circulan, de boca en boca, asentado una grupo que aceptan ceder la palabra al otro.
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