jueves, 7 de julio de 2022

El pilar y la columna

 



Pilar y columna son sinónimos. Parecen designar lo mismo. Son palabras intercambiables.

Su relación se refuerza -o proviene- con y del latín. Así, pilar viene del latín pila, que se traduce tanto por pilar como por columna, indiferentemente, mientras que columna ni siquiera se ha modificado. Tanto en latín como en una lengua moderna latina, columna designa lo que nos imaginamos, sin duda.

Y, sin embargo….

Columna, ya solo en latín, específicamente, está emparentado con el sustantivo columen, que se traduce tanto por una expresión -lo que se eleva- como por un sustantivo: cima, cumbre. Designa, así la parte más alta o elevada.

Entrando en el imaginario de la elevación -física, por ahora-, columen se relaciona con un verbo muy inusual, cello, cuyo participio pasado, sin embargo, es un adjetivo muy común, o que ha dado un adjetivo, modernamente, común: celsus -elevado, alto, grande, y de ahí el moderno adjetivo de excelso, que suscita imágenes “elevadas: es así como abandonamos los terrenales mundos de las alturas geográficas o geométricas, para adentrarnos en las morales. No solo excelso, sino el mismo latín celsus, se refiere a cualidades o virtudes morales: a la rectitud, la nobleza, la fiereza y la confianza en uno mismo, que lleva a mostrarse con la cabeza bien alta, asociadas a ideas que tienen que ver con el bien, con las “buenas” actitudes y acciones. Las columnas tienes testas (capiteles, del latín caput, que no designa cualquier tipo de cabeza sino específicamente una cabeza humana), al contrario que los pilares, que parecen cilindros o paralelepípedos interrumpidos a voluntad, una voluntad externa al pilar, e impuesta a éste.   

Un pilar es un elemento vertical entre dos fuerzas opuestas. Un pilar debe ser resistente. Tiende a encogerse, a cargarse los hombros para soportar el peso que tiene encima. El cielo no se precipita sobre la tierra gracias a los pilares cósmicos, y el dios Atlas, cargadas las espaldas, sostiene la bóveda celeste gracias a su sobrenatural resistencia. Un pilar tendería a doblarse presionado por ambos extremos. Un pilar une, separa, y sostiene. La base y el testero no se libran de la conjugación o conjunción de unas fuerzas que parecen encaminadas a doblegarlo.

Por el contrario, una columna se alza. Levanta la cabeza. Ésta no soporta nada. Así como un pilar solo se concibe entre una base y una viga horizontal, sometido a presión, la columna se yergue sola, independiente y libre: así es como se manifestaban las guardianas que flanqueaban la fachada del templo de Jerusalén. Hasta tenían nombres propios, lo que no ocurre con los anónimos pilares. Una columna es la viva imagen de la entereza. No necesita participar de una trama vertical y horizontal de entes para tener sentido. Ls columna es autosuficiente, la viva imagen de la individualidad, de la libertad. La celebración de los triunfos, en Roma -y a imitación de Roma, en los imperios cristianos-, se simbolizaba por la erección de una columna alta y altiva, necesariamente aislada, capaz de atraer todas las miradas. Las columnas, al revés que los pilares, no son sustituibles. Cada columna es un ente “en sí mismo”.

Por eso, el arquitecto Adolf Loos no se equivocó al proyectar la sede de un periódico, el Chicago Tribune, cuya voz resonaba en todos los Estados Unidos en los años veinte del siglo pasado: la dotó de (la revistió con) forma de una desmesurada columna, segura de si misma, que se imponía sobre el perfil de la ciudad: un sostén, la defensa y la proclamación de la verdad, simbolizada por la rectitud de la columna (construida, pero también escrita).









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