miércoles, 27 de julio de 2022

Al loro (el arte en la película El Guateque, de Blake Edwards, 1968)

El cine es -o era, antes de las llamadas redes sociales- un poderoso creador y divulgador de imaginarios artísticos, arquitectónicos y decorativos, y de pautas de comportamiento personal y social. De las cocinas americanas al cuelgue de cadenas y cerrojos metálicos dorados en las barandillas de los puentes, costumbres a veces sorprendentes y modos de vida se han generado y diseminado a través del cine, la televisión y hoy vídeos y videojuegos. 

El pop art hizo mucho (bien y daño) por la aceptación del “arte moderno”, es decir, decorativo, colorístico, abstracto, vagamente humorístico y esotérico. Las películas, a finales de los años sesenta, de “estética pop” también promovieron un arte decorativo que no fuera excesivamente abstruso, sino un poco chocante, sin causar demasiados quebraderos de cabeza. No se trataba precisamente de promover a los violentos y perturbadores Accionistas vieneses de los años 50 y 60. Por otra parte, el humor -del humor inglés al esperpento, de Tati a Dino Risi- puede ser aún más eficaz que el tremendismo para poner de manifiesto, sin moralismo ni insistencia, situaciones y acciones ridículas, absurdas o grotescas.

Se ha escrito, seguramente con acierto, que la comedia bufonesca del cineasta Blake Edwards, The Party ( El Guateque), de 1968, recordada hoy en el año del centenario del nacimiento del cineasta, ayudó a popularizar cierto arte moderno, entre abstracto y geométrico, coloristico en todos los casos. La acción acontece en una supuesta mansión moderna de Hollywood, amueblada con sillones llamativos, atractivos, aunque no muy cómodos, de conocidos arquitectos como Jacobsen, tapizados con telas de colores ácidos, y decorada con cuadros y esculturas casi caricaturescos, aunque sin duda de artistas conocidos en California ( los cuadros del propio cineasta recuerdan a los que decoran la villa). La villa era un decorado construido en un estudio, a cargo de la pareja de decoradores Reg Allen y Jack Stevens, conocidos por sus interiores en mansiones californianas. 

La influencia de El guateque en el arte contemporáneo se puso de manifiesto en una exposición de 2018, en la que se presentaba la obra del italiano Maurizio Cattelan, The Parrot, consistente en un loro (vivo), un guiño al soterrado protagonista de la película, un loro enjaulado cuyos gruñidos y ruidos diversos no solo no cesan durante toda la proyección  sino que son imitados por el protagonista, en una escena memorable. 










https://www.antonkerngallery.com/es/exhibitions/73-the-party-curated-by-ali-subotnick/



Maurizio Cattelan: The Parrot, 2018








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