jueves, 25 de enero de 2024

Sueños de piedra ( la tumba de Antíoco I en Nemrut David, Turquía)
















 Fotos: Olimpia Solà Inaraja (las dos primeras), Tocho (las dos siguientes) & David Mesa (las siguientes), enero de 2024


Ruego que si se reproducen las fotos de Olimpia Solà Inaraja y de David Mesa se citen sus nombres y apellidos. No es necesario en el caso de las de Tocho.
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Menos diez de temperatura bajo un cielo cegador. Ventisca que derriba salvo que la nieve llegue a las rodillas o a los hombros lo que impide caer -y avanzar con facilidad sin desaparecer sepultado.
A dos mil doscientos metros, una cumbre perfecta con una forma que recuerda una pirámide cubierta de dos metros de nieve. La evocación no es gratuita. Se trata, en efecto, de un túmulo que recubre la tumba del rey Antíoco I de un reino oriental con influencias helenísticas y romanas, del siglo I ac, en la Mesopotamia del Norte, en Anatolia cabe las estribaciones de los montes Tauro, donde nacen los ríos Tigris y Eufrates.
La tumba no ha podido ser aún explorada. Antioco I se llevó a la tumba el secreto de las técnicas constructivas de semejante mausoleo.
Rodeando la tumba, gigantescas estatuas de culto, hoy decapitadas, y cabezas de piedra de colores, alguna de grandes dimensiones, con el retrato del rey, de guardianes y de águilas protectoras, todas orientadas hacia el sol, en comunión con el astro con el que Antioco I se identifica. Dominan la inmensidad del valle de Mesopotamia, en un paisaje altivo, arisco y rocoso, de muy difícil acceso, especialmente en invierno cuando los vientos zumban enloquecidos alrededor de la cumbre.
A un nivel inferior, templos dedicados a Zeus y sin más abajo, sobre plataformas de piedra, a Hércules.
Una de las muestras más grandiosas y terribles de la soberbia humana de igualarse con sus suelos divinos.


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