“Retratos” humanos, algunos con deficiencias o deformaciones físicas, cultura Tomaco, primer milenio aC, terracota o piedra, Museo del Oro, y Museo Nacional de Colombia, Bogotá
Fotos: Tocho, Bogotá, enero de 2024
Agradecimientos a Jorge Raedó, doctorando de arquitectura
Contrariamente a las obras de los grandes imperios precolombinos, las culturas del noroeste de Sudamérica, abocadas al océano Pacífico, entre Colombia y Ecuador, entre el primer milenio aC y mediados del primer milenio dC, en particular la cultura Tomaco conocida también como Tolita, produjo estatuillas antropomórficas, posiblemente de seres humanos y no de seres mitológicos, con un rostro muy humano, sereno pese a estar a veces marcado por enfermedades o deformaciones, libres de excesivas referencias al mundo sobrenatural, humanos en los que, hoy, creemos en ocasiones reconocernos.
Estas figuras, todas procedentes de tumbas, se acompañan de “maquetas” arquitectónicas que representan sencillos hogares -y no templos o grandes construcciones aparatosas-, construcciones de pequeño tamaño, con un tejado a dos aguas, que también forman parte de ajuares funerarios, en los que dominan objetos que parecen hacer referencia al mundo o el entorno cotidiano, habitual, plenamente conocido, como si éste, aceptado y apreciado, se prolongara en el más allá, mostrando a éste como formando parte de la existencia terrenal.
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