Estatuillas femeninas, casi todas de terracota, casi todas diminutas (entre tres y seis centímetros de alto en muchos casos), decapitadas intencionadamente o no, de entre el 6500 y 1800 aC, procedentes de Anatolia, casi todas de los imperios antiguo y medio hititas.
Caras de pájaro, ojos desorbitados, ausencia de boca; manos bajo los pechos. Figuras desnudas, de pie, sentadas o recostadas.
Representaciones no naturalistas -algunas muy estilizadas- de figuras con formas tomadas del natural o exageradas.
¿Divinidades, sacerdotisas, reinas, mujeres sin cargos ni atributos?¿Estatuillas sagradas, mágicas, educativas, juguetes? Representaciones de mujeres singulares o corrientes? ¿Reales o imaginarias? ¿Deseadas, condenadas, o ajenas al imperio del deseo (¿masculino?).
¿Moldeadas por hombres, o por mujeres, para hombres, mujeres o niñas?
¿Amuletos protectores, de la fecundidad, estatuillas funerarias? ¿Ex-votos?
Las interpretaciones varían según las épocas. El contenido sagrado, mágico o religioso, estaría de baja en favor de interpretaciones más “terrenales”, sin desdeñar la función lúdica.
No se conocen respuestas a fe (nunca mejor dicho) cierta.
Lo que sí se descubre es la duración de una determinada iconografía a lo largo de milenios y en un territorio muy extenso -sin que se pueda demostrar que las figuras respondan siempre a funciones o necesidades idénticas-, y los contactos e intercambios culturales: algunas figuras estilizadas -que consideramos femeninas sin estar ni siquiera seguros que sean representaciones antropomórficas- son semejantes a objetos cicladicos.
En cualquier caso el arte del siglo XX ha mirado a Anatolia, y cabe preguntarse si la fascinación por algunas de estas figuras no está azuzado por el arte del siglo XX.
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