Fotos: Tocho, Sanliurfa (Turquía kurda), enero de 2024
Los Anunaki era el nombre que colectivamente recibían los dioses mesopotámicos. An (o Anu, en acadio) era el padre de los dioses. Nammu, la diosa madre, y Enki, el dios arquitecto, el hijo. Éste habitaba en un palacio ubicado en el seno de las aguas originarias, llamadas Abzu, nombre que significa aguas vitales , pero también aguas sapienciales.
Abzu era otro nombre de la diosa madre Nammu, cuando rompía aguas, al dar a luz al dios An, por ejemplo, que emergió de las oscuras aguas de los orígenes.
La relación entre los dioses mesopotámicos y las aguas no era nueva. Los Anunaki estuvieron precedidos por una primera dinastía de dioses perfectamente adaptados a las aguas originarias: tenían forma de pez, de carpas, cuyas barbas, como así poseen las carpas, era un signo de sabiduría, que caracteriza a todos los sabios, ancianos y barbados.
Los dioses primigenios se recogían bajo el nombre colectivo de Igigi.
Entre éstos destacaba Adapa, que formaba parte del séquito del dios de la arquitectura, Enki.
Un día, Adapa, en forma de gran carpa, o revestido de carpa, ascendió a la superficie, salió de las aguas, y trasmitió a los seres humanos todas las técnicas con las que habilitar el mundo, entre éstas, las técnicas edilicias.
El islam es una religión monoteísta. Por esta razón no adora más que a una divinidad. La sacralidad animal está proscrita.
Sin embargo, la ciudad kurdo-turca de Sanliurfa, de religión musulmana, cerca de la frontera Siria, en las estribaciones de los montes Tauro, posee, a los pies de la ciudadela, en medio de un parque frondoso, una hermosa mezquita otomana. Ante ella se extiende un profundo y extenso estanque, de aguas limpidas, en las que viven centenares de carpas de gran tamaño.
Se las considera carpas sagradas. Está prohibido pescarlas, y un dicho sostiene que quien ingiere su carne cae fulminado por la falta cometida.
Por las tardes, toda la ciudad se vuelca en alimentar a las carpas veneradas.
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