Desde las antípodas -con respecto a Europa-, ¿las ciudades son distintas o se perciben de manera distinta?
Es cierto que el pintor australiano Smart se formó con Fernand Léger en París, vivió los últimos años de su vida en Italia, y sus cuadros denotan la influencia del arte metafísico italiano, el surrealismo de Magritte -y el preciosismo del realismo norteamericano urbano de los años treinta-, pero también es cierto que las vistas urbanas de Smart muestran una ciudades con amplios terrenos baldíos -barridos por señales pintadas en el suelo, asaetados por postes y avisos, y poblados de containers-, edificios sueltos -muchos son hangares-, red de autopistas y nudos de carreteras en ocasiones elevadas, y un desajuste entre las construcciones y los escasos humanos, quietos, de lado o de espaldas, y empequeñecidos, casi unos rasguños imperceptibles, por la contundencia de las vías y los bloques.
Los cielos son tormentosos, pero una extraña y brillante luz de ocaso -que anuncia un próximo y posiblemente cambio de tiempo- baña las vistas, recorridos, por otra parte, por un soterrado humor -guiños a la obra de otros artistas- y un perverso gusto infantil por los colores planos y brillantes.
Agradecimientos a Josep Bisbe por habernos descubierto a este artista. Para R.A. quien realiza un estudio sobre los intersticios vacíos en las tramas urbanas.
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