martes, 4 de junio de 2013
DADOMANI STUDIO (2007): CIUDADES DE PAPEL (ANUNCIOS URBANOS: LAVAZZA, AUDI, 2012)
Véase la página web de este reciente estudio publicitario milanés: http://www.dadomani.com/
Tocho no publica anuncios; pero las ciudades de éstos merecen que se las considere
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lunes, 3 de junio de 2013
El orden clásico
La arquitectura greco-latina está bien definida por "órdenes": dórico, jónico, corintio, en Grecia, corintio y etrusco en Roma, principalmente.
El orden es al mismo tiempo un tipo de columna o de pilastra, y una relación entre dicha columna y el entablamento; en general, podríamos decir que el orden define un tipo de ornamento, tanto estructural -de las columnas y los arquitrabes-, cuanto parietal. El orden constituye pues, una gramática y un vocabulario formal, que se aplica a toda clase de edificios públicos y privados, religiosos -templos, tesoros- y profanos -edificios representativos que albergaban instituciones cívicas o gubernamentales.
Sin embargo, pese a que ningún edificio clásico se concibe sin un o unos órdenes que lo definen, lo cierto es que se desconoce el nombre con el que los griegos designaban a los órdenes. El término, y su abanico de significados, que designa la característica más común de la arquitectura griega, nos son desconocidos.
En Roma, un orden no se decía ordo -de donde procede el término moderno- sino genus.
Genus proviene del griego genos (aunque no se sabe si genos era la palabra con la que en la Grecia antigua se designaba al orden arquitectónico). Genos significa nacimiento, y el latín genus recoge este significado. Genus es el nacimiento, es decir lo que funda un ente, y lo caracteriza, lo que lo alumbra. De ahí que genus se traduzca también por casa, pues designa el núcleo de donde procede un clan familiar.
Genus es distinto de orden. Las imágenes que evocan tienen un alcance muy distinto. Un orden caracteriza ciertamente a una construcción, pero no la concibe. Le da cohesión y la sustenta, al mismo tiempo que la personaliza, pero es un organismo que se aplica a un conjunto ya existente. El orden ayuda a reconocerlo, no a fundarlo.
Genus, por el contrario, designa bien lo que está en el origen mismo de la arquitectura. Ésta es concebida como un organismo vivo, que gracias al genus, alcanza la existencia. Sin el genus, no habría arquitectura, solo una masa informe. El edificio se extrae -es traído a la luz- por el genus. Literalmente desciende del genus; mantiene con el genus la misma relación que la de un hijo con su padre. Gens significa raíz común; el genus es el progenitor del edificio.
Genus no es ningún ornamento. No es secundario sino esencial: el es origen de la obra. Constituye su matriz, y su espina dorsal. La engendra y la mantiene en vida. De dos maneras: genera un edificio y lo singulariza. De este modo, el edificio cobra una vida propia. Y, por tanto, puede albergar y proteger a todas las vidas que se reunen en su interior.
Fue cuando el Renacimiento cuando el genus perdió su carácter originario y pasó a convertirse en un aditamento. Ya no sustentaba, ya no daba el sustento, al edificio al que había creado. El Renacimieno firmó el fin de genus. El supuesto renacimiento del orden clásico acabó con él; al menos, con lo que implicaba. El orden se convirtió en algo superficial, decorativo, prescindible, entonces. Era un traje que distinguía a unas construcciones, pero éstas no emanaban del orden. El orden no las había ordenado, trayéndolas a la vida.
La concepción moderna de la arquitectura como una obra artificial -o artificiosa- estaba en camino.
El orden es al mismo tiempo un tipo de columna o de pilastra, y una relación entre dicha columna y el entablamento; en general, podríamos decir que el orden define un tipo de ornamento, tanto estructural -de las columnas y los arquitrabes-, cuanto parietal. El orden constituye pues, una gramática y un vocabulario formal, que se aplica a toda clase de edificios públicos y privados, religiosos -templos, tesoros- y profanos -edificios representativos que albergaban instituciones cívicas o gubernamentales.
Sin embargo, pese a que ningún edificio clásico se concibe sin un o unos órdenes que lo definen, lo cierto es que se desconoce el nombre con el que los griegos designaban a los órdenes. El término, y su abanico de significados, que designa la característica más común de la arquitectura griega, nos son desconocidos.
En Roma, un orden no se decía ordo -de donde procede el término moderno- sino genus.
Genus proviene del griego genos (aunque no se sabe si genos era la palabra con la que en la Grecia antigua se designaba al orden arquitectónico). Genos significa nacimiento, y el latín genus recoge este significado. Genus es el nacimiento, es decir lo que funda un ente, y lo caracteriza, lo que lo alumbra. De ahí que genus se traduzca también por casa, pues designa el núcleo de donde procede un clan familiar.
Genus es distinto de orden. Las imágenes que evocan tienen un alcance muy distinto. Un orden caracteriza ciertamente a una construcción, pero no la concibe. Le da cohesión y la sustenta, al mismo tiempo que la personaliza, pero es un organismo que se aplica a un conjunto ya existente. El orden ayuda a reconocerlo, no a fundarlo.
Genus, por el contrario, designa bien lo que está en el origen mismo de la arquitectura. Ésta es concebida como un organismo vivo, que gracias al genus, alcanza la existencia. Sin el genus, no habría arquitectura, solo una masa informe. El edificio se extrae -es traído a la luz- por el genus. Literalmente desciende del genus; mantiene con el genus la misma relación que la de un hijo con su padre. Gens significa raíz común; el genus es el progenitor del edificio.
Genus no es ningún ornamento. No es secundario sino esencial: el es origen de la obra. Constituye su matriz, y su espina dorsal. La engendra y la mantiene en vida. De dos maneras: genera un edificio y lo singulariza. De este modo, el edificio cobra una vida propia. Y, por tanto, puede albergar y proteger a todas las vidas que se reunen en su interior.
Fue cuando el Renacimiento cuando el genus perdió su carácter originario y pasó a convertirse en un aditamento. Ya no sustentaba, ya no daba el sustento, al edificio al que había creado. El Renacimieno firmó el fin de genus. El supuesto renacimiento del orden clásico acabó con él; al menos, con lo que implicaba. El orden se convirtió en algo superficial, decorativo, prescindible, entonces. Era un traje que distinguía a unas construcciones, pero éstas no emanaban del orden. El orden no las había ordenado, trayéndolas a la vida.
La concepción moderna de la arquitectura como una obra artificial -o artificiosa- estaba en camino.
sábado, 1 de junio de 2013
Barbara (1930-1997) / Carla Bruni (1967): Göttingen (1964, 2007) - Barbara: Nantes (1964)
¡Ay! Carla Bruni trae la canción Göttingen a su estilo, y no trata de competir con Barbara -aunque revela la influencia de Barbara en sus composiciones-, pero supongo que su versión empalidece ante la interpretación de Barbara -autora, por otra parte, del tema.
La Sagrada Familia en llamas
¡Librados a fin!
La Sagrada Familia en llamas. Las torres se derrumban. Se acabó la pesadilla. Viva los zombies -éstos, no los que nos mandan.
Espero que, por una vez, la realidad se digne a imitar la ficción, y se cumpla este sueño;
... y que a Brad, que es arquitecto, o así, no se le ocurra venir a rescatarla; aunque si a cambio, trae a Angelina...
PIERRE KAST (1920-1984): LE CORBUSIER, L´ARCHITECTE DU BONHEUR (LE CORBUSIER, EL ARQUITECTO DE LA FELICIDAD, 1957)
Le Corbusier, l'architecte du bonheur 1957... por fonds-ancien
... o dejad que los niños vengan a mí (Le Corbusier).
Ya no se realizan documentales sobre arquitectura como éste.
Lo mejor es la presentadora, sacada de una película de Hitchcock.
¡Qué desagradable, altivo, estirado o condescendiente -no se sabe bien- parece ser Le Corbusier!
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