jueves, 1 de enero de 2015

El origen del mundo en china: creación y arquitectura / John Cage (1912-1992): Music of Changes (I Ching, 1951)






Fu-xi fue, junto a su hermana gemela, y esposa, Nü-wa -hijos del dios supremo Pangu- el ordenador del mundo. Su hermana era una diosa madre que engendró a todos los seres, a quienes Fu-xi adiestró: les transmitió técnicas como la caza para liberar el espacio de peligros, y la escritura, con la que encontrar el hilo con el que hallar sentido a la creación.
El mundo fue creado a partir del encuentro del cielo descendiente, el yang, y de la tierra ascendente, el yin.
De la unión de una línea continua -que manaba del cielo como un rayo- y de una línea discontinua -como el horizonte entrecortado por las montañas-, surgieron sesenta y cuatro figuras, que eran signos (cifras y términos) con los que se podía pautar y nombrar el universo, cuyo conocimiento puso Fu-xi a disposición de los humanos.
Estos signos -hexagramas- se compusieron de líneas continuas y discontinuas. las continuas manifestaban el ser, las discontinuas su ausencia, un vacío.
Palabras o expresiones, que eran cifras, compusieron el mundo. Éste respondía a un orden matemática, a una sucesión o composición de seres y de no-seres.
El no-ser era una discontinuidad; una interrupción en el desarrollo lineal del ser.
Este concepción se asemejaba a la concepción del mundo de un pensador presocrático como Parménides.
En Mesopotamia, y más tarde en Grecia, la interrupción del desarrollo se simbolizaba por un cero (que no intervenía aun en la composición de cifras, como en la india y, más tarde, en el mundo árabe, de donde pasó a occidente).  Este símbolo no denotaba un vacío, sino un equilibrio. El cero (que sí significa vacío) resultaba de la suma de un elemento positivo y de uno negativo, como del encuentro de dos fuerzas opuestas de idéntica, aunque contraria, intensidad o movimiento. El cero no evocaba la nada sino la quietud, es decir, el origen de un desarrollo temporalmente detenido, un desarrollo latente. el cero era el origen de la vida, entendido como un núcleo o germen, antes de que la vida surja hacia el cielo o las profundidades.
El cero era la nada en China: nada podía surgir. En la India, el Próximo Oriente y en Occidente, el cero era lo que anuncia y precede la creación.
El cero, en China, no era creador. Era una interrupción, un corte.
En verdad, en China, el cero era un espacio vacío, un área de descanso en medio de líneas de fuerza y de movimiento. Se concebía como un alto en un camino. El movimiento se detenía. Se abría un área, bien acotada, dono morar. El cero era un espacio de reflexión, de quietud. era necesario porque a partir de él, el movimiento re-emprendía. No originaba el crecimiento, como en Occidente, sino que le daba sentido. la reflexión resultante de la parada permitía orientar o reorientar el movimiento.
La ordenación del espacio redundaba en beneficio de la vida, curiosamente porque la interrumpía. Permitía un ejercicio de introspección, una pequeña muerte, un corte con respecto a la vida cotidiana, para poder volver a seguir el camino con una nueva visión.
El espacio acotado era un lugar de descanso. Daba sentido a la vida porque le permitía reconsiderarla. Es decir, la vida no miraba hacia adelante sino hacia atrás. No se apunta al progreso, sino al regreso. Era necesario detenerse y no avanzar. La quietud absoluta, en China, -que en Occidente evoca la muerte-, por el contrario invita a la vida.      

Este comentario parte de la documentación para la muestra sobre el Nacimiento del Mundo que el Museo de las culturas del mundo de Barcelona prepara para finales de 2016.

La correspondencia entre el jesuita francés barroco, alojado en la corte imperial china, Joachim Bouvet -estudiado del texto I Ching sobre el origen mítico del mundo-, y el filósofo alemán Liebniz, comentada más tarde por Hegel, aporta esclarecedoras intuiciones a la concepción mítica del origen del mundo en China.
    
La comprensión del I Ching y de sus consecuencias es aún muy incierta para mí.

¡Feliz Nuevo Año 2015!




Composición la distribución de cuyas notas está basada en los dibujos de los sesenta y cuatro diagramas del Libro de los cambios (I Ching)

2 comentarios:

  1. Ante todo, feliz 2015!

    Muy interesante el pensamiento de la China sobre el origen del mundo, y muy bien explicado.

    Sin embargo, la que es muy incierta para mí es la composición de John Cage "Music of Changes" basándose en los sesenta y cuatro diagramas.

    ¿Music? más bien Sounds sincopados que duran casi tres cuartos de hora. Emoción ninguna. Misterio ninguno. Un eminente compositor catalán de vanguardia dijo una vez con gran cinismo que sí, que por supuesto hay que ayudar todo lo que se pueda a los jóvenes compositores de música de vanguardia,... siempre y cuando sus obras no se las hicieran oír a él.

    Saludos.

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  2. Muchas gracias por el comentario.
    No sé qué pensar de la obra de Cage.
    Por un lado me irrita este voluntarismo vanguardista y esta voluntad de escapar de la armonía como de la peste. Huele demasiado a concienzudo o concienciado esfuerzo; parece una obra en la que la etiqueta "vanguardia" está ostensiblemente exhibida.
    Y, por otro lado, de tanto en tanto, esos sonidos me cautivan. Y escucho la obra entera, logrando olvidarme del evidente esfuerzo.

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