Palacio de Kommo
¿De qué hablamos cuando utilizamos la palabra palacio? ¿Qué tipo de edificio nos viene en mente, qué imagen nos evoca? Un edificio de grandes dimensiones y lujosas estancias, “real” o “imperial”, un centro deportivo, unas salas de juicios?
La palabra palacio designa hoy tipologías arquitectónicas muy distintas que cubren funciones, públicas o privadas, políticas, deportivas, judiciales, que nada tienen que ver entre sí. Referida a la sociedad minoica, entre los cuarto y segundo milenios, ¿qué designa exactamente?
Los palacios minoicos, encabezados por Cnossos, descubierto, restaurado, interpretado por el arqueólogo Evans a principios del siglo XX -Cnossos es una creación de estilo Victoriano y modernista de Evans-, son obras arquitectónicas antiguas ejemplares, ineludibles en la historia de la arquitectura mundial.
Pero, ¿qué son, en verdad? Esta pregunta o duda no tiene una respuesta satisfactoria o única. Por su tamaño, por su patio central, por los bienes encontrados, por la presencia de asientos o bases interpretados como tronos, por la aparente o indudable diversa organización espacial y funcional (sin duda o posiblemente) -áreas residenciales, administrativas, comerciales, religiosas, o leídas como tales-, éstas extensas o monumentales estructuras han sido interpretadas como palacios, casi siempre exentos, aunque excavaciones posteriores han hallado estructuras urbanas alrededor de los llamados palacios.
La denominación es cómoda y de inmediato remite a Versalles o Aranjuez, por ejemplo : extensos centros de poder, profanos y sagrados, encabezados por monarcas -reyes y reinas subordinadas-.
Estas lecturas están inevitablemente condicionadas por los modelos arquitectónicos y políticos posteriores: helenisticos, Romano-imperiales, bizantinos, y de reinos e imperios cristianos posteriores al Renacimiento, todos posteriores casi dos mil años a la sociedad minoica.
¿Palacios? No es descartable. Pero podrían ser también santuarios, centros administrativos, centros asamblearios, almacenes, espacios públicos, acogiendo a estructuras políticas que podías ser monárquicas, pero también asamblearias, clásicas, teocráticas…La relativa modestia de las áreas residenciales o interpretadas como tales, desdibuja su interpretación como las partes nobles de un “palacio”.
La sociedad o las sociedades minoicas eran letradas, mas los textos son indescifrables. No se sabe en qué lenguas están escritos. La escritura por ahora no brinda datos que permitan acotar las interpretaciones.
Por tanto, seguiremos utilizando la palabra palacio a la hora de referirnos a las grandes construcciones minoicas, sabiendo que esta palabra se aplica a edificios a imitación de la manera como desígnanos a los palacios barrocos europeos.
Qué casualidad. Siempre tuve dudas para aplicar el término palacio a ciertos ámbitos edificados de la Antigüedad. Vete a saber, me decía a mí mismo. Lo que si veo por las imágenes es que estas ruinas son fastuosas.
ResponderEliminarDonde tengo mis dudas es en tomar como referencia para nuestra comprensión del término, sin tener claro el concepto, a los palacios barrocos europeos. Y es que tantos siglos contemplan a unos y otros; ardua tarea. Tal vez algún día haya más claridad.
En efecto, juzgar o interpretar el pasado a partir de conceptos modernos -algo inevitable, pero de lo que tenemos que ser conscientes- lleva a errores.
EliminarLos “palacios” minoicos son fastuosos pero son sobre todo descomunales y técnicamente muy complejos pues podían tener varias plantas, lo que exigía estructuras de piedra y madera nada fáciles de obtener .