La fotógrafa norteamericana Helen Levitt tituló siempre sus fotografías con el nombre de una ciudad; casi siempre Nueva York, cuyos dos barrios de Harlem y del Lower East Side más retrató tanto en los años treinta y principios de los cuarenta cuanto, ya en color, en los años sesenta y setenta.
Quizá sea casualidad pero sus fotografías en los años treinta muestran la ciudad de los años. sin esconder problemas sociales y la degradación del entorno, la ciudad aparece como un campo de juego un "teatro y un campo de batalle, escribe Levitt: la artista, educada en el Bronx, no es una ilusa, sabe que en el espacio acotado que retrata se dirimen contiendas; la lucha y la violencia están presente, como en todos los cuentos verdaderos, poblados por ogros más que por princesas, o por princesas precisamente porque los ogros acechan-: calles, descampados y fachadas de edificios se convierten en espacios a explorar, territorios marcados para recorrer a salto de mata, poseedores de elementos que pueden ser subvertidos y transformados en juegos. La ciudad, así, se despliega casi como un espacio que ofrece una infinita posibilidad de recorridos, gestos y actitudes, que solo los niños pueden percibir y practicar. La ciudad se muestra a través de una mirada que no se detiene ante la sordidez del entorno.
De las fotografías en color tardías, los niños casi han desaparecido. La ciudad está poblada de ancianos a los que la ciudad, como en la célebre imagen de una pareja tratando, curvados, de cruzar, lentamente, una calle en pleno tráfico. expulsa. Los elementos, que cuarenta años antes, eran palacios encantados, se han convertido en reductos molestos, donde la vida, o lo que de ella queda -vida agotada, acongojada, retraida- se inserta dificultosamente. La ciudad es un obstáculo, dificulta la vida que ya no logra "dar la vuelta" a lo que ve, quizá porque ya no ve o ve mal, quizá porque ya no se deja engañar.
El documental sobre el East Harlem que dirigió, In the Street, de 1948, remontado en 1952, es de "obligada" visión en las escuelas de arquitectura.
La ciudad francesa de Toulouse dedica una exposición antológica a esta excepcional fotógrafa, marcada por Cartier-Bresson y Doineau, pero también Evans.
