jueves, 26 de septiembre de 2019

TRISTAN TZARA (1896-1963) Y EL ARTE POLINESIO (PECTORAL RAPA NUI)




Foto: Tocho, septiembre de 2019

El Museu de les Cultures del Mòn, en Barcelona posee colecciones irregulares, escogidas y ordenadas según criterios artísticos que miran a las artes "no occidentales", con criterios distintos con los que se juzga el arte europeo, considerando que independientemente de la época, el arte no occidental es "primitivo", con formas que no han variado a lo largo de los siglos o milenios, y que reflejan maneras de hacer de la prehistoria, como si la evolución fuera un fenómeno exclusivamente occidental, liberado del anclaje en la tradición.
Esto no es óbice para que albergue obras inesperadas como este hermoso pectoral de la Isla de Pascua -seguramente el más hermoso que se conserva, y uno de los pocos aun existente-, de madera e incrustaciones de hueso y de obsidiana, con una inscripción aun no descifrada, que perteneció al poeta franco rumano Tristan Tzara (1896-1963), gran coleccionista de arte "primitivo", en particular de Polinesia. Su colección, constituida entre 1924 y 1930, se vendió en subasta a finales de los años ochenta.
Los artistas surrealistas se interesaron menos por las artes africanas -que fascinaron a artistas de la generación precedente, artistas cubistas-, artes que consideraban ya como canónicas, mientras que coleccionaron obras de Oceanía y de Polinesia, que entraron en el mercado del arte hacia finales de los años veinte y en los años treinta.
Así, las primeras exposiciones de arte polinesio tuvieron lugar, a partir de 1926, en galerías como la Galería Surrealista, de París, y la galería Flechtheim, en Berlín (dueño de una de las más importantes colecciones de arte moderno del siglo XX, confiscada por los nazis, y aún recuperándose), pero no en museos o galerías de arte "étnico", "primitivo" o antiguo.
La presencia de las colecciones de Tristan Tzara y de Man Ray era ineludible.







Catálogos de la galería de arte moderno Flechtheim

2 comentarios:

  1. Yo disfruté muchísimo viendo ese museo ,especialmente todo lo relacionado con Oceania y con Australia .Sobre todo las " churingas" ,las piedras en las que residen las almas de los antepasados. Mas allá de la inspiración ideológica que comenta es un museo con cosas increíbles .Es verdad que sí se piensa en el contexto en el que muchas de ellas habrán sido obtenidas se quitan las ganas de ver este y cualquier otro museo etnográfico

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    1. El museo, en efecto, suscita sentimientos enconados. Por un lado, el "discurso" que explica su creación y sustenta la exposición permanente es cuanto menos discutible, reprobable o injustificable. Y además no dió lugar a ninguna discusión seria como sí se produjo con el proyecto, también injustificable, del Museo del Quai Branly en París -que inicialmente, para enturbiar aún más su imagen, iba a llamarse Museo de las Artes Primeras.
      La procedencia de las obras es a veces discutible, su calidad, variable, la autenticidad de algunas -es decir, que hayan sido realizadas para usos que no fueran el mero comercio-, dudosa (o directamente, falsa), y, al mismo tiempo, algunas obras son fascinantes, y los textos permiten conocer realidades tan atroces como la destrucción de raíz de capitales como Edo, en el Reino de Benin, hace 122 años, por tropas británicas.
      El museo no debería existir; y, sin embargo, educa -aunque condiciona nuestra mirada, sugiriendo que juzguemos de manera distintas obras en museos "de arte", y las obras que este museo alberga, cuyo nombre, Museo de las Culturas del Mundo, es incomprensible porque no alberga obras de culturas "occidentales" -aunque sí cristianas, siempre y cuando no procedan de Occidente-, incomprensible aunque "lógico" porque es deudor de la tan distinta manera de mirar y evaluar el arte occidental y el arte de las "otras culturas". Que este discurso, o esta manera de teorizar siga en el siglo XXI sonroja.
      Muchas gracias por su comentario.

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