jueves, 21 de mayo de 2009

De sastres



Veamos.

Interpretación de la imagen:

Marta ya está en Europa, y mira, nos mira de frente. Actúa como una maestra, de cara ante los estudiantes. Conoce el tema, y lo va a explicar. El auditorio no sabe nada. Pone cara de circunstancia, sonrisa forzada, labios prietos, cortantes. Las gafas achinadas de negro perfil cubista, el pelo de perfil afilado, como un casco acerado, planchado, lacado, perfectamente simétrico, denotan que no tolerará la menor discusión. Un efecto luminoso se destaca: una franja curva, más clara, recorre la garganta, justo debajo de la barbilla, uniendo las puntas de la lacia cabellera, como si un lazo anudado mantuviera el casquete del pelo. La cadenita de la que cuelga -como única frivolidad- lo que parece una medalla de la primera comunión aumenta el aire de señorita envarada, vara en mano.

Alejo nos da la espalda. Aún no está a Europa. Pero conoce el Camino. Nos invita a seguirle. Encabeza la procesión. Nos guía. No nos perderemos. La tonsura acrecienta el aura profética. Como si la luz brotara de su testa despejada. La espalda, ligeramente cargada, expresa la asunción de una dura misión, plenamente asumida.

¿Ésa es la lectura que se pretende?
¿Así se va, y se ve, a Europa?

Consejos profanos:

Cambiar de estilista: New look. Peluquería, óptica, joyería, maquillaje y sastrería (en Valencia, regalan trajes).
Cambiar de grafista. O no.

¿No podría seguirse la reciente tendencia italiana a incorporar "estarlettes" en las listas electorales? Claro que, aquí, se impondrían las Mari Pau a las Elsas (o las Carlas). Así, que mejor no tocar nada (más).

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