Desde que un pintor moderno, a principios del siglo XX, escribiera que una pintura es una tela cubierta de pigmentos, y que una escritora "experimental" sostuvo que una rosa es una rosa, es difícil creen en los Reyes Magos.
Así no es de extrañar que a principios del siglo XXI, un artista hubiera creado unas hondas esculturas tales como:
¿Pero cómo no se le había ocurrido antes a nadie? Se saca la pintura del bote para cubrir el bote de pintura (frase compleja donde las haya, casi tanto como la obra: ¿se cubre el bote de pintura -con lo que sea, incluido pintura-, o se cubre con pintura un bote -de lo que sea, incluido un bote de pintura-?) El contenido se vuelve continente -y viceversa. La pintura se vuelve escultura. La pintura convierte el bote en una escultura -o ¿una instalación? El bote vacío -o ¿vaciado?- está lleno de sentido. Ha sido necesario vaciar el bote para dotarlo de sentido. La obra tridimensional está compuesta por capas bidimensionales que nunca adquirirán la tercera dimensional aunque la otorgan sobre lo que cubren; esconden y revelan; convierten un bote en una obra, escondiendo, literalmente, al bote. La obra, hecha de capas de pintura secadas sobre el bote, es como un fósil: tiempo encapsulado (más o menos, porque la huella del tiempo está fuera, lo que sin duda tiene una carga metafísica); y así.... la teoría es lo que tiene
Imprescindible. Esencial.
Sin duda es necesario que paguemos, entremos y nos recojamos ante la obra expuesta hoy en Barcelona. ¡Aleluya!
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