miércoles, 19 de agosto de 2020

ROMA Y BABILONIA: JÁMBLICO (110-165 dC), BABILONÍACAS (c. 160)

 

Jámblico (c. 115-165 dC) fue un autor sirio que escribía en griego (novelista que no se tiene que confundir con el tardío filósofo neoplatónico del mismo nombre, del siglo V), en tiempos del emperador romano Marco Aurelio. Fue el autor de una novela monumental, titulada Babilóniacas, perdida, cuyo argumento se conoce a través del resumen que un religioso bizantino, el patriarca Focio (810-891 dC), redactó siglos más tarde.

Babilóniacas no es el texto antiguo más conocido, pese a que se disponen de los resúmenes de Focio en griego y en latín, traducidos en diversas lenguas modernas (el castellano, entre éstas).

El interés de este texto delirante es que ofrece una imagen de la cultura mesopotámica a través de los ojos de un ciudadano romano-oriental. Algunos de los rasgos asociados a las culturas del próximo oriente antiguo, algunos de los juicios y prejuicios, se hallan ya en este relato.

Babilóniacas cuenta una historia de espectros, sustitución de personalidades, magia y asesinatos que acontece en Mesopotamia, una Mesopotamia de leyenda. Algunos rasgos, como las ejecuciones públicas, no debían sorprender a un lector romano, acostumbrado a éstas en su propia cultura. Otros, en cambio, debían revelar deseos y temores romanos asociados a Babilonia –una ciudad que llegó a formar parte del Imperio romano.

El rey de Babilonia, Garmo, viudo, se enamoró perdidamente de Sinónide. Ésta le rechazó; amaba a Ródanes. El rey mandó a dos eunucos, Damas y Sacas, que crucificaran a Ródanes. Pero Sinónide logró liberar a su amante (o su esposo) y ambos huyeron, perseguidos por los eunucos.

A partir de entonces se suceden las aventuras fantásticas. Se encuentran con un funeral, y logran hacerse con las ofrendas alimenticias para poder sobrevivir. Tras huir por un túnel, a la salida, se topan con una colmena de abejas que liban plantas venenosas y producen una miel que es mortal. Unas pocas gotas (están hambrientos) los sumen en un profundo sueño, lo que les salva de la furia de sus perseguidores que creen que han fallecido.

Se refugian en casa de un asesino. De noche, los guardias le prenden fuego. Los amantes logran escapar de las llamas. Están tan demacrados que los confunden con espectros, y tanto espanto causan, saliendo de entre las llamas, que no les detienen.

En su huida vuelven a encontrarse con un funeral. De nuevo, logran quedarse con las  ofrendas. Su vida vuelve a salvarse. Sinónide se parece tanto a la joven fallecida que se acaba divulgando la noticia de su fallecimiento, lo que desactiva la persecución.

Llegan a una casa donde se ha producido un asesinato. La víctima ha sido ya medio devorada por un perro. Ródanes se compadece de una joven manchada de sangre, lo que desencadena los celos tan feroces de Sinónide que acaba aceptando la oferta de matrimonio del rey de Persia.

El rey de Babilonia nombra entonces a Ródanes, ahora enfrentado a su esposa, jefe del ejército babilónico, con la esperanza que los amantes se enfrenten y se maten. En el caso de que Ródanes venciera tras dar un golpe mortal a Sinónide, el rey de Babilonia ha pactado con unos guardias que deberán prender y ajusticiar a Ródanes. 

Finalmente, un antiguo oráculo se cumple. Sinónide y Ródanes sobreviven y se reconcilian, lo que les permite vencer al rey de Babilonia y apoderarse de su trono.

Esta historia presenta numerosas digresiones. Pasa casi siempre de noche. Magos, hechiceros no cesan de intervenir. Los muertos se mezclan y se confunden con los vivos. Los personajes son tomados por otros. Disfraces, suplantaciones son habituales. Se produce un constante baile de máscaras y disfraces, en medio de animales de mal agüero, de cadáveres, de asesinos, y de ejecuciones.

El tono es lúgubre, nocturno. Actúan tantos espectros como seres vivos. Nadie está donde debería, Todos huyen, perseguidos por guardianes y por fantasmas. Los límites entre los mundos diurno y nocturno, los vivos y los muertos, los humanos y los animales, dioses y mortales se diluyen. Los límites, las acotaciones, asociadas al ordenamiento de la vida humana, saltan por los aires. Realidades, sueños, ensueños y pesadillas se suceden sin una lógica diurna. 

A través del largo resumen y las anotaciones de Focio (que no siempre reflejan la estructura de la obra sino las impresiones de Focio ante los hachos narrados, por lo que hechos sin duda nimios, resueltos en unas pocas líneas, merecen, porque debieron de impresionar al lector, amplios comentarios), es difícil apreciar la estructura de la novela de Jámblico, en la que se intercala la autobiografía del escritor, y hechos históricos que chocan con el relato alucinado. Pero, tal como se presenta el resumen, las Babiloníacas se instituyen como un relato de pesadilla, grotesco, terrorífico y erótico, que quizá revele la imagen que Babilonia destilaba en las mentes greco-latinas, fascinadas y aterradas por un oriente cada vez más desconocido o fantaseado.

 

Agradecimientos a la profesora Dra. Mariagrazia Masetti-Rouault (Universidad de la Sorbona) por habernos puesto sobre la pista y enviado este relato. 

 

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