Se tienen hijos cada vez más tarde, pasados los cuarenta años. Padres separados, ya “mayores” -ancianos-, tienen hijos con parejas mucho más jóvenes.
Y se tienen menos hijos.
Cada vez se encuentran estudiantes o jóvenes profesionales, entre veinticinco años y poco más de treinta, con padres -padres- de entre ochenta y poco y noventa años.
Estos jóvenes tarden en independizarse. Por temas económicos y laborales, desde luego, pero también familiares.
Aunque los padres no lo pidan, estos jóvenes se sienten moralmente responsables de sus progenitores, y sienten que pronto los perderán, que son los últimos años con sus padres.
La situación y las reflexiones dicen mucho de los nuevos modelos familiares y de la ética de muchos jóvenes.
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