El autor de cómics y de “novelas gráficas” -acaso el inventor de este género artístico que se diferencia del cómic por su atención al presente y a la crónica, y por la conjugación de texto e imagen, gracias a la cual ambos tienen la misma importante y pueden ofrecer puntos de vista complementarios o divergentes - norteamericano Eisner publicó dos libros ilustrados, a principios y a finales de los años ochenta del siglo pasado, sobre la ciudad de Nueva York (sus barrios, sus calles), y sobre edificios de dicha ciudad, con unas imágenes que supieron retratar en blanco y negro, desde ángulos poco frecuentes (vistas aéreas, a menudo) lo que las fotografías no captaban: la ciudad como un paisaje esculpido,
marcado por luces y sombras, en el que los detalles -ventanas, puertas) se difuminan ante los riscos que componen la masa de la ciudad.
Una exposición en el Museo Thomas Henry en la ciudad francesa, normanda, de Cherbourg, recuerda hoy este dibujante:
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