martes, 17 de agosto de 2021

JOSÉ HIERRO (1922-2002): LA CASA (1991)


 

Esta casa no es la que era.

En esta casa había antes

lagartijas, jarras, erizos,

pintores, nubes, madreselvas,

olas plegadas, amapolas,

humo de hogueras...


Esta casa

no es la que era. Fue una caja

de guitarra. Nunca se habló

de fibromas, de porvenires,

de pasados, de lejanías.

Nunca pulsó nadie el bordón

del grave acento: «nos queremos,

te quiero, me quieres, nos quieren...»


No podíamos ser solemnes,

pues qué hubieran pensado entonces

el gato, con su traje verde,

el galápago, el ratón blanco,

el girasol acromegálico...


Esta casa no es la que era.

Ha empezado a andar, paso a paso.

Va abandonándonos sin prisa.

Si hubiera ardido en pompa, todos,

correríamos a salvarnos.


Pero así, nos da tiempo a todo:

a recoger cosas que ahora

advertimos que no existían;

a decirnos adiós, corteses;

a recorrer, indiferentes,

las paredes que tosen, donde

proyectó su sombra la adelfa,

sombra y ceniza de los días.


Esta casa estuvo primero

varada en una playa. Luego,

puso proa a azules más hondos.

Cantaba la tripulación.

Nada podían contra ella

las horas y los vendavales.

Pero ahora se disuelve, como

un terrón de azúcar en agua.


Qué pensará el gato feudal

al saber que no tiene alma;

y los ajos, qué pensarán

el domingo los ajos, qué

pensarán el barril de orujo,

el tomillo, el cantueso, cuando

se miren al espejo y vean

su cara cubierta de arrugas.


Qué pensarán cuando se sepan

olvidados de quienes fueron

la prueba de su juventud,

el signo de su eternidad,

el pararrayos de la muerte.


Esta casa no es la que era.

Compasivamente, en la noche,

sigue acunándonos.






Agradecimientos a Victoria Garriga, arquitecto, por el envío de este poema 

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