El cineasta Orson Welles concluyó pocas películas -entre éstas una de las mejores de la historia, Sed de mal, cuyo guión ni siquiera era suyo, y el mejor documental de la historia, F. como Fraude, su última película-, dejó inacabadas algunas, guiones completados varios más, proyectos abocetados o enunciados, muchos, actuó en películas, con o sin interés, para ganarse la vida, y hasta llevó a cabo programas de televisión, como una serie de diez capítulos sobre España para la RAI (En la tierra de Don Quijote), La España que Welle descubrió -y le fascinó- antes de la Guerra Civil, tradicional, ancestral, primitiva y religiosa o supersticiosa, la España que Buñuel y Val de Omar también retrataron, y que estaba desapareciendo a principios de los años 60.
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