Fotos: Tocho, mayo de 2023
Tras el pesado telón, que se despereza alzándose majestuoso, se descubre un mundo muy distinto tanto en la periferia del escenario cuanto en las alturas vertiginosas de la caja caja del escenario, el mundo de las estradas y los peines, como en las profundidades de los soterrados espacios inferiores, invisible, inaccesible a los espectadores.
Desde lo más alto, allí donde no alcanza la vista, un cavernoso y hierático mundo de poleas metálicas, frías maquinarias y pasos vertiginosos, de vetado acceso a los neófitos, del que cuelga el luminoso, colorístico y cambiante espacio de la representación teatral, fascinante y fugaz, antes de volver a las sombras.
Una infinidad de gruesos cables negros eléctricos, aparentemente dormidos como serpientes ahítas, potentes focos que cuelgan cono murciélagos y que, tras una orden, alzan súbitamente la cabeza, delgados telones negros como una noche sin luna, y de máquinas (proyectores y desconocidos artilugios) suspendidas de una densa malla metálica varada en lo más alto como una tela de araña, a la que se accede por empinadas escaleras de barco, puentes metálicos suspendidos, zigzagueantes pasadizos laberínticos, forjados metálicos que vibran al pasar, cuyo pavimento de rejilla deja entrever, desde lo más alto, la cavidad que se abre bajo los pies, y suelos de vigas de madera, colgados de la nada , a través de cuya trama se descubre, en lo más hondo, allí abajo, el escenario. Puertas metálicas cerradas, pintadas de negro, mudas, que no se revelaban hacia donde abren, pesadas persianas que se alzan en medio de un sordo, sostenido y grave temblor siderúrgico, luces amarillentas, cables que cuelgan como lianas a través de los cuales es necesario abrirse paso caminando debajo de la tarima. Y una infinidad de testigos luminosos que parpadean, de mesas de mando, de pantallas, de enchufes y de interruptores, componen un fascinante y sombrío paisaje apocalíptico, atestado de entes irreconocibles, en el que es muy difícil orientarse.
Agradecimientos al guía por haberme orientado en el ascenso y el descenso a través del universo de La (Divina) Comedia.
Todos somos actores de lo que creemos nuestros propios dramas y/o tragedias, que al final terminan siendo simples comedias...
ResponderEliminarSaludos,
J.